Luis y Valeria, la secretaria, estuvieron presos 10 meses por la violación de un alumno que no ocurrió. Él sufrió vejaciones y volvió a la docencia. Ella, no. Se sienten “condenados sociales”.
“El proceso judicial por abuso sexual fue bastante difícil y traumático para mí y para Valeria. Siempre digo que conocí el infierno, y dentro de ese infierno había gente muy buena y gente muy mala. En la cárcel pasé ese tipo de situaciones que siempre pasan. Me tuvieron detenido en tres comisarías y dos cárceles”. El testimonio crudo, directo y en primera persona, es de Luis, de 55 años, quien hace 3 años -tras la pandemia de COVID- estuvo preso por una falsa denuncia de abuso sexual y fue sobreseído junto con Valeria, su compañera de trabajo.
Ambos trabajaban en la escuela primaria Juan Gregorio de Las Heras, cerca de la plaza de ese departamento. Él, que era el director del establecimiento educativo, estuvo bajo proceso, preso e imputado como autor de ese aberrante delito en perjuicio de un alumno. Ella, que trabajaba como secretaria, estuvo imputada como entregadora o cómplice, permaneció detenida en una comisaría una semana y después en su casa, con tobillera electrónica.
Más allá de haber quedado desvinculados jurídicamente, Luis y Valeria coinciden, en diálogo con Diario UNO, casi 2 años y medio después de la decisión judicial, en que el caso que los tuvo como protagonistas excluyentes les hizo conocer “el infierno” por la detención.
Y más: sintieron en carne viva -y aún lo padecen- un estigma que los persigue, una mancha difícil de quitarse de encima: la condena social, que no sabe de dictámenes judiciales de inocencia ni de falsas acusaciones.
Luis, víctima de una falsa denuncia, en primera persona
Luis pensó que lo mejor era dejar la docencia porque seguir enseñando le resultaba imposible. Sin embargo, dos semanas después del sobreseimiento judicial volvió a ejercer pero ya nunca más en la escuela Juan Gregorio de Las Heras. “Pedí el traslado porque el vínculo entre el directivo y la familia escolar ya se había roto”, asegura. Pasó temporariamente por otras dos escuelas y hoy dirige la escuela Ley 1420, también pública, también situada en Las Heras. En Panquehua.
El caso Próvolo disparó las denuncias contra docentes
¿Cómo fue la época de detención? -preguntó Diario UNO a Luis, recién llegado a su casa desde el colegio que dirige.
Conocí el infierno pero también gente que me protegió y no me juzgó anticipadamente. Pero me pasó de todo: me tiraban agua caliente, me insultaban… Sí, sufrí vejaciones. Después llegó el sobreseimiento y empezó una de las peores etapas: salir a la calle y que la gente siga prejuzgando. Yo, como siempre digo, siempre voy a tener una espada sobre la cabeza porque quedó instalado que cometí ese delito. La condena social es terrible. Mis compañeros y por supuesto mi familia siempre me apoyan. También los padres, que están muy comprometidos y que me conocían desde mis épocas de vicedirector, que duró 4 años.
Desde el Caso Próvolo en adelante empezaron a pasar situaciones muy especiales en muchas escuelas. Todo se ponía en duda. Sobre todo la honestidad de los docentes. A mis docentes siempre les pido que estén con los profesores especiales: saben que tienen que cuidarse entre ellos pero, primero, cuidar a los menores de edad.
¿Cómo es que se rompió el vínculo entre la escuela Juan Gregorio de Las Heras y los padres?
Vea. Había casi 900 alumnos y que 10 u 11 padres siguieran hablando del tema aún después del sobreseimiento mío y de Valeria iba a incomodar a todos. Por eso me fui. Mis compañeros siempre nos apoyaron y mantengo con ellos un vínculo excelente.
¿Cómo vivió el regreso al barrio, a la familia… a la sociedad toda?
Me afectó muchísimo, especialmente al principio. Me tiraban piedras al departamento donde vivimos con mi familia. Durante mucho tiempo estuve en tratamiento psicológico y me dieron el alta. Tuve muchos pilares.
Hábleme de la familia y de cómo vivieron el drama…
Tengo a mis padres, a mi esposa y a mis tres hijos. A uno debí mandarlo a una escuela privada -en verdad quería que estudiara en la escuela pública- porque en la cárcel me amenazaron con atacar a mi familia. Fue para salvaguardar a mi hijo ese cambio de escuela. Mi esposa, que es docente, aún hoy tiene miedo como, por ejemplo, cuando usted llamó a la escuela preguntando por mí, pero eso quedó resuelto. El miedo persiste.
Luis sufrió abuso sexual en la prisión
¿Usted pensó en denunciar a la mujer que los denunció falsamente?
No lo hicimos porque la señora es inimputable por problemas de salud mental. Sí le hicimos juicio al Estado por las condiciones de detención y el desempeño del ETI y el DAE en la previa de las detenciones. Sabemos que los juicios civiles tardan el resolverse.
¿Sufrió agresiones en la detención?
No de parte de la Policía ni de los Penitenciarios, aunque había muchos comentarios mientras estaba preso.
¿Fue atacado físicamente por internos?
