Giuliana Caccia: «Una corriente que tenía la intencionalidad de que la gente no tenga hijos, destruir el matrimonio, destruir la familia; ha tenido éxito»

La Directora de la Asociación Origen de Perú habló en la 99.9 sobre el efecto que está teniendo la decisión de una generación de no tener hijos ni formar familias.

La cultura está cambiando en muchos países del mundo y el hecho de tener hijos y crear una familia, parece un tema descartable para los jóvenes. Eso tiene un efecto directo en las sociedades que empiezan a envejecerse generando lo que se denomina como un «invierno demográfico».

La Directora de la Asociación Origen de Perú, Giuliana Caccia, habló a través de la 99.9 sobre lo que están padeciendo en su país y que se transmite globalmente a otros puntos del planeta: «Me llamó mucho la atención porque precisamente yo tuve una entrevista en un canal aquí en Perú hace por lo menos uno o dos años y venimos hablando sobre que nos estamos encaminando al invierno demográfico, y que esto es un fenómeno que está dándose en los países occidentales. Parece que a la gente le toca fibras muy sensibles, sobre todo a los que no les gusta hablar de tener hijos, lo cual responde un poco a que las generaciones actuales que están en edad de tener hijos, rechazan de alguna manera el aceptar la idea de que puede ser algo natural y además necesario para mantener la especie, la civilización, la cultura».

La reacción a un video que puso en sus redes sociales sobre el tema fueron diversas y la llevó a analizar la situación: «las respuestas a esa situación las categoricé en cuatro ámbitos. El primero era negar que existía el invierno demográfico. Había un grupo de comentarios que te decían que no existe, que estás inventando. El segundo era que era un problema netamente económico. Netamente económico. O sea, la gente no tiene hijos porque no tiene plata. El tercero era que si yo no tengo hijos, no pasa nada. Y el cuarto iba por esa línea también. Los datos sí lo respaldan y no son datos de la iglesia católica, sino que vienen de los los órganos de estadística nacionales, de los censos, inclusive organismos como la ONU, que lo último que son, es pronatalistas. Los países nórdicos, si tú vas entre Dinamarca, Suecia, Finlandia y Noruega, ni siquiera alcanzan la tasa de reemplazo generacional, que es 2,1; sino que tienen 1.4 o 1.7. Corea tiene el más bajo 0,7, o sea, ni siquiera reemplaza a uno de los progenitores. En el Perú te dicen «yo cómo voy a tener hijos y mi sueldo pues es menos de 1000 dólares». Y efectivamente, aquí los sistemas públicos de salud, de educación, son muy malos. Si quieres por lo menos educar a un niño con un mínimo de alfabetización, no lo puedes mandar a un colegio público».

Ante esta situación, hay políticas concretas para fomentar la maternidad y la paternidad en términos económicos pero no funcionan porque el discurso ha calado profundamente en la sociedad: «Hay países que proponen darte plata por tener hijos o bajarte impuestos; pero la tasa de natalidad sigue bajando. Mi hipótesis es que nosotros llevamos décadas de una corriente cultural que te viene diciendo, sobre todo a la mujer, que tener hijos es una esclavitud, que el hombre es un desgraciado, que el matrimonio te esclaviza, que lo más importante en tu vida es el desarrollo profesional, ser exitosa, independiente, ejecutiva, etc. No te permiten una integralidad en todos los ámbitos. Estamos en un problema en donde una corriente que tenía una intencionalidad concreta, que era la gente no tenga hijos, destruir el matrimonio, destruir la familia, ha tenido éxito».

Esto tiene consecuencias, sobre todo desde el punto de vista cultural porque esa necesidad de reemplazo, se suple con otras culturas: «Nuestra cultura cristiana, nuestra civilización occidental está en peligro porque hay países, por ejemplo, España, Suecia, Inglaterra, donde tú no tienes hijos, pero por ejemplo, la migración musulmana no solamente tiene hijos, sino que tiene cinco o seis, y ya se están viendo las consecuencias de cómo la cultura nativa, se ve no solamente relegada, sino en peligro de extinción. Eso también es un peligro que no están viendo, por ponerle un término, los progresistas, porque le están dando al final el poder a esas personas que piensan opuesto, totalmente opuesto a lo que ellos piensan».

La naturaleza, para Caccia no se puede negar y por eso, surgen otras prácticas como tener mascotas como si fueran hijos: «Lo que me parece también importante reflexionar es este tema de los perrijos, de los mascotas, que al final todo el mundo puede tener mascota y es lindo. Es el reflejo que la gente no quiere ver, que al final la persona tiene un deseo innato de amar, de transmitir amor, de criar, de cuidar, y optan por algo que no sea lo que tradicionalmente siempre ha sido el espacio en el cual yo puedo volcar esa naturaleza mía, que es mi familia, mi esposa, mi esposo, mis hijos. Es loquísimo porque es como que les han puesto cemento en el cerebro y en el corazón mediante la educación para que no opten por este modelo, por esta forma de vida tradicional», finalizó.