Uno de cada seis rumanos no dispone de inodoro con cisterna dentro de su vivienda. En Bulgaria, Lituania, Letonia, Estonia y Hungría las cifras caen pero preocupan.
Un bidón de plástico azul en el corral, junto a una jaula con gallinas, es el único espacio reservado para las heces en la vivienda del matrimonio de rumanos, Valentín, de 57 años, y Mirela, de 52 años, en Podu Văleni, una aldea en el condado de Prahova, a unos 40 km de Bucarest. Los dos son enfermos de epilepsia. “En este país, las personas con discapacidad somos peor que escoria”, refunfuña él.
Mirela, de camiseta de flores y mallas, da la vuelta a una cacerola de lata y se sienta sobre ella: “Odio este lugar”, afirma. Hay cartones en las ventanas, una estufa y dos colchones rodeados de botes de medicinas. Muestra los paños que ha bordado para convertir el espacio en un hogar. Un cazo de plástico cuelga de una pared, junto a estampas de santos, unas tijeras y un reloj. Una bombona de butano junto a un infernillo hace de cocina. Fuera, hay un coche destartalado, chatarra y una bici con la que Valentín va a la estación para hacer la compra. ¿Y el retrete? Valentín y Mirela son dos de los casi tres millones de rumanos que no tienen baño en casa.
Una de cada seis personas en Rumanía (15,4%) no posee inodoro con cisterna en el interior de su vivienda conectada a la red de agua y alcantarillado, según los datos más recientes de Eurostat (2023). La cifra se ha reducido casi siete puntos desde 2020 (22,8%) y casi a la mitad desde 2017 (29,7%) pero sigue siendo escalofriante. “Son familias en zonas muy deprimidas, en las que no hay alcantarillado, con muchos niños y también jubilados. Es el caso de la aldea de Tonciu, en Faragau”, explica una asistente de médico de familia en el condado de Mures, en Transilvania, que prefiere no dar su nombre.
El fenómeno llega hasta los colegios. Este curso escolar, que empezó el 9 de septiembre en Rumanía, había 70 escuelas “con baños inadecuados”, expuso la ministra de Educación rumana, Ligia Deca, en rueda de prensa. Lo que en ocasiones significa una cabina de madera en el patio, con una letrina. De estos, dijo, 50 recibirán fondos, y el resto, no son financiables al encontrarse en terrenos privados.
En Bulgaria (9,6%), Letonia (6%) y Lituania (5%), miles de personas también viven sin retrete, aunque son menos que en el pasado. El año de la pandemia, mientras las redes sociales se llenaban de ciudadanos preocupados por el acopio de papel higiénico, un 1,8% de los habitantes de la Unión Europea no tenía acceso a retrete con cisterna en casa; unos ocho millones de personas. ¿Quiénes son los europeos sin baño?
Chopin en una casa sin retrete
La historia de Valentín y Mirela es una de esas invisibles, marginales, con tantas capas como la vida. Valentín trabajaba “como mecánico, vigilante y haciendo chapuzas…” en Bucarest, hasta que sufrió dos infartos y recibió la incapacidad laboral. Mirela padece problemas mentales. Les echaron de la casa que alquilaban cuando se puso a la venta. Cuenta que tienen una hija, “que se llevaron los servicios sociales porque se escapaba”. Reciben unos 1.780 Lei al mes cada uno (unos 350 euros) del Gobierno rumano, que les sirve para pagar medicamentos, luz y comida. Cuando él está deprimido, pone música clásica en el teléfono, “eso me calma mentalmente”, explica; “en especial, Clayderman, Chopin y Hector Berlioz”, dice sonriente. Vestigios de la educación de una infancia que se esfumó. Para Mirela, “mi única alegría son los gatitos”. Tienen ocho y cinco crías.
“El saneamiento sigue siendo un problema importante en países europeos como Rumanía, Bulgaria y Lituania”, explica por email a El Confidencial, Sarika Saluja, directora de la organización para la mejora del saneamiento World Toilet Organization (WTO). Las causas, dice, son una combinación de “desigualdades socioeconómicas, infraestructura inadecuada y el aislamiento rural”. Rumania se ha quedado rezagada debido a la falta de inversión en infraestructura y servicios públicos rurales”, agrega. En 2022, tan solo el 59,2% de la población de Rumanía estaba conectada a sistemas de recolección de aguas residuales, según el Instituto Nacional de Estadísticas rumano, y deben ingeniárselas de manera individual. “Son familias que casi no pueden conseguir comida, ni tienen agua ni luz, ¿cómo van a reformar el baño?”, cuestiona Gina Neacsu, de la asociación Fabrica de Daruri, que apoya a niños de hogares sin recursos. Es la Europa sin alcantarillas.
El mapa de la marginación social
En 2017, la Comisión Europea dio un toque de atención a Lituania para que pusiera fin a las letrinas exteriores y mejorar la gestión de aguas residuales, caldo de cultivo para las bacterias. Una Directiva europea requiere que al menos el 98% de las aguas residuales de asentamientos con más de 2.000 habitantes sean recolectadas mediante sistemas centralizados. Desde entonces, “estamos trabajando con municipios y empresas y proporcionando financiación”, asegura Irmantas Valūnas, asesor del Grupo de Políticas de Prevención de la Contaminación del Ministerio de Medio Ambiente lituano. Menciona los más de 10 millones de euros de programas nacionales y 56 millones de euros del Fondo de Gestión del Agua para construir infraestructura. La UE también ha aportado 139 millones de euros al sector del agua para el período 2021-2027.
Las razones de esta carencia “son múltiples”, asegura Agne Kazlauskiene, asesora de Medio Ambiente y Energía de la Asociación de Municipios de Lituania. En primer lugar, expone, el desarrollo de la infraestructura para las redes de alcantarillado y de agua potable “es un proceso complejo y continuo”, que dice, “no es posible hacer dónde y para quién lo desee; el desarrollo se centraliza, se busca donde hay una mayor densidad de población, nuevas construcciones, reformas”. A esto se suma, asegura, la reticencia de algunas personas, tanto las más vulnerables como ancianos que no quieren cambios. “Incluso cuando las tuberías se instalan a su lado, no todo el mundo está dispuesto a conectarse a la red pública”, critica. Aun así, dice que los municipios se han fijado metas y celebra los avances. Si en 2017, había un 12,2% de hogares sin retrete con cisterna en Lituania; en la actualidad, son un 5%. En las zonas rurales, son el 13,2% (la mitad del 28,6% en 2017).