La nave Starship quiere convertirse en el primer servicio privado que llegue a la Luna y permita colonizar el planeta rojo.
El viaje todavía imposible a Marte acortó un poco su distancia este domingo gracias a una efeméride sin precedentes en la ingeniería espacial.
SpaceX, la empresa aeroespacial de Elon Musk, consiguió en su quinto intento no solo la hazaña de magia técnica de lanzar el mayor cohete espacial jamás construido, con una longitud de 71 metros, y hacerlo aterrizar de nuevo, sino que también cazó en pleno vuelo y devolvió a la tierra la altísima primera parte impulsora del cohete, equivalente a más de 20 pisos. Esto lo logró mediante unos novedosos brazos mecánicos gigantes.
La ayuda de 33 motores
Este éxito marca uno de los grandes hitos en general y en concreto para SpaceX en su objetivo de transformar la nave Starship en un sistema de cohetes completamente reutilizables. Este es un paso básico para hacer posible que las personas puedan viajar hasta el planeta rojo y establecer colonias con la opción de regresar a la Tierra.
En un proyecto más próximo, y menos ambicioso en el destino inmediato de la humanidad, la NASA paga a la empresa de Musk unos 4.000 millones de dólares para llevar astronautas a la superficie de la lunar durante las dos próximos misiones del programa Artemis.
La primera vez en la historia en que se producía la caza de la parte impulsora provocó una explosión de euforia en la sala de control de la base ubicada cerca de Brownsville (Texas).
El cohete propulsor Super Heavy, que es como lo han bautizado, retornó al suelo a los siete minutos de producirse el lanzamiento desde la plataforma de Boca Chica, sobre las 8,25 de la mañana en el horario de la costa de este de EE.UU.
El megacohete, de 5.000 toneladas, consiguió poner en órbita el módulo principal con la ayuda de los 33 motores Raptor de su primera fase, dando la impresión de un cigarrillo gigante cayendo de forma angular. Entró de nuevo desde la estratosfera al realizar una desaceleración controlada y posarse en la misma plataforma de lanzamiento tras ser recuperada por los chopsticks (palillos), una grúa que atrapa esa parte de la nave de manera intacta. Esto se hizo sin dejar que tocara suelo.
“¿Me estás tomando el pelo?”, exclamó admirado Dan Huot, director de comunicación de la compañía, durante la retransmisión en la web. “Lo que hemos visto simplemente parece magia”, añadió fascinado.
“Mientras nos entrenamos para regresar a la luna con Artemis, estas pruebas continuas nos prepararán para las audaces misiones que nos esperan, incluido el Polo Sur de la región lunar y entonces rumbo a Marte”, subrayó Bill Nelson, administrador de la NASA, en su efusiva felicitación a SpaceX.
Una vez separada, a unos 74 kilómetros de altitud, la Starship continuó su ruta por el espacio hasta la otra mitad de la tierra, a una velocidad de crucero de 27.000 kilómetros por hora, a unos 143 metros de altitud.
Volvió a entrar en la atmósfera, sobreviviendo a las presiones y las temperaturas extremas de la reentrada, y amerizó en el océano Índico, en torno a la zona oeste de Australia, tal como estaba previsto para completar esta nueva prueba, en la que también se experimentó con un sistema que usa el sistema de comunicación Starlink para, por vez primera, mantener comunicación con el módulo orbital en la fase de reentrada, algo que hasta ahora ningún vuelo espacial ha conseguido. Musk señaló que la nave aterrizó precisamente en el objetivo marcado.
Después de cuatro fracasos previos, que acabaron en explosiones desintegradoras, si bien fueron cuatro pasos hacia adelante, la nave tampoco llevaba tripulación en esta ocasión.
Según SpaceX, todavía habrá muchos experimentos con la Starship antes de que los cohetes sean lanzados a la aventura con personas abordo.