Sí, muy graves. En la comisaría y en la cárcel.
¿Fue violado?
Sí, con un hierro. Lo hizo un compañero de detención en una celda. La presión de los demás internos para que lo hiciera era insoportable. Jamás creí que podía vivir algo así y mucho menos en un lugar de encierro. Fui escupido. Me robaban la ropa. En el centro de detención del Polo Judicial me dijeron de todo, como que debían dejar abierta la celda para que este viejo violín sepa qué es esto.
El drama de Valeria, la docente que estuvo presa por la falsa denuncia de abuso sexual contra un alumno
Ya no volví a la escuela Juan Gregorio de Las Heras así que trabajo en la DGE. Lo mío es la docencia y no la administración, pero bueno, aquel episodio cambió todo. Sentí que ya no podía volver a la escuela porque más allá de que fuimos desvinculados y que todo empezó con una falsa denuncia siempre queda la duda. Sobre nosotros, en este caso. Siento que me miran diferente.
Por su experiencia, antes, ¿el docente sentía que podía ser denunciado falsamente?
Siempre. Lo que pasa es que hay situaciones que se naturalizan: padres que nos insultan, atropellan y siempre se minimizan esas situaciones, como que hay que dejarlas pasar. Los chicos nos respetaban siempre. Hoy, todo es discriminación así que muchas veces a los chicos no se les puede decir nada. Los derechos y el contexto se han exacerbado negativamente.
¿Qué trabajo hace en la DGE?
Llevo situaciones emergentes que surgen en las escuelas, que están en auge después de nuestro caso en la Juan Gregorio de Las Heras. Hoy, ante cualquier cosa aplican el protocolo y así llegan denuncias contra docentes que simplemente, por dar un ejemplo, les han tocado un hombro a los chicos. No todas las denuncias son falsas pero tampoco todas son reales.
¿Al docente se lo protege más después del infierno que vivieron usted y Luis?
Existe un protocolo que está vigente desde 2018 pero que muchos desconocíamos en la escuela hasta nuestro caso. El docente a veces no se ocupa de eso por estar tan ocupado desde lo pedagógico y lo administrativo. Hoy, el docente está muy expuesto y muchas veces es denunciado porque grita o, según los padres, enseña mal.
Valeria recuerda que “con Luis fuimos presos a los dos minutos de que nos denunciaron; ahora, en algunos casos a los docentes denunciados se los separa del cargo provisoriamente o se los traslada hasta que se investigue”.
Hábleme de su etapa de detención…
Estuve 8 días en un calabozo en la comisaría del barrio Municipal y luego casi 2 meses con prisión domiciliaria con tobillera electrónica en mi casa.
¿Cómo fue la vuelta a la libertad tras el sobreseimiento?
Fue como una liberación. Cuando fui sobreseída me sentía perseguida, que todo el mundo me miraba, aunque yo tenía la conciencia tranquila porque nada de lo que se denunció había ocurrido. Me sentí una condenada social.
¿Cómo fue la resinserción?
Con mi familia, amigos, compañeros fue todo normal porque ellos me conocían muy bien y jamás creyeron que yo hubiese hecho lo que se denunció. Hasta el día de hoy me apoyan. Sentí mucha bronca.
Dos años antes de la falsa denuncia, la detención y el proceso judicial Valeria había atravesado meses durísimos en lo familiar y emocional. En un semestre había perdido a la madre, al esposo y a la suegra. Un duelo extraordinario que mereció la licencia psiquiátrica. “Poco después de reintegrarme a la escuela se produjo la denuncia de la mujer. Fue tremendo”, evoca.
Valeria recuerda que fue detenida el sábado 29 de mayo de 2021 a las 9 de la noche.
Que la llevaron a una comisaría, que le pintaron los dedos y le sacaron la foto del prontuario policial. Luego, a la comisaría del barrio Municipal, donde estuvo en una celda sin luz.
Y que el hijo le llevó una frazada y comida durante varios días.
El caso de falsa denuncia que arruinó las vidas de los docentes Luis y Valeria
Mayo de 2021
. La madre de un alumno de la escuela Juan Gregorio de Las Heras denunció al director y a la secretaria, Luis y Valeria, por abuso sexual contra su hijo de 7 años.
. La DGE los separó del cargo provisoriamente.
. Intervino la fiscal de Delitos Sexuales Virginia Rumbo
. Luis y Valeria fueron detenidos e imputados. Él, por abuso sexual con acceso carnal agravado por ser encargado de la educación de la víctima. Ella, como partícipe.
. La denuncia indicó que Valeria llevaba al chico a la dirección para que Luis abusara de él.
. Luis y Valeria quedaron detenidos en comisarías
Junio de 2021
. Luis fue llevado a la Penitenciaría.
. Valeria quedó en prisión domiciliaria en su casa y con tobillera electrónica.
. La Fiscalía avanzó con la producción de pruebas: estudios médicos y psicológicos.
Marzo de 2022 (10 meses después de la denuncia y detenciones)
. La Fiscalía llegó a la conclusión de que el delito denunciado no había ocurrido.
. La jueza Érica Sánchez dictó el sobreseimiento.
. La causa fue archivada.