KK, la central térmica más grande del mundo, sigue sin soltar el fantasma de Fukushima

La planta de Kashiwazaki-Kariwa pospone hasta 2029 su reapertura tras fallar las obras de reforma y las medidas antiterroristas.

Un terremoto la dejó tocada, el desastre de Fukushima la remató y la amenaza de convertirse en objetivo de los terroristas ha acabado por darle la puntilla. La central nuclear japonesa de KK (Kashiwazaki-Kariwa), la más grande del mundo en términos de capacidad de generación eléctrica, no acaba de salir del túnel. No volverá a abrir sus puertas, de momento, hasta 2029. De momento.

Así lo ha anunciado la empresa eléctrica TEPCO, responsable de la instalación, que ha confirmado que pospondrá hasta ese año la conclusión de las obras para la reapertura de esta gigantesca instalación situada en la prefectura japonesa de Niigata. Los trabajos afectan a medidas antiterroristas de uno de sus reactores inactivos, el número 7, un hecho que podría retrasar la reanudación de los reactores más allá de este verano, tal y como estaba programado.

TEPCO, que había planeado completar la instalación en marzo, ahora pretende terminar las obras de construcción en agosto de 2029, con el fin de cumplir las medidas de seguridad antiterrorista establecidas por la Autoridad de Regulación Nuclear japonesa.

Para el reactor número 6, la finalización de las obras también se pospondrá hasta septiembre de 2031, por encima del objetivo anterior de septiembre de 2026, según dijo la compañía en un comunicado recogido por la agencia Efe.

Con una potencia neta de 8.212 megavatios (MW), esta instalación ha sido objeto de diversas actualizaciones y desafíos a lo largo de los años. Inaugurada en 1985, consta de siete reactores nucleares alineados a lo largo de la costa del Mar de Japón. Los primeros cinco reactores son del tipo Reactor de Agua en Ebullición (BWR), mientras que los reactores 6 y 7 son Reactores de Agua en Ebullición Avanzados (ABWR), representando una evolución tecnológica en diseño y eficiencia.

La planta se extiende sobre un área de 4,2 km², abarcando las localidades de Kashiwazaki y Kariwa. Su capacidad es suficiente para abastecer de electricidad a aproximadamente 16 millones de hogares, lo que subraya su importancia en el suministro energético de Japón.

A lo largo de su historia, la planta ha enfrentado varios desafíos, como el terremoto que en 2007 que provocó su cierre para inspecciones y mejoras estructurales, o el desastre nuclear de la fuga en Fukushima, que provocó el cierre total de la instalación.

Los responsables de TEPCO se tomaron esta adversidad como la mejor oportunidad para modernizar la planta, mejorar las prestaciones de los reactores y, sobre todo, cumplir con los estándares más exigentes de seguridad que marca la Autoridad de Regulación Nuclear de Japón (NRA).

Entre otras medidas, y dentro del plan para evitar ataques terroristas, estaba el de implantar un sistema de detección de intrusos. Pero los trabajos se han ido complicando y ahora el horizonte de la reapertura total se aplaza al menos cuatro años más.

«Es difícil prever un cronograma de construcción para un proyecto de una escala sin precedentes«, dijo Takeyuki Inagaki, superintendente de TEPCO en la planta, en una rueda de prensa hoy.

Los reactores números 6 y 7 pasaron las pruebas de seguridad del regulador nuclear en 2017 y la empresa cargó combustible nuclear en el reactor número 7 en abril del año pasado.

El reinicio de los reactores aún requiere el consentimiento local, pero el gobernador de Niigata, Hideyo Hanazumi, debe anunciar si lo aceptará.

La planta, con una capacidad de más de 8.000 megavatios (MW), permanece inoperativa desde el apagón nuclear ordenado por las autoridades niponas tras el desastre atómico de Fukushima de marzo de 2011, que llevó a revisar los protocolos de seguridad de todas las plantas del país.

Sin embargo, en abril de 2024 comenzó la carga de combustible para su posterior reactivación, aprobada por el regulador atómico japonés tras confirmar que se habían producido ciertas mejoras de seguridad.

El director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, respaldó el pasado 20 de febrero el plan de Japón para reactivar lo antes posible ‘KK’.

El responsable del OIEA considera que reactivar esta instalación supondría «un hito importante» en la transición del país asiático a una mayor adopción de la energía nuclear y que la evaluación imparcial del organismo ha servido para la aplicación de mayores mejoras en la misma.