Amnistía Internacional la describió como un “matadero humano”, donde, según otros grupos de derechos humanos, decenas de miles de personas fueron torturadas y asesinadas durante los 13 años de guerra civil.
Al desmoronarse el régimen de Bashar al Asad en Siria durante el fin de semana, los rebeldes vencedores abrieron de par en par las puertas de las prisiones en las que el gobierno había detenido a decenas de miles de sus ciudadanos, torturándolos y matándolos a escala industrial.
Multitudes de sirios se acercaron a estos lugares en busca de seres queridos que habían desaparecido en el sistema penitenciario durante los 13 años de guerra civil. Ninguna prisión es más brutal que la de Sednaya, ubicada al norte de Damasco, la capital del país.
Incluso antes de la guerra civil, Sednaya era conocida por sus torturas y abusos generalizados. Pero durante el conflicto, se convirtió en un lugar de depravación y violencia, utilizado para cometer algunas de las peores atrocidades del gobierno de Al Asad cuando era presidente.
Grupos de derechos humanos afirman que decenas de miles de personas estuvieron detenidas en Sednaya. Fueron torturadas, golpeadas y privadas de alimentos, agua, medicinas y condiciones de higiene básicas. Miles de personas fueron ejecutadas en ahorcamientos masivos tras juicios falsos. Un grupo estimó que más de 30.000 detenidos fueron asesinados en esas instalaciones.
En la mayoría de los casos, las familias de los presos no recibían información sobre sus destinos.
¿A quién se enviaba a la prisión de Sednaya?
Sednaya, construida en 1987 en una colina al norte de Damasco, era una prisión militar en la que se detenía a presos políticos.Como ha informado The New York Times, era la prisión más notoria de un sistema brutal que constituía la principal arma del gobierno contra la oposición civil. Amnistía Internacional describió a Sednaya como un “matadero humano”.
Según un informe de un grupo que representaba a los presos, estaba protegida por cientos de guardias y soldados y rodeada por un cerco de campos de minas.
Se calcula que la prisión tenía 1500 reclusos en 2007, pero su población aumentó hasta alcanzar las 20.000 personas tras el comienzo de la guerra civil en Siria, según un informe de Amnistía Internacional publicado en 2017.
¿Cuál fue su historia?
Antes de que comenzara la guerra civil, en 2011, la mayoría de los reclusos de Sednaya eran islamistas, a quienes el gobierno sirio había exhortado a unirse a una rama de Al Qaeda que luchaba contra Estados Unidos en Irak. Cuando regresaron a su país, Al Asad los encarceló para evitar que fueran una amenaza para su gobierno.
Cuando las protestas antigubernamentales se extendieron por Siria a principios de 2011, el gobierno puso en libertad a muchos de aquellos yihadistas y comenzó a encarcelar a miles de manifestantes, activistas, periodistas, médicos, trabajadores humanitarios, estudiantes y otros sirios. Muchos fueron enviados a Sednaya.
Con frecuencia, esta cárcel era el último lugar donde los detenidos solían terminar tras pasar largos periodos en otros centros de detención.
¿Cuáles eran las condiciones?
El informe de Amnistía y una investigación independiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU) concluyeron que las autoridades sirias habían exterminado de manera deliberada a detenidos en Sednaya tras torturarlos y alojarlos en condiciones terribles. Los investigadores de la ONU determinaron que esos actos constituían crímenes contra la humanidad.
Los detenidos fueron agredidos sexualmente, golpeados en los genitales y obligados a golpearse, violarse o incluso matarse entre ellos, según grupos de derechos y una investigación del Times. En 2017, Estados Unidos acusó al gobierno sirio de utilizar un crematorio para ocultar asesinatos en masa en Sednaya, enumerando métodos de tortura física como palizas, apuñalamientos, agresiones sexuales, descargas eléctricas y cortes de orejas y genitales.
Los pocos que lograron ser liberados, a menudo mediante contactos familiares o sobornos, hablaron de detenidos a los que se dejaba morir con heridas y enfermedades no tratadas en celdas sucias y superpobladas. A los presos solo se les daban segundos para utilizar las letrinas, por lo que a menudo se veían obligados a hacer sus necesidades en las celdas, que carecían de retretes. Las comidas solían consistir en unos pocos bocados de comida en mal estado. Muchas personas desarrollaron graves infecciones, enfermedades y trastornos mentales.
Las condiciones eran similares en muchas prisiones del sistema penitenciario. Sin embargo, según personas que solían estar recluidas ahí, en Sednaya el trato podía ser especialmente sádico.
