Luego del infructuoso intento del juez Ariel Lijo de meter debajo de la alfombra las denuncias por trata de personas contra Alejandro Roemmers, la causa avanza. Los detalles de un testimonio demoledor.
La historia revivió hace unos meses cuando, en medio del caos mediático y social que suscitó la desaparición de Loan Danilo Peña, se realizó una jornada sobre trata de personas en el Senado de la Nación en la cual el marplatense Roberto Mazzoni contó que hacía dos años había presentado una denuncia en contra de Alejandro Roemmers y Matías Barreiro por trata de personas, la cual el juez Ariel Lijo intentó archivar. El pasado 8 de julio, la Justicia le ordenó avanzar en la causa, y ahora comienzan a conocerse los testimonios de a quienes, el entorno de Alejandro Roemmers, intentó captar.
El primer encuentro
Así es como se señala en la causa a un testigo de identidad reservada que, en el año 2007, conoció a Roemmers: «Relató que conoció al Sr. Alejandro Roemmers en una cena en Mar del Plata, a la que asistió junto a un amigo. En este encuentro, el Sr. Roemmers llegó acompañado de quien en ese momento habría sido su pareja, “el Indio”, y otra persona conocida como “Coquito” -menor de edad en ese momento, 17 años-, todos ellos en una Ferrari».
Continúa: «Posteriormente, el grupo se dirigió al casino, donde el entrevistado rechazó una oferta de dinero para jugar: “me quisieron dar dinero para jugar al casino pero no acepté”. Uno de los acompañantes del Sr. Roemmers lo invitó al hotel Sheraton donde estaban alojados, comunicándole que él le había gustado al mencionado y que quería que pasaran la noche juntos a cambio de dinero, pero declinó la invitación “yo no andaba con tipos, nunca estuve con tipos, no me iba esa movida”. Esa misma noche, luego del casino, asistieron a un bar (no recordaba nombre) propiedad del dueño de “Pachamama”»
El testigo relató que «se decía entre los chicos que Roemmers si te hacía contrato, pagaba diez mil dólares por mes, te compraba una moto o un auto y que te hacía regalos […] si accedías a estar con él sexualmente y pasabas a formar parte de su staff, es decir de los chicos que se mueven con él, tenías todos esos beneficios».
Calamuchita y las fiestas
Continúa el testimonio: «la semana siguiente, el entrevistado volvió a encontrarse con el Sr. Roemmers en el marco de un viaje a Calamuchita, Córdoba, al que asistió junto a su amigo Abel. El viaje comenzó en Mar del Plata e incluyó una parada en la residencia del Sr. Roemmers en la localidad de San Fernando (PBA), hasta donde llegaron en su propio auto. Desde allí, el grupo, conformado por Mariano, el “Indio”, “Coquito”, Alejandro Roemmers, Abel y el Sr. B, se dirigieron al aeropuerto privado de Roemmers en San Isidro, allí tomaron un avión hasta un aeropuerto en Calamuchita, donde los esperaba un helicóptero que luego los trasladó directamente hasta el campo del Sr. Alejandro Roemmers. El entrevistado señaló que Mariano, quien anteriormente había trabajado como parte del staff de strippers/acompañantes del Sr. Roemmers, residía junto a su familia en el predio de la casa de San Fernando del mencionado, y se desempeñaba como casero. Según el entrevistado, la posibilidad de continuar trabajando para el Sr. Roemmers dependía de generar una buena impresión: “si caías bien, luego de haber sido parte de su staff, te quedabas trabajando para él”. Consultado para que indique quién era la persona identificada como Mariano dijo: “el que hacía el filtro de quién iba a estar con Alejandro en ese momento, tenía un tatuaje grande en el brazo que decía ‘por siempre Alejandro’”. Agregó que, durante ese viaje, recibió un sobre de parte de Alejandro Roemmers “fue como un regalo por haber ido con mi amigo Abel, era dinero”-no recordaba el monto-. Además agregó que, Alejandro Roemmers era propietario de esa casa de campo en Calamuchita, provincia de Córdoba y “era dueño de medio Calamuchita, tenía de todo ahí, restaurantes, lago propio, cine, en todos lados si sabían que estábamos con él, nos recibían como reyes”».
Continúa: «En otra ocasión, el entrevistado se vio obligado a acudir a la residencia del Sr. Roemmers en San Fernando debido a un desperfecto en su vehículo durante un viaje con Abel desde Mar del Plata hacia Buenos Aires. Recibieron asistencia mecánica del Sr. Roemmers, quien envió una grúa, a solicitud de Abel que lo contactó de manera telefónica y se trasladaron a la residencia de San Fernando. Allí, el entrevistado fue invitado a una “fiesta gay” que se realizaría en un piso de la Avenida Del Libertador, a la que asistieron varios “empresarios importantes”. Ese día, el Sr. Roemmers le entregó U$2.000 dólares (dólares dos mil) en efectivo, tanto a él como al resto de los “chicos que estábamos ahí para que fuésemos a comprarnos ropa y nos pusiéramos lindos, esa noche nos mostraba como si fuésemos su grupo de chicos, su staff ante todos”. En esta fiesta, según el entrevistado, fue “expuesto” en varias ocasiones, cuando le quisieron presentar a algunos empresarios para que esté con ellos sexualmente, entre ellos mencionó a “Techint”. Al día siguiente, los empresarios que habían asistido a la fiesta se reunieron en la piscina de la residencia del Sr. Roemmers, y uno de ellos realizó insinuaciones hacia el Sr. “B”. Además, el Sr. Roemmers le ofreció dinero a cambio de “favores”sexuales y que estuviera con él. El entrevistado mencionó que no aceptó tales propuestas porque “no era lo mío, yo no encajaba, me sentí muy mal”, “cuando el empresario me tomó la mano, la saqué bruscamente y ahí me fui, nunca más tuve vinculación con esa gente”».
«El Sr. “B” expresó su malestar ante situaciones incómodas en las que se sintió expuesto: “te exponían como objeto”. Aclaró que, si bien estaba al tanto de las fiestas en las que se consumían sustancias psicoactivas, él nunca participó en ellas. Tras los eventos narrados, el Sr. “B” indicó que dejó de mantener contacto con el Sr. Abel, y con las restantes personas mencionadas, indicó “Abel fue comprado”. Cabe destacar que agregó que la persona identificada como “Coquito” había sido cercana al Sr. Roemmers desde sus 15 años de edad, que según le habían comentado era sobrino de “alguien que había estado con Alejandro” -Roemmers-, carecía de más información. Preguntado acerca de cuántas veces recibió dinero de parte del Sr. Roemmers indicó: en dos ocasiones -cuando recibió el sobre con dinero por haber ido con un amigo y cuando recibió dólares en efectivo para la compra de ropa», asegura el testimonio.
El «staff»
Agrega: «Cabe mencionar que, el entrevistado agregó que “el staff de Alejandro -Roemmers- era cambiante, en ese momento no era muy grande, pero siempre estaba en búsqueda de chicos nuevos, había lista de espera de los strippers para ser presentados a él y tener los beneficios que dije”, “a Alejandro le gustaban los pibes lampiños, cuanto más chicos mejor, le gustaba la perfección en el cuerpo, a todos les suministraba la hormona de crecimiento, yo vi las jeringas de hormonas arriba de la mesa y los instaba a que entrenaran en el gimnasio que él tenía en la casa”».
Gracias a la valentía de Roberto Mazzoni, se comienzan a agrietar las barreras de protección en torno a estas figuras de enorme poder económico que durante años han usado su dinero e influencias de la peor manera.