El Miura 1 hace historia y se convierte en el primer cohete ‘made in Spain’ en surcar los cielos

Con unos 20 minutos de retraso sobre el horario previsto, el microlanzador alzó el vuelo desde el complejo del INTA de El Arenosillo, en Huelva. «Ha sido un éxito», señalaba Raúl Verdú, CEO de PL Space, minutos después de la proeza. No llegó a los 80 kilómetros de altura previstos inicialmente, pero sí alcanzó el estado de microgravedad.

A la tercera va la vencida. El cohete Miura 1, de la compañía PLD Space, conseguía despegar desde las instalaciones de lanzamiento de El Arenosillo (Huelva). Con cerca de veinte minutos de retraso, sobre las 2.20 AM del sábado, aunque sin grandes incidentes, el microlanzador se elevaba en la noche onubense, escribiendo en la historia el nombre del primer cohete 100% español de capital privado que surca los cielos.

A los mandos del control Raúl Torres, responsable de lanzamiento y cofundador junto con Raúl Verdú de PLD Space, la empresa con base en Elche que lo ha hecho posible. Mientras el responsable del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), institución encargada de la seguridad y supervisión del lanzamiento, confirmaba la «trayectoria nominal» (dentro de los parámetros marcados), la voz de Verdú iba agudizándose de alegría, confirmando por radio al equipo la buena marcha de la misión.

La idea inicial era que el cohete se elevara 80 kilómetros de la superficie -por debajo de la famosa línea de Kármán, que se encuentra a unos 100 kilómetros de altura, el considerado como punto de comienzo del espacio- en una trayectoria parabólica de unos 10 minutos (de ellos solo cuatro en microgravedad) para acabar realizando un amerizaje sobre el océano Atlántico.

El viaje, sin embargo, era algo más corto y menos alto (alrededor de los 50 kilómetros de altura), si bien cuando se confirmó que el microlanzador había llegado al apogeo, se pudo escuchar el ruido de la celebración y los gritos de alegría del CEO, que se volvían a repetir cuando unas fotografías a bordo del cohete y enfocadas por una cámara interior comenzaban a flotar. «¡Tenemos microgravedad en la cofia!», confirmaba Verdú. Esto era importante porque Miura «no viajaba solo», tal y como recalcaron desde PLD Space. En su interior, un dispositivo del Instituto de Investigación ZARM para estudiar las condiciones de microgravedad y realizar experimentos científicos en futuros vuelos suborbitales.

«Hemos hecho Historia. Hemos completado el 100 de los objetivos principales de ascenso y ahora los equipos están buscando el cohete en el Atlántico», decía Verdú minutos después de la hazaña durante la retransmisión en directo. «Hemos puesto a España como el décimo país con capacidad de lanzamiento en el mundo, somos el primer lanzador privado europeo y español. Y todo a la primera».

Los otros dos intentos previos
En realidad, no es la primera vez que el Miura 1 está sobre la plataforma de lanzamiento y preparado para volar. El pasado 31 de mayo, se pospuso el vuelo debido a fuertes vientos. Se probó por segunda vez el 17 de junio, cuando se produjo un «aborto automático» a 0,2 segundos del despegue debido al retraso de la retirada de uno de los cables umbilicales que sujetan al cohete con la plataforma, lo que provocó que se iniciara la secuencia de aborto automático, por la que se apagaron los motores y se detuvo el lanzamiento.

Porque el despegue, recalcaron entonces desde PLD Space, «requiere de una precisión milimétrica», y apenas unos segundos pueden marcar la diferencia entre el éxito y el desastre. Finalmente, este sábado marcaba su primer éxito.

El futuro de los Miura
El vuelo era corto, pero suficiente para demostrar que este microlanzador creado por la empresa española PLD Space, de 12 metros de altura, menos de un metro de diámetro y capacidad de carga de 100 kilos, está preparado para la siguiente fase: probar el Miura 5, el doble de grande y con cinco veces más capacidad. Si todo va según el calendario previsto, su primer despegue tendrá lugar en 2025 desde las instalaciones de lanzamiento de la Agencia Espacial Europea (ESA) en la Guayana Francesa.

