La reconocida activista nicaragüense Haydée Castillo siente que su país vuelve a nacer, pero de un modo opuesto al que soñaba desde que luchó como estudiante contra el régimen de Anastasio Somoza a fines de los años 1970.
Esta lideresa de la sociedad civil y defensora de los derechos humanos ve la reforma constitucional que ordenó el presidente Daniel Ortega en Nicaragua el miércoles -y que fue aprobada ayer por la Asamblea Nacional- como la instauración definitiva de un poder absoluto bicéfalo para él y su esposa, Rosario Murillo.
“Para mí es como un golpe al pueblo de Nicaragua, donde un matrimonio dictatorial y dinástico se toma prácticamente el país como si fuera su finca”, dice Castillo en una entrevista con BBC Mundo.
Exiliada en Estados Unidos, despojada de su nacionalidad nicaragüense y con sus bienes confiscados por el gobierno de Ortega, que la declaró “traidora a la patria”, Castillo llama a la oposición a unirse y a la comunidad internacional a actuar de forma más decidida por el país centroamericano.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con esta mujer de 63 años, que se separó del sandinismo tras la revolución contra Somoza y que en abril ganó el premio internacional de la red Acampa a la defensa de los derechos humanos 2024, el último de varios reconocimientos que ha recibido:
¿Cómo tomas el anuncio de cambio constitucional en Nicaragua hecho por Daniel Ortega?
Esta propuesta de reforma es casi como que hayamos amanecido en un nuevo país, que no es el país en que nacimos.
Esa nueva Constitución no resume la historia de Nicaragua, ni sus valores y sus principios.
Para mí es como un golpe al pueblo de Nicaragua, donde un matrimonio dictatorial y dinástico se toma prácticamente el país como si fuera su finca y quiere adaptar toda la institucionalidad a su medida.
Ya lo han venido haciendo de hecho, pero este es como su intento de legitimar procedimientos que han estado completamente fuera del orden constitucional en Nicaragua.
Rosario Murillo ya ejerce un enorme poder en Nicaragua y Ortega ya había anunciado el año pasado su deseo de nombrarla “copresidenta” de la república. ¿Qué cambiaría con esta reforma constitucional?
El cambio es drástico. Diría que no podemos hablar de una reforma: ellos están instituyendo un nuevo orden constitucional como si estuviéramos en los tiempos del feudalismo, de la esclavitud, en que prácticamente se instaura una dinastía familiar de Ortega-Murillo, donde se autonombran copresidentes.
Ellos ya se ven en su ancianidad y se están protegiendo para perseverarse en el poder.
Dicen que ellos dos van a tener totalmente la tutela del Estado, del pueblo de Nicaragua y de todos los poderes del Estado. Que si uno de los dos faltara, el otro queda en el poder.
Además dice que pueden nombrar todos los vicepresidentes que sean necesarios. Y, como hemos visto por su manera de actuar, esto equivaldría a que el montón de hijos que tienen pueden ser nombrados vicepresidentes y, cuando ellos desaparezcan, continúen la sucesión.
Quieren darle a entender al pueblo de Nicaragua que cada vez que hacemos acciones desde el exilio político junto con la comunidad internacional, es una injerencia extranjera.
Y en esta nueva Constitución dicen que toda injerencia extranjera atenta contra la vida del pueblo. No dicen que es en contra del poder dictatorial de ellos. Y plantean que es deber de todo el pueblo preservar esos derechos.
Quieren comprometer al pueblo de Nicaragua a defender a esta familia en el poder.
¿Entonces estás de acuerdo con quienes creen que esto encaminaría definitivamente la sucesión en el poder para Ortega y Murillo?
Efectivamente. Ellos usaron prácticamente una propuesta de reforma de 65 paginas que, si la resumes, dice que Daniel Ortega y Rosario Murillo, esta pareja dictatorial, se autonombran como que son el señor y la señora feudal y que el pueblo de Nicaragua debe estar al servicio de ellos.
Prácticamente resumen el unipartidismo, porque dice que cualquier partido político tiene que asumir los principios de esta nueva Constitución, que se autonombra revolucionaria, socialista, cristiana y solidaria.
Esto quiere decir que ningún partido de otro pensamiento ideológico podrá ostentar el poder.
Que un matrimonio pase a controlar los tres poderes del Estado sería algo insólito. ¿Se te ocurre algún otro caso que pueda haber inspirado este cambio?
Ellos están prácticamente superando a Nicolae y Elena (Ceausescu), a Mao Zedong con Jiang Qing, a Francisco Franco y “doña Carmen”.
