El fin del oprobio

Con acciones como el acuerdo con el gobierno francés para la adquisición de tres submarinos Scorpene fabricados por la empresa Naval Group, se termina una era de oprobio y comienza el reequipamiento de nuestras Fuerzas Armadas.

Con esta operación, que tendrá un costo de u$s2.000 millones, el gobierno aspira a dejar, al final de su mandato, unas Fuerzas Armadas en pie y con capacidad operativa de proporciones dignas. Los acuerdos con Francia son, también, un elemento de peso para el presidente Macron, quien tuvo en la Casa Rosada una reunión reservada con el presidente argentino antes de la cumbre del G20 en Río de Janeiro, obedeciendo a la presión interna hacia el gobierno galo para que avance con los acuerdos MERCOSUR/Unión Europea.

Estos entendimientos bilaterales con Francia se suman a los logrados con Estados Unidos y cuyas primeras manifestaciones operativas se dan a conocer con el accionar del Orión P3, que ya actúa en custodia de los intereses del país habiendo incluso cumplido una acción concreta en el territorio antártico. Esta aeronave y dos más que llegarán al país en 2025 cuentan con todo el equipamiento de tecnología de última generación propios de su rol de controladores y sistemas de alerta de avanzada de la NATO.

No es menor el avance de modernización de los taques tipo TAM con tecnología israelí, que ya están saliendo de la planta de montaje con características que los equiparan, en poder de fuego, con los grupos de tanques de las Fuerzas Armadas de la región.

Estamos ante un cambio de era que no deja de lado tampoco la necesidad de darle a las Fuerzas un sesgo más moderno desde sus cuadros de oficiales y su estructura de comando. Hay un claro déficit de control interno, como quedó expuesto en el relevo del ex jefe de la Fuerza Aérea, Fernando Mengo, tras un escándalo revelado por una investigación periodística.

En octubre, dos mil hombres pertenecientes a las tres fuerzas llevaron adelante un operativo de entrenamiento de guerra en tiempo real por el plazo de diez días, el cual dejó conclusiones al respecto de las debilidades y fortalezas de las mismas, lo que permitirá en los próximos años afrontar cambios de curso y acción en la defensa del territorio nacional. Obvio que, cuatro décadas de desinversión en estructura y personal, no se van a corregir en semanas. Pero sí es un dato de la realidad que ya se ha comenzado a transitar un camino diferente.

La próxima llegada de los F16 dará un salto de calidad enorme, colocando a la Fuerza Aérea al nivel de sus compañeros de armas del resto del continente. Siendo la única del hemisferio en haber entrado en combate, tiene una tradición guerrera única. Formar a las nuevas generaciones en el combate, es un elemento central para la defensa nacional.