Los cambios ya están aquí, y no hay nadie que pueda hacer nada en su contra. En la media metropolitana están muy cortos de entendederas: una y otra vez, los cronistas son enviados a realizar preguntas que condicionen una respuesta, pero a diario hacen papelones.
El último caso de esta naturaleza pasó con una cronista de TN, quien quería a toda costa que el entrevistado se indignara por el precio del tramo de viaje en subte. La piña —figurativamente— fue colosal: el ciudadano de a pie no se cansó de resignificar la conversación con cada respuesta hasta que, finalmente, dio en la diana con un «¿Vos qué querés? ¿que un viaje en subte valga menos que una Coca Cola?».
Hay muchos dirigentes y medios que están navegando fuera de registro. La pasada elección, no la ganó la clase media, sino los pobres, quienes vieron temprano lo que se venía, que avisó, y que nosotros no lo vimos venir o nos resistimos al ver qué era lo que venía. Recordemos que, en un acto del dirigente del PO Gabriel Solano, pasó por el lugar un delivery al grito de «aguante Milei».
El tema estaba en la calle, estaba en la charla social, estaba en las encuestas. Y es razonable la resistencia a verlo, porque es ridículo no entender que, el cambio, no es Milei, sino que es la sociedad, que encontró el efector de ese cambio en Milei. No le están haciendo el aguante a Milei, están aguantando lo que votaron y ansiando el cambio que quieren ver.
Esta situación puede tener muchas interpretaciones. El politólogo de cabecera de Montenegro es el quien —encuestas mediante— aconseja radicalizar el discurso, confrontando con los municipales. Pero, en el terreno del análisis, es un error plantear «los municipales», ya que, si es cuestión de —para estar en onda— elegir un enemigo que coloque al intendente del lado de la gente (o sea, digamos), deberían apuntar a los dirigentes del sindicato. Esos sí son casta, si la hay en la ciudad.
La ruptura del PRO no ayuda por cierto. El rápido cruce a la nueva realidad de Patricia Bullrich y la necesidad de Mauricio Macri de recuperar su creación, complica la restauración de una fuerza de centro que equilibre al capital político libertario. El enfrentamiento ya provocó la ruptura del bloque de diputados provinciales del PRO y va a partir los bloques amarillos en toda la provincia de Buenos Aires. En estos días, se hará público que Guillermo Volponi abandona el bloque y, en consecuencia, el interbloque que le ha garantizado hasta ahora a Montenegro el manejo del gobierno local. No será la única fractura expuesta, habrá más.
Volponi ha mantenido reuniones con Bullrich e intercambia impresiones a diario con Gustavo Jara. Ambos comparten diagnostico y advierten, en su análisis que, de seguir así, el resultado de la elección de medio término en Mar del Plata puede ser un desastre. La idea, para evitarlo, es converger en una alianza conceptual con La Libertad Avanza, para lo cual es clave la relación con Sebastián Pareja, el armador de Milei en la provincia.
Tiempos interesantes, antigua maldición árabe.