A los presos no se les permitía mirar a los guardias, hablar ni hacer ruido, ni siquiera durante la tortura. Se les podía castigar negándoles el agua u obligándolos a dormir desnudos, sin mantas, con temperaturas heladas.
Todas las mañanas, los guardias recogían los cadáveres de quienes habían muerto durante la noche y los trasladaban a un hospital militar, donde sus muertes eran registradas como casos de insuficiencia cardiaca o respiratoria, según el informe de Amnistía. Después, los llevaban en camiones a fosas comunes a las afueras de Damasco.
A menudo, sus seres queridos que se encontraban afuera de la prisión nunca se enteraban de lo que había ocurrido con ellos.
Un protocolo sombrío
Según exfuncionarios citados en el informe de Amnistía, en Sednaya se torturaba sistemáticamente a los detenidos para que confesaran. Luego eran trasladados a tribunales militares de campaña, donde eran condenados tras juicios que duraban dos o tres minutos.
Cada semana, y a menudo dos veces por semana, según el informe, los guardias sacaban de sus celdas a grupos de hasta 50 presos, diciéndoles que serían trasladados a prisiones civiles. En lugar de eso, les vendaban los ojos, les propinaban golpizas en el sótano de la prisión y luego los llevaban a otro edificio, donde los ahorcaban durante la noche, según el informe.
Los funcionarios de prisiones se referían a los ahorcamientos masivos como “la fiesta”.
Según Amnistía, entre 5000 y 13.000 personas fueron ejecutadas de este modo de 2011 a 2015, en su mayoría civiles. El grupo no tenía pruebas directas de ejecuciones después de 2015, pero como continuaba el traslado de detenidos a Sednaya y se seguían celebrando juicios simulados, era probable que las ejecuciones continuaran.
¿Qué ocurre ahora en la prisión?
Unos 2000 presos salieron de Sednaya el domingo, según Fadel Abdul Ghany, director de la Red Siria de Derechos Humanos, quien ha vigilado rigurosamente el laberinto de las prisiones de Al Asad. Sin embargo, el resto de los aproximadamente 11.000 detenidos que, según dijo, estaban recluidos allí cuando el gobierno fue derrocado, no aparecían por ninguna parte.
“¿Dónde están los demás presos?”, preguntó Abdul Ghany. “Fueron asesinados”.
Sin embargo, en medio de la confusión, distintos grupos tenían cálculos diferentes de las cifras, y muchos sirios tenían la esperanza de que aún se pudiera encontrar a sus familiares desaparecidos. Periodistas, combatientes armados y civiles, incluidos niños, recorrían la prisión en busca de señales de ellos.
“Tomar la ciudad es una alegría; estamos alegres”, dijo Mohammad Bakir, un combatiente rebelde. “Pero la verdadera victoria será cuando encuentre a mi familia”. No sabía nada de su madre, su hermano y su primo desde que desaparecieron en 2012, tras protestar contra el gobierno.
Videos enviados al Times por un grupo de médicos que visitaron Sednaya mostraban el hacinamiento y las terribles condiciones del interior. Las celdas numeradas, cada una de las cuales parece haber albergado a una decena de personas o más, estaban llenas de escombros, ropa y pertenencias.
Los Cascos Blancos, una organización voluntaria de defensa civil en Siria, dijo que había ayudado a liberar a entre 20.000 y 25.000 personas de Sednaya, pero señalaron que aún faltaban miles de prisioneros.
El grupo envió equipos especializados a Sednaya en busca de celdas secretas que pudieran albergar a más prisioneros, basándose en informes de que tiene elementos ocultos. Sin embargo, hacia la medianoche, el grupo dijo que no había encontrado pruebas de la existencia de espacios ocultos.
La Asociación de Detenidos y Desaparecidos en la Prisión de Sednaya dijo que había obtenido un documento que demostraba que había unos 4300 detenidos hasta el 28 de octubre, y que aproximadamente ese número ya había salido en libertad. En un comunicado, dijo que “no es cierta la presencia de detenidos atrapados bajo tierra”.
El lunes, en Alepo, un vehículo dejó a un antiguo preso de Sednaya, con el rostro demacrado y las piernas y el cuerpo debilitados por años de detención. Dos familiares le ayudaron a levantarse. Una pequeña banda de músicos tocaba los tambores para celebrar su supervivencia.
El hombre pronto se vio rodeado de una multitud que le acercaba sus teléfonos móviles a la cara. Le mostraban fotografías de detenidos, esperando que tuviera noticias.