Puerta giratoria

El pasado 28 de octubre, un hombre con antecedentes robó una camioneta después de golpear a su dueño y la terminó chocando contra dos autos estacionados. Hoy, sin que hayan pasado ni 40 días desde el hecho, ya se encuentra en libertad.

Coincidentemente otro 28 de octubre, pero de 2008, en el marco de un debate abierto por el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, quien había hecho un llamado a bajar la edad de imputabilidad, la entonces presidente de la nación, Cristina Fernández de Kirchner, en un rarísimo acierto, aseguró que el problema no era la falta de leyes más severas, sino el servicio de justicia: «la policía detiene, y la Justicia libera y libera», dijo.

Dieciséis años más tarde, las palabras de la ex mandataria parecen más vigentes que nunca. La sociedad sigue demandando mayor seguridad y la instalación de cámaras, la colaboración entre las diferentes fuerzas, la compra de armas no letales y los operativos de verano se siguen mostrando como medidas insuficientes a la hora de garantizar la tranquilidad de los vecinos. Porque una de las patas más importantes del problema es un servicio de justicia ideologizado e ineficiente, que no atiende a las necesidades de las víctimas y sólo piensa en preservar a los delincuentes.

El robo

El evento que nos ocupa sucedió hace menos de cuarenta días: cuenta la crónica que apenas el pasado 28 de octubre, Alejandro Omar Rodríguez, de 29 años, fue detenido por personal de Prefectura en el barrio Sarmiento luego de golpear a un hombre de 66 años, sustraerle su camioneta Hilux y, en medio de su intento de fuga, estrellarla contra un Chevrolet Astra y un Chevrolet Onix, en un evento que no tuvo ni muertos ni heridos de puro milagro.

No era la primera vez que este hombre tenía un encontronazo con la Justicia: Rodríguez había sido condenado por robo en grado de tentativa a la pena de un mes de prisión de efectivo cumplimiento, y a la pena única de seis meses de efectivo cumplimiento y seis meses de prisión de ejecución condicional. Más tarde, este mismo individuo fue condenado por el delito de robo en grado de tentativa a la pena de 20 días de prisión de efectivo cumplimiento, por ser considerado reincidente.

A pesar de todo ello, el pasado 4 de diciembre la Justicia decidió «Hacer cesar la medida de coerción dictada contra Alejandro Omar Rodríguez y ordenar la inmediata libertad del mismo».

Cambio de paradigma

En una entrevista para la FM 99.9, el abogado Martín Ferrá se refirió a este hecho, asegurando que «el Poder Judicial tiene que cambiar el paradigma en materia de detención y privación de la libertad».

Detalló el letrado: “el hecho ocurrió hace menos de dos meses, 38 días, 28 de octubre de 2024, lo vio toda la sociedad porque están los vídeos. Fue en calle 9 de Julio e Islas Malvinas. Un delincuente con frondosos antecedentes, múltiples condenas, condición de reincidente, que había salido en libertad el 6 de abril del 24 por cumplimiento efectivo de la pena, vuelve a cometer un hecho delictivo de gravísimas consecuencias y no hubo más muertos porque la ruleta rusa justo gatilló en el espacio vacío del tambor de este delincuente”.

Luego agregó más detalles del hecho y del autor del mismo: “el delincuente es Alejandro Omar Rodríguez, de 29 años. En esa fecha, el 28 de octubre, un ciudadano, un marplatense honesto, trabajador, de 66 años, cometió el pecado, el error o el delito de detenerse con su camioneta junto a un contenedor para arrojar una pequeña bolsa de escombros. Este delincuente aprovechó la oportunidad para aplicarle un golpe de puño furibundo en la cara, dejarlo semi inconsciente tirado en el suelo, subirse a la camioneta que estaba en marcha y darse a la fuga, no sin antes correr el riesgo de pasar por arriba a la víctima que quedó tendida en la calle. A partir de ahí se da la fuga y a unas cuantas cuadras del lugar choca con dos vehículos, los destruye, sale de la camioneta por la ventanilla porque las puertas quedaron deformadas, los vecinos salen asombrados y al verlo huir lo corren y entre los vecinos y la Prefectura Naval que estaba apostada por la zona, es detenido”.

