
Atrapado por su propia ambición política, sostenida por una alianza parlamentaria de ribetes escatológicos, Netanhayau enfrenta su hora más incierta.
Y es que ya no son los antisemitas lo que lo acusan, ahora se alzan voces dentro del propio Israel que emplean el temido término de «genocidio».
Días atrás, en efecto, las organizaciones humanitarias israelíes B’Tselem y Médicos por los Derechos Humanos, acusaron al gobierno del premier Benjamin Netanyahude estar cometiendo un «genocidio». Algo parecido hizo la jurista israelí Orit Kamir, quien desde el diario israelí Haaretz definió lo que ocurre en Gaza como «una traición a las víctimas del Holocausto». También, el historiador israelí Omar Bartov, experto en genocidios, en un extenso artículo en The New York Times, no dudó en afirmar que es eso lo que está ocurriendo en el enclave palestino.
Obvio es que nada de esto es neutro, y se da en el contexto de la disputa política en Israel en donde los compañeros de ruta de Netanyahu, los ministros Belazel Smotrich e Itamar Ben Guevir —ambos de partidos religiosos de ultra derecha—, tensan la cuerda de manera sistemática y generan estas reacciones políticas que poco y nada se comprenden fuera del país.
Lo real, es que el debate no refleja los hechos adecuadamente a la historia: el concepto de genocidio es de cuño reciente, fue acuñado por primera vez por el abogado polaco Raphael Lemkin en 1944 en su libro «El gobierno del Eje en la Europa ocupada», en donde analizaba las atrocidades cometidas por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, especialmente la destrucción de los judíos europeos. Lemkin combinó las palabras griegas «genos» (raza o tribu) y latina «cide» (matar) para crear el término «genocidio».
Nada de lo que ocurre en la Franja de Gaza se corresponde con dicha concepción: hay una guerra iniciada en el pogromo de octubre de 2023 y que se desarrolla ante una organización criminal como Hamas que se niega a entregar los rehenes sometidos a cautiverio y se apodera de la ayuda alimentaria. La visión sesgada que ha implantado Hamas sobre lo que acontece en la Franja florece en medios occidentales que, curiosamente, tienen entre sus socios capitalistas al emirato de Qatar. Lo publicado en medios como el New York Times o El País, con una falsa imagen sosteniendo que hay hambruna biafrana, se cayó a pedazos en horas. Lo que nadie puede significar, es cuánto es el daño de tamaña mentida. EL NYT publicó la información falsa en una cuenta con más de 5 millones de seguidores, pero lo desmintió en una cuenta de X con 88 mil seguidores.
Está implantado un relato que, por las tensiones propias de la política interna de Israel, ha generado ya una derrota política que costará generaciones reparar.