El mal que atraviesa China: no hay trabajo para los jóvenes universitarios

La tasa de paro juvenil en China ha alcanzado el 21%, su cifra más alta. Un dato que no está aislado entre los diferentes parámetros que sirven de termómetro para la economía.

En el distrito residencial de Xinglong (兴隆), en la capital de provincia Nanjing, en el este de China, los rascacielos llegan hasta los 70 pisos de altura. Junto a esos bloques, a orillas del río Yangtze, viven familias de clase media —“normalmente funcionarios”— en pequeños apartamentos. Cada una de esas viviendas cuenta con una jaula de metal protegida con un código en la entrada. Allí, para agilizar la entrega y que los repartidores no tengan que subir hasta las plantas más altas, se dejan los paquetes que los vecinos piden a través de las aplicaciones Pinduoduo o Meituan. “Mira, solo con darle a este botón puedo enviar a casa de mi padre comida de gato”, ejemplifica Xing Wang, natural de Nanjing y residente en Madrid.

Ese pequeño gesto, al pulsar la pantalla de su iPhone, refleja uno de los grandes problemas que atraviesa la economía china. Por las calles Nanjing se pueden ver centenares de riders que trabajan para Meituan, vestidos de arriba a abajo de color amarillo. “Les uniforman hasta los calzoncillos”, explica Wang. Un gran número de trabajadores que recorren en moto, coche o bici las calles de Nanjing son jóvenes. Recién graduados que no encuentran trabajo, estudiantes de oposición al ente público o, simplemente, adolescentes que no quieren entrar en puestos acordes a sus niveles de estudio porque, como explica uno de ellos desde Hong Kong a Voice of America, “si tengo que trabajar, prefiero tener un trabajo a tiempo parcial que pueda satisfacer mis necesidades básicas en la vida”.

El desempleo juvenil en China alcanzó en junio un 21,3%, la cifra más alta desde 2018, año en el que se empezaron a recoger este tipo de estadísticas. Desde entonces, la Oficina Nacional de Estadísticas de China ha decidido no renovar el porcentaje. La portavoz del organismo, Fu Linghui, certificó que debido a la “perfecta optimización” del trabajo estadístico y de encuestas, estos datos ya no se publicarán. En comparación, el mismo indicador en junio de 2023 en la Unión Europea fue del 14,1% y 7,5% en Estados Unidos. La tasa de paro general china se mantiene en el 5%.

Desde comienzos de año, la tasa de paro juvenil ha ido aumentando cada mes. En enero, tras el fin de las políticas covid cero y el punto final a los confinamientos, la cifra se situaba en 17,3%. Seis meses después, había aumentado cuatro puntos, con una variación de 1% en cada publicación de la Oficina de Estadísticas. Hasta que desapareció ese número. No solo una cifra de paro juvenil tan alta es un síntoma negativo para el termómetro de la economía china. Dentro de ese porcentaje —21,3%—, mucha de la población empleada tiene trabajos de baja cualificación o que no se corresponden con su nivel de estudios. Una realidad que se asemeja a grandes rasgos a la situación laboral en España durante la primera década del milenio, que estalló en la crisis económica de 2008. Diez años en los que la tasa de paro juvenil rondaba el 20% en España. Fueron también momentos en los que los jóvenes más cualificados no podían incorporarse a puestos de trabajo acordes a sus estudios. ¿Se encamina China a una situación parecida a la de España? No tiene por qué.

La estela del milagro económico

Dentro de los factores cíclicos en los mercados, Pekín se encuentra en un valle, una desaceleración (slow down) en la que no crece al ritmo que se tenía previsto en la hoja de ruta que marcan los planes quinquenales del Gobierno.

Respecto al paro juvenil, “la mayoría de los jóvenes chinos acaban encontrando trabajo en su área de especialización al cabo de un tiempo, pero donde antes tardaban apenas semanas o días, ahora esa búsqueda de empleo puede llevarles meses”, explica Julio Ceballos, consultor con más de 17 años de experiencia en China y autor de Observar el arroz crecer, cómo habitar en un mundo liderado por China (Ariel). “No todo son malas noticias: el desempleo juvenil también ha reducido mucho la rotación laboral en este segmento laboral (cercana al 16% en 2019) y limitado la inflación de sus condiciones salariales (aprox. 10% anual antes de la pandemia)”, continúa. “Muchos de cuantos buscaban trabajo en ciudades de primer o segundo nivel, acaban encontrándolo ahora en ciudades de tercera y cuarta categoría de sus provincias de origen, pero con menor salario”.