Lo que más preocupa a Martín Ferrá tiene que ver con la responsabilidad del Poder Judicial en este tipo de historias, que suelen tener además un final trágico: “la paradoja de esto es la puerta giratoria y la ruleta rusa. No hay otro responsable que el Poder Judicial que el día 5 de diciembre, ayer, le otorga la libertad inmediata. Este hombre estaba detenido en la Unidad Penal 44. En este caso no fue el juzgado de garantías cuatro del doctor Tapia sino el juzgado de garantías número seis a cargo de la doctora Lucrecia Bustos. Quiero recalcar la actitud de la fiscal de Automotores, doctora Lorena Yrigoyen, que en todo momento pidió la prisión preventiva de este sujeto. De hecho, estaba en la Unidad Penal 44 y se opuso a la excarcelación. Lamentablemente la jueza de garantías no hizo lugar y este delincuente, que no se resocializó en 38 días, hoy está en la calle con total tranquilidad. Usted imagínese la tranquilidad de esta víctima que todavía no está recuperado de los golpes que recibió. Y ni hablar del impacto de su camioneta, que no sirve más además de los ciudadanos decentes que tenían sus vehículos estacionados en la vereda de sus domicilios que tampoco han podido tener reparación de este hecho. Este hombre está en la calle y yo sinceramente creo que va a volver a delinquir. Alejandro Omar Rodríguez, con varias causas y varias penas, la última la cumplió el 6 de abril del 24 y ya tiene un cumplimiento este mismo año, el 27 de enero del 24, es reincidente y la jueza de garantías le concedió la excarcelación y la inmediata libertad”.

La afectación directa para las víctimas también es algo que el sistema debe tener en cuenta porque los efectos de ese hecho delictivo y violento, son perpetuos: “la víctima no se saca de encima nunca más todo lo que vivió, se lo puedo asegurar. Yo quisiera saber, y sigo insistiendo, que me expliquen cuál es el criterio común. Ya ni siquiera voy con la jueza, voy con el sistema judicial. Este hombre, Alejandro Rodríguez, entre las múltiples causas que tiene, todas por robo y hechos similares, evidentemente es un delincuente nato. Tiene penas, cuatro condenas. Dos condenas de seis meses de prisión, tiene una de un mes de prisión de cumplimiento efectivo y otra de 20 días de prisión efectiva. El robo simple es el que caratula a la jueza, porque no sólo eso, la fiscal pidió robo agravado de automotor y la jueza le bajó la calificación y le puso robo simple. El robo simple tiene de un mes a seis años de prisión”.

La manera de solucionarlo, es cambiando la mirada de la justicia porque sino seguirá sucediendo: “acá no hay más excusas. El Poder Judicial tiene que cambiar el paradigma en materia de detención y privación de libertad. Hablan de la peligrosidad procesal, que puede ser peligro de fuga o entorpecimiento de la investigación. Que cambien el paradigma, que abracen el concepto de peligrosidad social. Este hombre no puede estar en libertad. La jueza de garantías no tendría que haberle dado la libertad por la extrema peligrosidad social que ha demostrado. La cantidad de condenas, la cantidad de hechos delictivos, la violencia desplegada y el riesgo potencial que dejó a toda la sociedad ese día, en ese robo y los choques sucesivos, ameritan que siga detenido hasta el juicio oral y público. El máximo de la pena, porque es reincidente y ya tuvo cuatro condenas anteriores. Aplíquenle los seis años, aplíquenle pautas de conducta de resocialización, como terminar o completar o iniciar sus estudios primarios, secundarios y terciarios. Y hasta que no adquiera dentro de esos seis años de prisión un título habilitante de un arte, oficio o profesión, no se le da por cumplida la pena”.