Las autoridades acotarán el laberinto de calles de Gion, permitiendo su entrada únicamente a los clientes, a las geishas y a los residentes.
Todo el barrio está bañado por el toque histórico de las machiya, las tradicionales casas bajas de madera. Algunas han sido reconvertidas en austeros hostales a precios de un hotel de cinco estrellas del centro de una capital financiera. Otras funcionan como tiendas de souvenirs, restaurantes o ochayas, las famosas casas de té.
Pero sí por algo es conocido dentro y fuera de Japón el barrio de Gion, en Kioto, es por ser la cuna de las geishas. Para ser precisos, es el epicentro del entretenimiento nacional en compañía de las geiko (como se conoce en Kioto a las geishas) y las maiko (aprendices de geiko).
En algunas ochayas, los clientes más exclusivos pueden disfrutar de un espectáculo privado teniendo como anfitriona a una geisha. Habitualmente son grupos de hombres japoneses de mediana edad los que contratan los servicios de estas artistas para que bailen danzas tradicionales durante la cena, les sirvan bebidas alcohólicas y les entretengan con diferentes juegos.
Para atender al turista extranjero, desde hace unos pocos años, hay agencias internacionales que organizan paquetes de cenas con una maiko. La compañía de una geiko es más cara y exclusiva, accesible principalmente al visitante nacional con dinero.
El problema es que todo este atractivo de las geishas, a las que se las puede ver durante el día y la noche paseando por los callejones de Gion, ha provocado una congestión de “indeseables” turistas que perturban la armonía de estas mujeres, llegándolas a acosar para hacerlas una foto o tomarse un selfie con ellas.
Los vecinos de Gion han decidido ahora librarse de estos molestos “paparazzis de geishas”. El consejo local del barrio, una especie de comité vecinal respaldado por el ayuntamiento, ha anunciado que se va a prohibir la entrada de turistas a los estrechos callejones de Gion.
En abril, las autoridades acotarán el laberinto de calles que dan forma al barrio, permitiendo su entrada únicamente a los clientes de las casas de té, a las geishas y a los residentes.
Los turistas sí que podrán continuar pasando por la vía pública principal que atraviesa el distrito Hanamikoji, llena de tiendas y de restaurantes. Aunque esto también ha provocado inquietud en algunos vecinos porque creen que la medida provocará una masificación excesiva en esa calle más comercial.
DENUNCIAS
Las geishas llevan años denunciando que los turistas las tiran de los kimonos, tocan sus delicados adornos del pelo o frotan con las manos sus cuellos pintados de blanco. Una vez fue noticia cuando un extranjero lanzó a una de estas mujeres 10.000 dólares y la llave de la habitación de un hotel, confundiéndola con una prostituta.
La policía de Kioto, después de que muchas de estas trabajadoras expusieran el miedo que sentían al caminar solas por la noche a sus citas en las casas de té, les ofreció cursos gratuitos de defensa personal.
En 2019, las autoridades locales comenzaron a colocar carteles en varios idiomas que decían que estaba prohibido tomar fotografías de las geishas y que se impondría una multa de 10.000 yenes (60 euros) por incumplimiento. Sin embargo, la multa nunca se pagaba.
La pandemia dio una tregua vaciando de turistas Gion. Pero este año Japón espera superar el récord de 31,88 millones de visitantes que tuvo en 2019. Muchos de ellos pasan por Kioto, con parada obligatoria en el barrio de las geishas.