El acusador Sandro Abraldes calificó al ex gobernador de “mandón”, “patriarcal” y “caudillo”, y luego habló de una “red” mediante la cual el imputado “derribó las defensas” de la denunciante para cometer los abusos.
José Alperovich se retiró con custodia policial del tribunal oral que lo juzga por una serie abusos sexuales en perjuicio de su sobrina y ex colaboradora privada. Fue por orden del juez Juan Ramos Padilla, a cargo del proceso, tras un pedido de los querellantes y del fiscal Sandro Abraldes para “conjurar el riesgo de fuga” del imputado, que deberá asistir este miércoles para presenciar los alegatos de su defensa. Unas horas antes de esa resolución, la fiscalía apuntó en sus alegatos de cierre contra el exsenador, a quien describió como “mandón”, “patriarcal” y “caudillo”, y afirmó: “Este es un juicio sobre la impunidad del poder”.
El tres veces gobernador de Tucumán sabía al acercarse al Tribunal Oral Federal 29 que recibiría sendos pedidos de prisión por parte de la querella, representada por Carolina Cymerman y Pablo Rovatti, y de la fiscalía de juicio. Habían transcurrido catorce jornadas de intenso debate donde se recibieron casi 70 testigos, y era momento de dejar atrás la etapa probatoria para iniciar los alegatos de clausura. Para eso, el acusado, que a lo largo del juicio compareció de manera virtual desde su casa en San Miguel de Tucumán, llegó temprano junto a sus hijos Gabriel, Daniel, Sara y Mariana. Su esposa, la exsenadora Beatriz Rojkés, aparecería conectada al Zoom de la audiencia con la cámara apagada.
La exposición de los representantes de la presunta damnificada comenzó 10.30 y duró alrededor de cinco horas, con un cuarto intermedio incluido. Durante su desarrollo describieron pormenorizadamente los elementos que, a su criterio, validaban la verosimilitud de los nueve hechos llevados a juicio: tres de abuso sexual -dos de ellos en tentativa- y seis de violencia sexual agravada por acceso carnal. Por todos ellos, que consideraron acreditados de modo “contundente”, solicitaron para el exmandatario provincial una pena de 22 años de cárcel y el dictado de una detención cautelar para el supuesto en que el veredicto resulte condenatorio.
A su término, tomó la palabra el fiscal Abraldes, quien con un proyector exhibió desde las 17.30 una serie de diapositivas para trazar la cronología de los “diez episodios de abuso sexual” que tuvo por comprobados. Al empezar, habló de la relación laboral que unía a la denunciante con el imputado, a quien la joven, de 27 años cuando empezó a trabajar a su lado, asistía como mano derecha en su agenda política, y dijo: “Alperovich no la quería para trabajar con él. La quería para la cama”.
“El acusado, cuando vio a la denunciante -por primera vez, en un evento político-, decidió que debía sumarla a su equipo porque su belleza física le provocó un gran impacto. No la quería para trabajar con él, la quería para la cama”, repitió ante la presencia de F.L. vía Zoom y con cámara apagada. Luego, al catalogar a Alperovich de “caudillo”, “jerarca” y “patriarcal”, Abraldes expresó: “El gran mandón puede hacer lo que quiere, cuando quiere. (…) Así es que la convirtió en un objeto de su placer sexual”.
“Este juicio es un juicio de la impunidad del poder”, aseveró el acusador, y poco después precisó: “José Alperovich estuvo siempre ubicado arriba, en una posición de poder amplio, y F.L. muy por debajo, en un área de sometimiento. Por eso este juicio”.
Para el fiscal, el imputado “tejió una red con la que luego atrapó a F.L. Inicialmente utilizó 3 técnicas combinadas y dirigidas para derribar sus defensas. Primero: la ostentación de sus riquezas y sus propiedades. Segundo: la ostentación de su liderazgo político. Tercero: la denigración y el rebaje del cuerpo de la denunciante”.
La fiscalía presentó una línea de tiempo donde puntualizó que los hechos de abuso sexual, según dijo, se produjeron entre el 14 de diciembre de 2017, a pocos días de su incorporación al espacio político de Alperovich, entonces senador nacional, y el 26 de marzo de 2018.
En esa presentación evaluó que los “accesos”, “tocamientos” y “situaciones indecorosas” se cometieron en uno los departamentos del imputado en Puerto Madero -Zencity-; en el auto del imputado mientras viajaban a realizar visitas al interior de Tucumán en el marco de una campaña proselitista para regresar a la gobernación; en el búnker de Alperovich de la calle Martín Fierro de la capital provincial y en una quinta de la localidad de Yerba Buena.
“El testimonio de la víctima ha resultado una pieza central, pero no la única. Se dan en este caso todos los elementos que la doctrina y la jurisprudencia marcan para tener plena convicción y entendimiento de lo que F.L. dice. Su relato fue claro, honesto, detallado y transparente. Un relato que se mantuvo inalterable en el tiempo, lo cual es un dato fundamental: es un relato confiable y persistente”, manifestó Abraldes ante una sala de audiencias colmada.
Además, afirmó: “El revelamiento de todos los hechos, cuando el estado psicofísico -de la denunciante- ya no le permitía callar más, ha quedado expuesto. (…) F.L. presentó un marcado deterioro físico y emocional contemporáneo con todos los hechos denunciados. Eso está corroborado científicamente, porque la ciencia en este recinto habló”.
Alperovich presenció el alegato al lado de su defensor Augusto Garrido. De a ratos cabizbajo, con la mirada perdida y un poco encorvado, con brazos y piernas cruzados y el ceño algo fruncido, escuchó serio cuando la fiscalía citó un fragmento de los dichos de su exasistente privada, donde ella explicaba que en uno de los sucesos denunciados, y ante su reticencia a dejarse tocar, el exsenador le comentó: “Sos muy rígida, tenés que entregarte y aprender a disfrutar”.
Luego de una exposición de casi cuatro horas que abarcó el análisis de una batería de videos, fotos, informes, chats, audios y testimonios incorporados al expediente durante el debate, el fiscal Abraldes tildó de “inviable” la hipótesis que intentó instalar Alperovich a lo largo de las sucesivas audiencias. En rigor, para el acusado la denuncia constituye un “complot” orquestado por la oposición a su espacio para “matarlo políticamente”.
Al momento de plantear una condena, el representante del Ministerio Público Fiscal solicitó una pena de 16 años y medio de prisión junto al pedido de detención preventiva para el caso en que resulte condenatorio el veredicto del juez Ramos Padilla. Como agravantes, la acusación habló de una “gratificación sexual personal” y una “ostentación de poder supremo” en cabeza del imputado. Bajo esos parámetros, también requirió una custodia personal sobre Alperovich “que nos asegure a todos que comparecerá” a la audiencia fijada para los alegatos de su defensa este miércoles.
El fiscal solicitó que se indemnice a la denunciante y que se incorpore el perfil genético de Alperovich al registro vinculado a los delitos contra la integridad sexual. Demandó la inhibición general de bienes del acusado para “asegurar” la “reparación integral” de F.L y, por último, adelantó que realizará denuncias por falso testimonio contra diferentes testigos que pasaron por el juicio, como el caso de la exsenadora peronista Beatriz Graciela Mirkin, a quien acusó de mentir en favor del imputado.