La remoción de unas estatuas de Fidel Castro y el Che Guevara desata indignación en Ciudad de México

Fueron instaladas a finales de 2017 por Ricardo Monreal, entonces jefe delegacional y actual político clave del partido Morena. Una alcaldesa local las retiró, lo que provocó protestas y la condena de las más altas instancias del gobierno mexicano.

Cuando Fidel Castro conoció al Che Guevara en Ciudad de México en 1955, comenzaron a planear una guerra de guerrillas que arrasaría Cuba y cambiaría el curso de la historia latinoamericana.

Castro se convirtió en el líder comunista de Cuba y durante décadas desafió a Estados Unidos. Guevara, argentino, se convirtió en una leyenda tanto para sus seguidores como para sus enemigos, incluso después de ser ejecutado en Bolivia en 1967. En 2017, los mexicanos conmemoraron su encuentro con estatuas, vinculando a México con un momento crucial de la Guerra Fría.

Sin embargo, las estatuas fueron removidas la semana pasada por una alcaldesa local de Ciudad de México, lo que desató una tormenta política que ha involucrado a la presidenta del país y ha reavivado el debate sobre cómo reconocer una historia divisiva.

La alcaldesa local, Alessandra Rojo de la Vega, dijo que las estatuas se habían instalado de forma inadecuada y que no se debía honrar a esos hombres, a los que calificó de “asesinos” que “siguen representando mucho dolor”. Señaló a las personas que fueron silenciadas, encarceladas y asesinadas durante el casi medio siglo de mandato de Castro, y denunció cómo Cuba sigue luchando contra la escasez de alimentos y los cortes de electricidad.

“Yo entiendo que hay gente que ve a Fidel y al Che como sus figuras revolucionarias, pero gobernar no es elegir con qué víctimas solidarizarse”, dijo Rojo de la Vega en una entrevista.

Sin embargo, sus acciones han provocado protestas y condenas, incluso desde las más altas instancias de México. La presidenta Claudia Sheinbaum, que lidera el partido de izquierda Morena, denunció esta semana la remoción, calificándola de “intolerancia total” e “ilegal”. Afirmó que el argumento de Rojo de la Vega era “hipócrita” porque la alcaldesa local había pasado unas vacaciones en Cuba.

Rojo de la Vega, de 39 años, alegó que sus acciones eran legales y afirmó que su viaje a Cuba fue hace 10 años, antes de postularse a las elecciones, y que desde entonces ha aprendido más y ha madurado su postura.

También llamó la atención sobre decisiones previas de Sheinbaum, que fue jefa de gobierno de Ciudad de México antes de convertirse en presidenta.

En 2020, Sheinbaum ordenó retirar una placa en memoria de Gustavo Díaz Ordaz, un expresidente mexicano conocido por su autoritarismo de derecha, porque “aludía a una época de represión e ignominia de la historia del país”.

Ese mismo año, también supervisó la remoción de un monumento a Cristóbal Colón, calificándolo como parte de un esfuerzo por “descolonizar” la avenida principal de la ciudad, repleta de estatuas.

Por eso, Rojo de la Vega, que no es miembro de Morena, dijo que no esperaba una controversia cuando mandó a retirar las estatuas. “En mi opinión, estábamos actuando de la misma manera” que Sheinbaum, afirmó.

“Hay que ser congruentes”, añadió. “No creo que un dictador sea menos dictador si es de la izquierda, de centro o de derecha”.

Las estatuas fueron instaladas a finales de 2017 por Ricardo Monreal, quien en ese entonces era jefe delegacional y en la actualidad es un político clave del partido de Sheinbaum. Las figuras de bronce fundido, que pesaban más de 250 kilogramos con el banco, representaban a los hombres sentados y conversando, y costaron unos 32.000 dólares de los fondos públicos.

Las estatuas, que en una ocasión fueron vandalizadas con pintura, fueron removidas en 2018 debido a la falta de autorizaciones gubernamentales. Una comisión municipal que supervisa los monumentos públicos aprobó su reinstalación en 2020.

Sheinbaum afirmó que cualquier retirada debe ser decidida por la comisión, que esta semana declaró que las estatuas fueron retiradas de forma inadecuada.

Rojo de la Vega argumentó que la comisión no tiene autoridad sobre las obras de arte pagadas por el municipio, citando la Constitución de la Ciudad de México de 2017, que otorgó más autonomía a los municipios.

Además, Rojo de la Vega dijo que, desde que asumió la alcaldía en octubre, su oficina ha recibido quejas semanales de los residentes sobre las estatuas.

Pero los vecinos de la zona también han defendido el monumento. El domingo, más de 200 personas se reunieron en el lugar donde se encontraban las estatuas y exigieron que se volvieran a instalar. Algunos vestían trajes revolucionarios o lucían símbolos comunistas, y muchos llevaban imágenes de Castro, Guevara o la bandera cubana.

La embajada cubana en Ciudad de México no respondió a una solicitud de comentarios. Su embajador, Marcos Rodríguez Costa, escribió la semana pasada en las redes sociales: “La verdadera Revolución no es de piedra ni bronce”.

Otros simplemente argumentaron que la historia debe ser conmemorada independientemente de la política.

“Más allá de si tu simpatizas ideológicamente o no, no se puede negar que la Revolución cubana cambió históricamente la historia de América Latina y del mundo”, dijo Olivia Garza Joa, organizadora de la protesta y vicepresidenta de la Asociación José Martí de Residentes Cubanos en México.

Por ahora, las estatuas están cubiertas con plástico de burbujas y escondidas en una localidad municipal. Aunque Rojo de la Vega ha sugerido subastarlas para recuperar algunos fondos —Sheinbaum calificó ese plan de ilegal—, la alcaldesa local dijo que su equipo estaba en conversaciones con funcionarios federales y municipales. Las estatuas podrían enviarse a un museo o a otra parte de Ciudad de México, afirmó.

Sin embargo, a pocos metros de donde se encontraban las figuras, permanecía un busto de Guevara.

El gobierno local aún no había determinado quién había pagado por él, según Rojo de la Vega, y por lo tanto no se sabía quién tenía la autoridad para retirarlo.