Pero, ¿a qué se debe esta tasa de paro juvenil tan elevada en China? “No es una situación puntual, pero tampoco ha cronificado. La pandemia ha conducido a una confluencia de problemas estructurales que, en algunos casos, preexistían: depresión del gasto de consumo doméstico, mayor inestabilidad del mercado inmobiliario, un modelo exportador que da muestras de agotamiento, menor rentabilidad de las inversiones en activos fijos y una deuda pública local inflada. Resolver estos problemas no conducirá a la deflación, pero limitará la tasa de crecimiento”, argumenta el analista económico, en entrevista con El Confidencial.

Uno de los aspectos que mantiene esperanzada la economía China es la tasa de paro general, muy por debajo de la juvenil. “Esto demuestra que en el mercado existe una sobredemanda de mano de obra cualificada en sectores concretos que tradicionalmente han absorbido a cientos de miles de recién graduados, como es el de la economía digital”, comenta Ceballos. “La intervención regulatoria en el sector tecnológico ha reducido las expectativas de crecimiento y las contrataciones de jóvenes, pero creo que esta descompensación se reequilibrará en el medio plazo”.

Universitarios ¿sin trabajo?

En su reciente viaje a China, el corresponsal para Asia de este diario, Javier Brandoli, se topó con varios ciudadanos que le explicaron un matiz importante sobre la educación en China. “Nadie quiere tener hijos porque cuesta mucho mantenerlos. En la escuela pública el 70% lo paga el ciudadano y el 30% el Gobierno. En una escuela privada el coste alcanza los 20.000 dólares anuales. En cuanto a la universidad, tienen fama de ser mejores las públicas, pero hay pocas plazas y mucha gente manda a los hijos a privadas o al extranjero”, le explicó Fan, un pekinés que tiene una hija en Shanghái. “Para conseguir plaza en las escuelas públicas tienes que vivir en el barrio. Hasta la secundaria es gratuita, pero a veces no es fácil conseguir las escuelas que queremos porque hay mucha demanda”.

Dentro del sistema educativo chino, las familias tienen que someterse a un endeudamiento casi sistemático que, si tras graduarse no se consigue un puesto de trabajo, deja en una situación financiera complicada a los jóvenes y su entorno. “En China las familias estamos endeudadas por todo. La casa, el coche, la universidad de nuestro hijo…”, contaba una pareja. Un testimonio que se entiende mejor junto a la cifra de deuda privada, 193% de su PIB.

Aunque poco a poco, después de un periodo sin ocupación, los jóvenes acaban reconduciéndose hacia su puesto de trabajo. “Los trabajadores cualificados que trabajan como riders o camareros no son la norma. Esos jóvenes desempeñan estas labores —hostelería, limpieza, delivery— de manera transitoria durante pocas semanas o meses hasta que encuentran un trabajo afín a su perfil académico”.

“Son llamativos los casos de recién licenciados chinos que están aceptando trabajos esporádicos y poco cualificados, pero siguen siendo un porcentaje residual. No son representativos”, matiza Ceballos. “China está obligada a que la innovación impulse la mitad del crecimiento económico en las próximas décadas, por lo que aplacar el paro juvenil resulta decisivo, pues buena parte de ese músculo innovador lo generan los recién licenciados que se incorporan al mercado laboral”, analiza el escritor.

¿Hacia dónde se dirige el paro juvenil? “Creo que la situación se resolverá pronto, pero, con una pirámide poblacional cada vez más envejecida, estas cifras altas de desempleo juvenil pueden generar frustración social, reducción del consumo, fuga de talento y sensación de pesimismo entre aquellos jóvenes que no encuentren trabajo a tiempo”, concluye Julio Ceballos.