El sacerdote británico en la casa de otro religioso, que fue acusado de “tráfico de drogas con resultado de muerte”. En el lugar encontraron pastillas de éxtasis.
Un cura británico de 69 años, Andrew W., murió en el jueves por la noche en medio de una fiesta de sexo y drogas con un sacerdote belga, Bernard D., en su presbiterio de la parroquia de Heide, en Bélgica. Este último, de 60 años, fue detenido por tráfico de drogas con resultado de muerte.
Según indicó el medio local 7SUR7, el cura británico había llegado a la localidad con motivo de la visita del papa Francisco a Bélgica y era un amigo íntimo del párroco.
Era el viernes por la madrugada cuando el cura belga llamó a los servicios de emergencia después de que su amigo se desmayara. Al llegar al lugar, los médicos intentaron reanimarlo sin éxito y avisaron a la policía.
“Según las primeras conclusiones de la policía, del laboratorio y del médico forense, parece que los dos hombres habían consumido juntos éxtasis y poppers y que tuvieron relaciones sexuales”, dijo la fiscalía el sábado.
La autopsia no fue concluyente y las autoridades esperan ahora los resultados de los análisis toxicológicos para determinar la causa de la muerte del cura británico. Mientras tanto, la policía belga detuvo al párroco de Heide por tráfico de drogas, ya que encontraron algunas pastillas en el presbiterio de la Iglesia.
La noticia provocó una fuerte conmoción en el pequeño municipio de Heide. “Por lo general, los sacerdotes se encierran en sí mismos y, por supuesto, también tienen necesidades. Es un desastre que retraten al párroco bajo una luz tan desfavorable”, afirmó un vecino.
“Me temo que nunca más podrá ejercer su profesión de pastor, porque ahora está marcado con un sello del que nunca podrá deshacerse”, lamentó otro feligrés.
El cura Bernard D. atendía unas 13 parroquias de la zona y dos grupos de scouts. Se ordenó a los 34 años, tras trabajar algunos años en una aseguradora.
“Es increíble. Vi a Bernard el jueves, pocas horas antes de los acontecimientos”, dijo otro sacerdote a la prensa local. “No noté nada. Nadie era consciente de su orientación, de su doble vida. Aparentemente, es un hombre con dos caras”, continuó.
Una mujer involucrada en la vida parroquial consideró en diálogo con el diario Het Laatste Nieuws que “es una historia realmente triste”. “Nuestro sacerdote es amado por todos. Pero en lo que respecta a su vida privada, nunca se filtró nada. Lamento que haya tenido que ocultar su orientación sexual toda su vida”, dijo.