Hace ya algunos años que Mar del Plata recobró su lugar central en la escena del veraneo en la costa bonaerense, impulsada por la recuperación del turismo juvenil que ocho años de muy malas políticas habían llevado a perder.
De la mano de los jóvenes y las movidas nocturnas, llegaron los padres. Familias que, por décadas, ni siquiera habían tenido en cuenta a la ciudad. En la construcción de este escenario actual, ha tenido un rol preponderante la actividad privada, que ha transformado el sur del partido de General Pueyrredon convirtiéndolo en un atractivo altamente deseable para el turismo. La oferta que ofrece la ciudad, en todas las áreas que se busque —hotelería, gastronomía, paseos turísticos o entretenimiento— es única.
Sin embargo, hay una cuestión en ciernes a la que no parece que se le esté prestando la debida atención: el remanido y tedioso tema de la inseguridad.
Paula es una vecina de la zona sur de Chapadmalal, a la que considera su lugar en el mundo. Publicó un video —que se viralizó rápidamente— en donde mostraba su hogar, revuelto y saqueado. Señaló en la FM 99.9 que nunca pensó que la publicación fuera a tener semejante repercusión. Y es que el daño, no lo recibió sólo Paula. Son muchos los que, a diario, pasan por las mismas situaciones.
Otro video, publicado por vecinos que ya están hartos de estar harto, expone diferentes situaciones en las que la intervención de los propios ciudadanos comunes es la que le pone coto al vandalismo de delincuentes sobradamente conocidos. En uno de los casos, una vez apresado el delincuente, llega al lugar una patrulla policial y se ve que los numerarios a cargo no tenían ni siquiera precintos para poder inmovilizar al caco. No es el único caso por el estilo.
Desde que el ex intendente GAP se lanzó a la aventura de actuar en los complejos temas de inseguridad, sostuve que estábamos ante un error: para poder actuar, hay que tener plenos poderes, y no es el caso. Lo que ocurre con la llamada Secretaría de Seguridad municipal, es que termina haciendo de stopper de los reclamos que, per se, deberían dirigirse a la provincia —en lo que hace a la fuerza policial y la prevención del delito— y al sistema de justicia.
Justamente Paula refería que los vecinos habían mantenido conversaciones con el secretario Gonçalves y con el intendente Montenegro. ¿Qué cambió? Nada. Y no cambia nada, porque hay que actuar con criterio policial y ese criterio es propio de la fuerza, no de empleados municipales.
Es un dato cierto que genera interrogantes en lo político que Guillermo Montenegro jamás cuestiona ni al gobernador Kicillof ni a su ministro de Seguridad en este tema en particular: los cruces pueden ser por Punta Mogotes o la Rambla, pero nunca por este debate que la ciudadanía necesita con urgencia.
El 2025 está ahí, a la vuelta de la esquina, y la cuestión de la seguridad debería ocupar el centro de la preocupación y de la acción política.