Después, la intención es sumarse al mercado mundial emergente de los lanzadores, sobre todo poniendo en órbita pequeños satélites, si bien también dará oportunidad a experimentos científicos. Y todo con cohetes reutilizables. Al menos la primera etapa, que se recogerá después de cada lanzamiento y el consecuente amerizaje, guiado por enormes paracaídas y unos aerofrenos que intentan reducir la velocidad lo máximo posible y permiten maniobrar para entrar en el ángulo preciso sobre el agua.

Una idea parecida a la de los famosos cohetes Falcon, de Elon Musk, si bien con un diseño algo más rudimentario y un sistema de regreso menos espectacular, sin una base marítima con helipuerto.

Una prueba corta, un camino largo
La historia de PLD Space ha tenido sus altos y sus bajos. Creada a partir del sueño de ‘los raúles’ -quienes se conocieron en la universidad-, que ansiaban crear su propio cohete, al principio les resultó difícil encontrar financiación. «Cuando fundamos la compañía, nos costó mucho que se confiase en nosotros, porque éramos dos chicos de 23 y 24 años y que tenían la idea de crear la empresa más avanzada a nivel tecnológico del país», señalaba Verdú. «Hemos pasado por muchas dificultades».

En 2012, un año después de fundar la compañía, consiguieron apoyo del Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI), perteneciente al Ministerio de Ciencia e Innovación, que aportó 250.000 euros al proyecto. En 2013, lograron que una veintena de inversores privados aportaran una cantidad total de 1,1 millones de euros, con los que pudieron diseñar el primer motor.

El ‘annus horribilis’ de PLD Space fue 2018, un momento en el que la compañía entró en una crisis sin precedentes tanto a nivel empresarial como tecnológico, sobre todo propiciado por la explosión de uno de sus motores durante una de las pruebas. Fue en ese momento en el que se sumó el tercero de la actual ‘trinidad’ de PLD Space, Ezequiel Sánchez, actual presidente ejecutivo de la compañía. No contaba con experiencia en el sector aeroespacial pero sí e el empresarial. «Creyó en nosotros a pesar de todo y hoy está aquí, en la empresa que todos soñamos que seríamos», decía Verdú visiblemente emocionado.

Dotó de un nuevo nombre al cohete, que hasta el momento había sido bautizado como Arion (un fabuloso caballo de pezuñas negras que poseía el don de la palabra y la inmortalidad, según contaron ‘los raúles’ a la prensa) por Miura refleja «fuerza, coraje y energía a través de la pasión y el trabajo diario», algo que, según sus directivos, caracteriza a PLD Space.

Un año después concluyeron las pruebas de su motor y, pandemia mediante, consiguieron completar el ensayo estático de motor del Miura 1 en su banco de pruebas en Teruel. El pasado mes de marzo, PLD Space trasladó su cohete a las instalaciones de El Arenosillo, en Huelva. Una infraestructura perteneciente al INTA y el único lugar habilitado, de momento, para lanzamientos desde España (si bien la intención de PLD Space es que, en el futuro, sus cohetes despeguen desde el aeropuerto de Teruel).

Este éxito marca los siguientes objetivos, que pasan por estudiar todos los datos obtenidos en este vuelo, decidir el destino de un segundo prototipo del Miura 1 que se está desarrollando en estos momentos, desarrollar el Miura 5 y duplicar el personal de la empresa, que ahora mismo cuenta con 150 empleados y un capital de 65 millones de euros. «Este es el mejor golpe sobre la mesa que podríamos dar y esperamos que el mundo lo valore», sentenciaba Verdú visiblemente orgulloso. «Y esto es solo el principio».