Esto creo que es inaudito; no se ha visto en el mundo este cargo de copresidenta.
Sus niveles de distorsión de la realidad y de estar prácticamente borrachos de poder les han llevado a semejante aberración jurídica en pleno siglo XXI.
Como decía el secretario general de la OEA, esta es una dictadura matrimonial y esta reforma es completamente ilegítima.
De todos modos, la nueva Constitución establecería que el “copresidente” y la “copresidenta” serían electos por sufragio universal…
Sí, pero el gran asunto es que, al tener ellos control de todos los poderes del Estado, quiere decir que vamos a seguir en la repetición de los fraudes electorales.
He sido observadora electoral y puedo dar fe de cómo este régimen se ha robado elecciones municipales y presidenciales. Lo hemos denunciado en su momento.
Simplemente ellos se suben al poder con un descaro comunal. Han extendido el período presidencial a seis años. Todo el mundo esperaba que se convocara a elecciones en 2026. Ahora van a convocar hasta 2027, dándose tiempo.
Pero esto es una pantomima, porque en Nicaragua ya no quedan partidos opositores.
Incluso el unipartidismo es cuestionable, porque el Frente Sandinista ya no existe: no existe asamblea sandinista, ni congreso, ni consultas.
Como amanecen ellos son las decisiones que se toman en todo el país.
Otro de los cambios previstos es oficializar a los “policías voluntarios” formados por ciudadanos como parte de la Policía Nacional. ¿Qué papel han cumplido hasta ahora estas brigadas en el gobierno de Ortega?
Esos son de los aspectos más peligrosos. Prácticamente están “legalizando” lo que han venido haciendo desde 2018, cuando se dio la rebelión de abril.
Estos “policías voluntarios” son todo el tendido de paramilitares con que han agredido al pueblo nicaragüense.
Y hoy tenemos un saldo de más de 300 muertos en 2018. Pero los asesinatos en el campo y la costa del Caribe no se han detenido. Tenemos desaparecidos, gente perseguida, presos políticos en sus propias casas.
Y el ejército de Nicaragua, tristemente, también queda subordinado.
El grupo de expertos de la ONU para los derechos humanos en Nicaragua tiene clarísimo que Daniel Ortega, Rosario Murillo y todo el escalafón de mando hacia abajo cometieron crímenes de lesa humanidad.
Lo mismo ha comprobado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Como he escuchado en pasillos de la ONU cuando hemos hablado con diplomáticos, esto con lo único que se compara es con Corea del Norte.
¿Y cómo observas la propuesta de limitar la libertad de expresión, supeditándola a “los principios de seguridad, paz y bienestar establecidos en la Constitución”?
Esta dictadura cuando habla de paz se refiere a la guerra que tiene contra el pueblo de Nicaragua. Cuando habla de seguridad, prácticamente habla de un estado de terror en el que vive todo el pueblo, que quedó desprotegido de todos sus derechos.
El preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que fue creada para que ningún pueblo sea compelido a la rebelión.
Y aquí prácticamente ellos están convocando al pueblo a otra rebelión, porque están diciendo que la nacionalidad queda condicionada a los requisitos que ellos pongan, que el derecho a la libertad de pensamiento queda condicionado a los principios que ellos determinan, que la sociedad civil queda totalmente sometida y la manifestación de creencias religiosas queda también subordinada.
Una pregunta que muchos se hacen es por qué Ortega impulsa este cambio ahora, luego de haber reformado ya una docena de veces la Constitución desde 2007. ¿Tienes una respuesta?
Sí, creo que ellos se sienten vulnerables, porque saben que no tienen escapatoria por los señalamientos de haber cometido crímenes de lesa humanidad.
Están atrincherándose en el poder. Se sienten vulnerables a los imprevistos de la historia, incluido el fallecimiento de cualquiera de ellos dos, y están completamente a la defensiva.
Eso se suma a un contexto internacional. Están viendo el hilo en que se encuentra la crisis venezolana y que cualquier cosa que pase en Venezuela va a repercutir en Nicaragua. La crisis del sistema cubano también es un asunto de tiempo.
Este modelo que el régimen está instaurando en Nicaragua lo quiere proyectar a toda la región centroamericana.
El presidente de la Asamblea Nacional anunció que la propuesta constitucional será aprobada rápido, quizás esta misma semana. ¿Consideras esto inevitable?
Sí, es inevitable porque en Nicaragua no existe independencia de poderes del Estado.
