De relatos, mendacidad y oportunismo. Es, cuando menos, curioso cómo el gacetilleo, el corte y pegue ha hecho estragos en la comunicación. Ha llevado a que, por un acuerdo conveniente, cualquiera diga cualquier cosa y esto se publique. La Nación —cada día, menos— afirma que «los dos últimos año mejoraron los caminos rurales de la provincia», ilustrado con imagen sonriente de Kicillof. En Mar del Plata, un medio digital publica dichos de la pasionaria de los pobres de la periferia que dice «la pobreza hace que aumente enormemente la tuberculosis». Una de las mayores expertas en el tema, jefa del Servicio de Infectología en el HIGA, señala en la 99.9: «no es correcto atribuir a la pobreza el aumento de la tuberculosis que se trasmite por aire y no distingue clases sociales». Todo da igual, todo sea por unos marevides.
Crisis terminal. Es la que se da en materia de inseguridad en Mar del Plata, al igual que en el resto de la provincia: asaltos a toda hora y lugar, jueces liberadores que en horas devuelven los cacos a la calle y el abuso de la figura de encubridor para los ladrones de vehículos, bicis, motos, autos etc. Es absurdo que los actos diarios de venta de drogas en plaza Rocha no puedan ser controlados, cuando se dan en pleno centro y a la vista de todos. Cuando las fuerzas de seguridad actúan, como lo ha hecho la Federal, la jueza Lucrecia Bustos libera a los tranzas en horas.
Crimen de Estado. La muerte de cuatro funcionarios policiales —todos muy jóvenes— en un siniestro vial, es una muestra espantosa de las malas políticas del estado provincial para el uso de los recursos públicos y la ausencia de respeto a los derechos humanos de los activos policiales. Los subieron a una combi que vaya a saber si pasa la VTV, para ir a hacer seguridad en un partido de fútbol en Adrogué. Eran numerarios de Bahía Blanca. 1500 km ida y vuelta para un partido de futbol.
Horror en el horror. La alianza del Partido Socialista (PS) y La Cámpora en los años de maridaje de control de la UNMdP dejó al Colegio Nacional Arturo Illia en manos de la organización que impulsa la desidentificación (sic) de género e ideologiza la adolescencia. Ahora, hay una denuncia criminal contra la directora del colegio, impetrada por un letrado local, que debería traer severas consecuencias: la psicóloga educacional del Colegio Illia de Mar del Plata, Lic. Veronica Roose denunció penalmente a una madre que se negaba a que su hija sea tratada como varón y a la que se le cambió el nombre de pila en el colegio sin su consentimiento, así como que la niña no era escuchada cuando manifestaba que quería seguir siendo mujer. La causa fue desestimada y Roose está siendo investigada por los delitos de falsa denuncia y coacción. La directora del mismo colegio, Analia Laxalde, es la responsable de informar con hechos y documentos falsos a la Asesoría de Menores Nº3, que lamisma niña era un varón identificado con un nombre masculino (el cual no figuraba en su DNI), que era víctima violencia psicológica por parte de su madre, que no reconocía su derecho a la identidad, lo que generó se inicie un juicio ante el fuero de Familia por la guarda de la niña. La situación es muy delicada y el rectorado —del cual depende la dirección del Illia— hace como que no sabe nada.