El platero será el encargado de la restauración de la estatua de Roca en el Centro Cívico de Bariloche y habló en la 99.9 sobre el vandalismo a este tipo de monumentos.
La estatua del General Roca que está ubicada en el Centro Cívico de Bariloche finalmente será reparada. Luego de múltiples ataques de vandalismo, era necesario intervenir y ese trabajo, lo hará el reconocido platero Juan Carlos Pallarols.
Desde su taller y a través de la 99.9 aclaró que lo que hará no es recuperarlo, sino “reparar el daño que intentaron hacer para que desapareciera Roca de ese lugar. Está en una situación delicada, porque le ha hecho tres cortes de cierre en dos manos, una pata y entonces si eso se tumba, no se levanta nunca más; pero afortunadamente llegamos a tiempo y lo vamos a rescatar y con toda seguridad y no se va a notar. Es una reparación simple”.
En cuanto a la técnica empleada para generar la estatua, destacó que “es de fundido en bronce a la cera perdida. Es una obra de arte hermosísima, una artesanía de la fundición muy importante, que en nuestro país tuvo grandes representantes. Nosotros estamos haciendo ahora un busto de San Martín con esa técnica y un sable de San Martín de 5 metros. Estamos en condiciones en la Argentina de hacer buenas obras, lo que tenemos que intentar es que no la destruyan”.
Más allá de lo sucedido en Bariloche, a nivel mundial hay todo un movimiento que ataca las obras de Arte, algo que no tiene demasiado sentido. La opinión de Pallarols fue muy clara: “estamos en una etapa de estupidez. Nosotros construimos este país, los argentinos, cuando éramos solamente 1.800.000 habitantes. Se hizo la Buenos Aires y la República Argentina que conocimos en el Centenario de la Independencia. La ciudad de Buenos Aires, desde el río hasta la General Paz y desde el Riachuelo hasta el Río de la Plata, se construyó casi en su totalidad cuando éramos 1.800.000 habitantes, de los cuales una inmensa mayoría eran todavía analfabetos. Quiere decir que se puede, pero hay que tener ganas, no hay que estar peleando, discutiendo, tratando de buscar la forma de rascarse el ombligo más horas por día. Mis abuelos maternos vinieron de Galicia sin un peso, durmieron el primer día en la calle, los contrataron en el café Tortoni, cuatro hermanos trabajaron 16 horas por día durante 10 años. Se juntaron $22 millones y se compraron el Tortoni. Fueron dueños del café por 25 años, hasta el año 1942 que lo vendieron y alguno se volvió a Galicia y los otros quedaron con su familia acá. Cuando hay ganas se puede todo, cuando no hay ganas, todo se hace imposible. Hoy somos más de 50 millones de habitantes y no podemos rescatar este país de todo esto. Queremos destruir la historia, queremos destruir el monumento a Roca, una persona que le dio tanta grandeza y tanta riqueza a este país. Algo nos está pasando mal en nuestra cabeza; hay que cambiar de aspirina”.
Lejos de evolucionar, la sociedad argentina parece ir en reversa profundizando discursos de odio que no permiten la convivencia con el que piensa distinto: “tenemos que aprender a convivir. No podemos vivir como perros y gatos, porque ni siquiera los perros y los gatos se pelean hoy. Han aprendido a convivir. O sea, los gatos y los perros aprendieron y no aprendemos las personas. Cada vez hay más odio, más bronca. Nos estamos destruyendo a nosotros mismos. Yo tengo 82 años, estoy a las 6 de la mañana fundiendo, me pegué una ducha hace un rato y ahora sigo trabajando y al mediodía tengo un almuerzo de trabajo y sigo y estoy transmitiéndole a mis hijos el oficio. Ya mis hijos son guapos y son mozos y tengo ahora mi nieta que está trabajando conmigo. Tengo mis bisnietos que son chiquitos y vienen a aprender; pero les inculcamos las ganas de trabajar desde chiquititos, la dignidad de ganarte el pan de cada día. Dejamos de ser un país constructor para ser un país destructor“, finalizó.