La Asamblea Nacional es como una caja de resonancia de lo que dice la pareja dictatorial: están completamente subordinados y son ilegítimos en el poder, porque la Asamblea General de la OEA declaró que las elecciones de 2021 eran ilegítimas.
Aquí tenemos que hacerle el cuestionamiento a los partidos que supuestamente se consideran de oposición, el Partido Liberal Constitucionalista y otros, que en las elecciones de 2016 sirvieron de comparsa. Y en la Asamblea Nacional están prácticamente como un adorno.
Así que esta Constitución seguro va a entrar en vigencia para los destinos que la pareja dictatorial considere.
Distintos expertos han señalado que este cambio debería pasar por una Asamblea Constituyente en vez de la Asamblea Nacional, porque implica una reforma total de la Constitución vigente. ¿Coincides?
Sí, porque en Nicaragua el sistema político era participativo y representativo, se regía bajo los principios de pluralismo político y la soberanía la tenía el pueblo.
Para hacer un cambio tan sustantivo y prácticamente institucionalizar una dinastía familiar, se requiere necesariamente una Asamblea Constituyente.
Has llamado a los liderazgos políticos, económicos y sociales de Nicaragua a formar “una alternativa política honrosa” que “logre poner fin a esta dictadura” de Ortega . ¿Cómo se puede hacer eso las circunstancias actuales?
No es fácil hacer oposición ante un régimen que funciona como el crimen organizado.
Imagina lo que significa hacer oposición desde el exilio, desde la cárcel o teniendo las patrullas de policía en la puerta de la casa.
El régimen cuenta con todos los recursos: los de la comunidad internacional y con todas las remesas que mandamos, que ya son casi el 30% del PIB.
Prácticamente estamos enfrentando un régimen como si desde el exilio tuviéramos que enfrentar a Pablo Escobar en Colombia, o al Chapo Guzmán en México.
A pesar de todo eso, tenemos que ponernos a la altura y dejar a un lado las diferencias ideológicas, porque esta es la lucha de un pueblo contra una dictadura que se ha tomado el país.
Esto implica conformar una sola fuerza política que proponga un proyecto de nación que nos devuelva las libertades y la democracia. Necesitamos unos liderazgos diversos, probos y colectivos, para no volver al caudillismo.
Ese es mi llamado al pueblo de Nicaragua y a los liderazgos.
¿Ves alguna señal en ese sentido?
Han sido seis años muy duros; ha habido cantidad de intentos, como la misma rebelión que hicimos en 2018, pero ya sabemos en lo que ha quedado.
Hay síntomas en algunos liderazgos de la oposición de reconocer que no tenemos otra alternativa que unirnos. Se empiezan a ver algunos signos, pero creo que aún no es suficiente.
Creo que esta reforma constitucional puede ser también el elemento para que le demos vuelta a la crisis y convertir esta barbarie en una gran oportunidad para construir esa paz que nunca hemos podido tener.
El secretario general de la OEA rechazó de inmediato esta iniciativa de Ortega y sostuvo que “la presión diplomática sobre el régimen dictatorial conyugal debe redoblarse”. ¿Qué puede hacer la comunidad internacional por Nicaragua que no haya hecho?
Pues diría que tiene una gran corresponsabilidad.
Quiero agradecer a quienes han hecho esfuerzos. Pero quiero decir que el multilateralismo ha quedado sobrepasado por esta dictadura.
La comunidad internacional se ha tardado en ser coherente. Por un lado, en los foros políticos se condena a la dictadura. Pero por otro, esos mismos países que son socios de la arquitectura financiera internacional le siguen proporcionando préstamos al régimen, que los usa para su tendido represor.
Se debe revisar el tratado de libre comercio que tiene Estados Unidos con Nicaragua, que beneficia a la dictadura.
La Unión Europea debe evaluar inmediatamente el acuerdo de asociación estratégica que tiene con Centroamérica, que incluye a Nicaragua.
La comunidad internacional debería aislar completamente al régimen.
Ahora hay un gran riesgo de que elijan al excanciller de la dictadura Denis Moncada como secretario general del SICA (Sistema de Integración Centroamericana), cuando esto pone en riesgo la seguridad de Centroamérica
La comunidad internacional puede agilizar el paso para que la Corte Penal Internacional y la Corte Internacional de Justicia abran los casos penales para llevar a Ortega y a Murillo a juicio.
Así como veo que se mueven por la barbarie en Gaza, que duele muchísimo, o por lo que pasa con Ucrania, tienen que ver que en Nicaragua se están cometiendo crímenes y no pueden seguir indiferentes.