Los informes del ex espía presentados en el 2015 para conseguir asilo son revelados en el libro “Nisman, anatomía de un crimen” de Daniel Santoro que Clarín anticipa en exclusiva. A diez años de la muerte del fiscal de la AMIA. Responsabiliza a Cristina Kirchner.
El nuevo libro de Daniel Santoro “Nisman, anatomía de un crimen” contiene una serie de revelaciones sobre el crimen del fiscal de la AMIA, entre ellas, el dossier secreto que el ex espía Antonio Stiuso le dio al gobierno de Barak Obama para conseguir asilo en 2015.
En uno de los dos informes que Stiuso escribió de puño y letra describió “todas las operaciones que mandó a hacer Cristina Kirchner para asesinarme a mi y a Nisman”, que se cuentan por primera vez en este libro publicado por editorial Emporio de Córdoba y que Clarín publica un adelanto en exclusiva.
A poco de cumplirse 10 años del crimen del fiscal de la AMIA el 18 de enero próximo, Santoro –uno de los periodistas que más conoce este caso, el atentado a la mutual judía y el Pacto con Irán- cuenta que de su primer libro “Nisman Debe Morir” (2015), donde sostenía la hipótesis del suicidio inducido, pasó a aceptar la acusación de la Justicia según la cual el ex magistrado fue víctima de un asesinato y la cuenta con lujos de detalles. Además, revela las maniobras para tratar de encubrir el crimen y las peleas entre la ex presidenta y Stiuso, que aún tienen un final abierto.
Antes, señala el décimo primer libro del editor de Judiciales de Clarín, la ex mujer de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, “habría recibido amenazas y un virus troyano en su celular. La SIDE aisló el virus en una computadora, lo estudió y descubrió que una de las terminales era la hija del general y hombre fuerte del chavismo Diosdado Cabello”.
Un libro de investigación con ritmo de trhiller policial que analiza también las sospechosas llamadas en la mañana del 18 de enero de 2015 –que el autor reveló en Clarín y ahora amplió- entre el ex jefe del Ejército general César Milani, el ex número dos de la SIDE y actual ministro de Justicia de Kicillof, Juan Martín Mena y otros jefes de la inteligencia argentina, doce horas antes de que se encontrara el cadáver de Nisman en su departamento de las Torres Le Parc.
En las agitadas últimas semanas de diciembre de 2014 cuando Cristina descabezó a la SIDE y echó a Stiuso, Oscar Parrilli le había ofrecido al ex director de Operaciones “irse de agregado de la SIDE a Egipto, pero el ex espía se preguntó: “¿Ese destino lo eligió la presidenta Kirchner o el general iraní Ahmed Vahidi para asesinarnos?”, en las notas a la administración Obama. Vahidi es uno de los cinco iraníes con alertas rojas que están acusados de ser los autores intelectuales del atentado a la AMIA.
En su dossier, Stiuso afirma que el ex presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez “le pidió primero a Néstor y luego a Cristina reanudar el intercambio nuclear con Irán”. En el documento, Stiuso revela que en “2006 el reactor de Teherán sufrió un recalentamiento de su núcleo porque se le habría introducido un material desconocido para producir plutonio con fines militares. Y necesitaban científicos argentinos para arreglarlo”.
En forma adicional, ese mismo año Irán “tenía problemas para la purificación del uranio” y como el que producía tenía “demasiadas impurezas” le hacía “imposible” su uso en sus centrífugas para enriquecer uranio al porcentaje militar, agregó el ex espía.
Desde la suspensión de aquel envío habían pasado 15 años, recordó Stiuso, y esas eran muestras del “daño infligido” al plan nuclear iraní con fines militares de lo cual estaban al tanto Néstor y Cristina. En esa época, Stiuso tenía como informante al número dos de la CNEA. Y ese, según su criterio, fue el verdadero móvil del atentado a la AMIA de 1994 que dejó un saldo de 85 muertos.
El libro que Cristina le tiró a Stiuso
El nuevo libro de Santoro también revela datos de color. En esa reunión secreta de 2001, “Stiuso saludó y se acercó a un pizarrón para graficar las conexiones entre los autores materiales del Hezbollah y los intelectuales de Irán en el ataque a la AMIA, cuando de repente sintió que un objeto le golpeó la espalda y escuchó a Cristina que le decía:
¿Leyó el libro de “AMIA: ¨Por qué se hizo fallar la investigación” de Claudio A. Lifschitz?
Sorprendido Stiuso se dio vuelta, le empujó el libro sobre la mesa y contestó:
Yo no leo boludeces”
Las negociaciones secretas con Irán
Stiuso está convencido, cuenta en esas notas a Obama, que la persecución en su contra y de Nisman comenzó a partir del inicio de las negociaciones secretas con Irán en 2011.
Para Stiuso el primer paso de una larga “operación” ordenada por Cristina Kirchner comenzó en octubre de 2012 cuando el fiscal José María Campagnoli, bajo la presión de la fundadora de Justicia Legítima y Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, pidió su detención en el caso del oscuro secuestro del dirigente ferroviario Severo Caballero. Este había sido raptado justo antes de declarar en el juicio por el asesinato de Kosteki y Santillán en junio 2002, como cuenta el autor en su libro “La Ruta de la Efedrina”.
