De cambios y desafíos I. El para nada radical Guga Lousteau desafía a la conducción del partido en la provincia impulsando a Pablo Domenichini, dirigente «conurba» que poco y nada tiene que ver con el grueso del universo afiliado —o que adhiere, al menos— al anciano partido. Los medios leen esta movida de Lousteau y Manes como un desafío directo a Maximiliano Abad, quien impulsa a la presidencia como su sucesor a Miguel Fernández. No es cualquier debate, ni cualquier elección.
De cambios y desafíos II. Es un dato tan obvio que es casi baladí citarlo: Lousteau es Enrique Nosiglia, que es Luis Barrionuevo; el objetivo es devaluar la posición de la UCR de la provincia que sostiene al partido aún por encima del radicalismo cordobés. En sí, es un planteo que busca cambiar la deriva del partido de integrante primus interpares del cambio, a un actor de diferente sintonía, alineado con grupos de interés que buscan mantener y sostener su propio espacio de negocios y conveniencias.
De cambios y desafíos III. Esta situación planteada por el neurólogo especialista en lugares comunes y el político de mayor imagen negativa después de Alberto Fernández trae problemas en la cámara baja de la Legislatura provincial: ordenar el escenario es para gente con sentido común, y clara lectura política. Ahí, hay un desafío enorme. En este juego el que se desmarcó fue el intendente de Tandil, Miguel Lunghi quien, si bien mantiene su postura contraria a las de Abad, no cruza el río y anuncia que en esta disputa será neutral.
De vivo, haciendo video. El ex radical devenido en kuka, el integrante de ATE, Facundo Villalba —más conocido como «el apache»— hizo un video circulando en moto a alta velovidad por el barrio Monte Verla, por la calle Alberti entre 188 y 184, la cual está detonada, mal. Al compañero el alma le vibra por los pobres… salvo que haya que vacunarse contra el COVID. Ahí, no tiene problema de saltarse la fila y salvarse solito. Villalba, como tantos otros vacunados VIP, finge demencia.
Insólito y muy peligroso. La medida impulsada por el gobierno de Lula Da Silva —el amigo de Nicolás Maduro y de Alberto Fernández— prohibiendo X —Twitter— en Brasil es inédita y propia de un gobierno dictatorial. El debate en la propia red X de Elon Musk se divide entre si es justo hacerlo por la problemática de las fake news, o si es un avance contra la libertad de expresión. Curioso: el PT, partido de Lula, sigue comunicando su posición por X durante el imperio del diktat judicial que impone el cese de actividad en Brasil y multas a los usuarios y servidores VPN que no actúen en consecuencia.