El drama de las gemelas argentinas en Barcelona: recién un año después la familia pudo volver a la Argentina

Alana y Leila saltaron desde el balcón de su casa en Sallent, un pueblo de Cataluña. La primera murió y su hermana sobrevivió. Recién el mes pasado, cuando avanzó su recuperación, pudieron regresar a Mar del Plata, de donde es la familia.

Hace un año, de la mano, saltaron al vacío. Alana y Leila, las gemelas que habían nacido en Mar del Plata y vivían en el pueblo catalán de Sallent, a 74 kilómetros de Barcelona, arrimaron dos sillas a la baranda del balcón y se arrojaron. Eran las tres de la tarde del 21 de febrero del año pasado y habían vuelto del colegio. Tenían 12 años.

Alana no sobrevivió a la caída desde el tercer piso en el que vivían.

Leila, sí.

El golpe le provocó fracturas en los brazos, en la mandíbula y le dañó un pulmón. Pasó por varias operaciones, meses de internación y de rehabilitación en distintos centros especializados de Cataluña.

Apenas los médicos le dieron permiso para viajar, Leila, sus papás y Amadeo, su hermano menor, regresaron a la Argentina. Están con los suyos, en Mar del Plata, desde mediados de enero.

Y aunque el plan original era volver a España, Leila y Amadeo no se quieren volver a separar de su familia.

La decisión de no seguir
“Yo quiero ser feliz, pero evidentemente esto lo voy a sufrir el resto de mi vida y tomé la decisión de no seguir”, dejó escrito Alana.

“Saben lo que yo amo a mi hermana, yo vi todo el bullying que sufre ella, voy a hacer lo que ella decida. La voy a acompañar adonde ella quiere”, escribió Leila.

Las chicas estaban en primer año de la ESO (Educación Secundaria Obligatoria) del sistema educativo español. Según la escuela, el Instituto Público Llobregat, no padecían acoso.

Sin embargo Aitana, alumna del colegio y amiga de las gemelas, contó lo contrario. “¿Qué les decían? ‘Sudacas’ y se reían de su acento”, señaló.

Otros compañeros dijeron, además, que cuando Alana se defendía de las agresiones era castigada. La dejaban en un aula fría que todos conocían como “la nevera” (“la heladera”).

Semanas antes de arrojarse al vacío, Alana se había cortado el pelo y había confiado, a sus más amigos, que quería que la llamaran Iván, deseo que avivó la hoguera de burlas e insultos en la escuela.

La escuela negó el acoso
El Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña y la escuela pública a la que asistían a clases las gemelas negaron que las argentinas padecieran bullying, porque no existían registros de ningún procedimiento que se estuviera tramitando al respecto.

“Este es un caso social complejo. Estaban activados todos los protocolos y, por la información que tenemos, el acoso escolar no se había detectado. Por lo tanto, no podemos decir que existiera”, dijo a Clarín el alcalde de Sallent, Oriol Ribalta, 48 horas después de que las nenas saltaran al vacío.

Clarín volvió a contactar al alcalde de Sallent. Pero esta vez no quiso atender la llamada.

“Es un fracaso colectivo”
“Un suceso trágico como éste es un fracaso colectivo como sociedad”, dijo a Clarín el presidente de Cataluña, Pere Aragonès, tres semanas después de la tragedia. Y admitió que las nenas habrían sufrido el acoso que la escuela negó en un primer momento.

“Está en marcha una investigación judicial y nosotros vamos a facilitar todos los datos para que se pueda tener toda la información y podamos conocer todas las explicaciones que son absolutamente necesarias”, afirmó a Clarín el presidente catalán en marzo del año pasado.

“Porque que dos adolescentes hayan intentado quitarse la vida, y en el caso de una de ellas finalmente se haya consumado este suicidio, como sociedad es un fracaso colectivo. Pero tenemos que indagar todas las causas, que son complejas, como en todos los casos de suicidios de jóvenes”, agregó Aragonès.

Desde hace cinco meses, el Juzgado de Instrucción número 5 de Manresa cuenta con los informes que los Mossos d’ Esquadra, la policía regional catalana, le entregaron en la instrucción del caso de las gemelas de Sallent. Tiene, además, los siete informes distintos que el Departamento de Educación elaboró sobre lo sucedido.

Según pudo saber Clarín, la demanda que Lucas y Maia, los papás de las gemelas, llevan adelante corre riesgo de ser archivada.

“Lo último que sé es que, según el colegio, llamar ‘sudaca de mierda’ a una niña no es acoso escolar”, dijo a Clarín José Manuel López, papá de Kira, la adolescente de 15 años que una mañana de mayo de 2021 se despidió para ir a la escuela y, cuando subió al ascensor de su casa, subió a la terraza y saltó al vacío.

Desesperada por el padecimiento que era para ella soportar el bullying en clase, prefirió no seguir viviendo.

“Es repugnante que digan que decir ‘sudaca de mieda’ no es acoso. Eso es delito de odio pero parece que entre niños no importa”, agrega José Manuel que pide al gobierno de Pedro Sánchez una ley de acoso escolar.

“Un niño que se suicida no quiere morirse, lo que quiere es dejar de sufrir”, dice en su petición a través de la plataforma Change.org, donde ya reunió 260 mil firmas.

La historia de Kira, y la de otros chicos que truncaron sus propias vidas para no padecer más insultos y burlas entre sus pares, están contadas en Dolor impune, un documental que tuvo diez nominaciones a los Premios Goya de este año.

Los casos de acoso se triplicaron
En Sallent, las autoridades educativas relevaron a la dirección de la escuela en la cursaban Alana y Leila y ampliaron programas de integración y dinámicas de grupo a más clases del colegio.

En los dos meses posteriores a la tragedia de las gemelas argentinas, los avisos por acoso escolar se triplicaron.

Y el 19 de mayo del año pasado, otro par de gemelas, Aleksandra y Anastasiia, también de 12 años, se arrojaron por una ventana del sexto piso en el que vivían en Oviedo. No sobrevivieron.

El 7 de marzo sólo Leila cumplirá 14. “El día que te vuelva a ver, te voy a contar lo difícil que fue la vida sin ti. Alana por siempre”, dice el estado de Whatsapp del celular de su abuelo Gustavo.