Una catástrofe bíblica que se podría haber evitado

La catástrofe que golpea a España —en particular, a la provincia de Valencia— se podría haber evitado. No la lluvia, no el desborde de los ríos, no la situación en sí, que no es consecuencia del cambio climático, sino fruto del clima mediterráneo que desarrolla ciclos perfectamente estudiados. Pero sí se podrían haber evitado la mayoría de las pérdidas en cuanto a víctimas y destrozos.

Una de las precisiones que ha dado AMET —el servicio de meteorología de España— es que cayeron 500 litros de agua por metro cuadrado. En 1957, una tormenta de idénticas características arrojó sobre el área una cantidad superior: 619 metros de agua por metro cuadrado.

Así como las obras sobre el rio Turia protegieron el casco original de la ciudad, obras nunca realizadas por ningún gobierno —cualquiera fuera su signo— expuso al área a sufrir este desastre bíblico en pleno siglo XXI. Un film devenido en video viral de la década de 1960 muestra las tormentas históricas que han golpeado a la región antes de cualquier debate, afirmación o cuestionamiento sobre el cambio climático.

Una vez pasado el temblor, lo que quedará para el futuro será el debate de las competencias políticas por el volumen de desgracias personales y las implicaciones políticas por las obras nunca ejecutadas. Obvio es que, aún con los muertos sin contar, la miseria humana en formato político se ha hecho presente: Irene Montero, Ione Belarra y su tribu se decantan por atacar a Juan Roig (Mercadona) y a Amancio Ortega (Inditex) y pedir la confiscación de lo que llaman «pisos turísticos».

Para el jefe político de la comunidad autónoma de Valencia, Carlos Mazón, es el final de su camino político. Haga lo que haga, pagará el precio, sea éste lógico o no. Obvio es que, el que no podrá escapar de sus miserabilidades —la política, y la humana— es el premier español, Pedro Sánchez Castejón. Hizo lo mínimo y llego a decir: «si necesitan más ayuda, que la pidan». Bomberos franceses cruzaron la frontera llegando primeros en auxilio a los pueblos de la periferia valenciana, mucho antes que los grupos españoles.

Y por cierto la sociedad civil dio un ejemplo que llega a las lágrimas: de a cientos de miles cruzaron los puentes y hasta a pie por diez kilómetros fueron a  ayudar a mano a las comunidades más afectadas. Imperdonable que el gobierno español no declare la emergencia nacional y haya estado tres días sin movilizar al ejercito que gritaba por las redes que están presto y dispuesto.

Las escenas de dolor se sucederán por días. O semanas. Valencia ya fue devastada por la naturaleza a lo largo de su historia, consecuencia de sus condiciones geográficas y el contexto climático histórico del mediterráneo. Sobrevira y se reconstruirá.

Larga vida a Valencia, larga vida a España, nuestra madre patria.