En medio de una historia de espías y traiciones, por otra parte, el fiscal federal Ramiro Gonzalez imputó a su jefa Gils Carbó por haber filtrado informes del fiscal Campagnoli al ex número dos de la SIDE K Paco Larcher de la causa por el secuestro de Severo Caballero en Avellaneda. Stiuso afirmó, como testigo, que Gils Carbó le “dio copias de lo actuado” por Campagnoli a Larcher y luego, preocupada, le mandó a decir a través de Nisman que no quería tener “ningún inconveniente” con él. Luego fue la muerte del “Lauchón” Viale, un agente de Stiuso que fue acribillado a balazos por el grupo Halcón de la policía bonaerense en un polémico operativo antidrogas ordenado por el juez federal Juan Manuel Culotta, en julio de 2013. Y dos años después del crimen de Nisman. Datos de una pelea, entre la ex presidenta y el poderoso ex espía que aún no terminó.
La pérdida de 10 millones de llamadas de la AMIA
Por otra parte, en su décimo primer libro, Santoro revela otra de las peleas entre Stiuso y el kirchnerismo. Dice el texto:
“Volvamos al 2015. Meses más tarde, la carta reservada de Stiuso a Lorenzetti y a Parrilli comenzó a dar sus frutos judiciales y se empezó a saber qué realmente había ocurrido con los 35 CDs con los 10 millones de llamadas telefónicas de la causa AMIA.
A principios de 2015, tras la muerte de Nisman, el entonces jefe de la División de Seguridad Informática de la SIDE fue convocado al piso séptimo de “la casa”, ubicada en 25 de Mayo 33, para trasladar equipos informáticos de la dirección de Contrainteligencia sobre todo de la causa AMIA.
La suspensión de la salida de los equipos con los CDs fue por orden del nuevo director de Contrainteligencia y futuro diputado ultra K Rodolfo Tailhade, según ese directivo que declaró como testigo ante la Justicia. Para su sorpresa, al experto informático no lo dejaron entrar a la oficina asignada y vio como se llevaron en carritos los equipos informáticos sin cadena de custodia y tampoco supo a donde luego se fueron.
Entonces, un guardia de seguridad llamó a Tailhade y éste le contestó que iba a consultar con el entonces número uno de la SIDE Oscar Parrilli para arreglar la situación. Pero Tailhade, luego, le dijo que “ya está todo” y le ordenó suspendiera el traslado y devolviera la camioneta con que iba a ser la mudanza de los equipos.
Después, un comisario retirado de la Policía Federal que estaba a cargo de esos equipos confirmó los dichos del experto informático. Afirmó que el 29 de enero cuando iban a trasladarlos a la dirección de Contraterrorismo, Parrilli “dijo que no autorizaba las salidas” de los CDs y que el comisario “agarraba sus cosas, dejara las llaves y se fuera” (4).
El policía retirado, ya como testigo en la causa de Ercolini, precisó que dejó un acta describiendo el contenido de esos equipos. Y semanas después fue conminado a comparecer ante la SIDE para preguntarle si sabía dónde estaba Stiuso, pero nada le fue comentado sobre los CDs.
Ese agente declaró también en una causa abierta por Toma, quien denunció a Parrilli, Juan Martín Mena (segundo de la SIDE), Tailhade, Stiuso y el ex “Señor Cinco” Chango Icazurriaga por la destrucción o pérdida de esos CDs de la causa de la AMIA. Otros dos ex agentes confirmaron, también, que les prohibieron sacar los equipos y que éstos habrían quedado en el séptimo piso de “la casa”.
En esos carritos observados por los testigos se supone que iban los CDs perdidos con las llamadas telefónicas y no se sabe, hasta ahora, donde quedaron. Salieron del 7 piso de la SIDE donde tenía su oficina Stiuso que tras su retiro había sido allanada y dada vuelta, al punto de romper las paredes, buscando documentos escondidos.
Los agentes que “reventaron” la oficina de Stiuso dejaron un recuerdo simbólico, a la vista, sobre el escritorio: guantes de látex. Mensajes de espías…
La denuncia de Toma finalmente había recaído en el juez Ercolini y el fiscal Carlos Stornelli, al acumularse con la que tenía Canicoba por decisión de la Cámara Federal porteña.
Al ratificar su denuncia, Toma subrayó que le llamó la atención que Parrilli hiciera “tres meses después” del hecho una acusación contra Stiuso por el faltante de entre “24 y 35 Cds” con esas llamadas entrantes y salientes de la Argentina en el año anterior y posterior al atentado a la AMIA.
Stiuso había sido echado el 17 de diciembre de 2014 por Parrilli, tras que Cristina descabezara la SIDE.
Toma, que es un aliado histórico de Stiuso, explicó que este tipo de información sensible se guarda en un original, una copia y un soporte papel.
La presentación de Toma fue para contraponerse a una denuncia que Parrilli había presentado unos días antes contra Stiuso, que estaba asilado en EE.UU., por incumplimiento de los deberes de funcionario público ante el juez Rodolfo Canicoba Corral.
En febrero de 2016, Ercolini sobreseyó parcialmente a Stiuso por la denuncia de Parrilli por incumplimiento de los deberes de funcionario por no presentarse ante la SIDE y los fiscales de la UIF AMIA cuando fue citado”.
Y así lo acusación se había dado vuelta, dice el nuevo libro de Santoro.