
Al presidente estadounidense Donald Trump le gusta hacer anuncios altisonantes. Al prespuesto 2025, lo llamó «el más maravilloso presupuesto jamás votado». La reunión con Vladimir Putin era, en su relato, el principio del fin de la guerra contra Ucrania, pero terminó siendo un fiasco que habilita muchas lecturas y enormes críticas.
«Las alfombras rojas y ese nivel de ceremonia son normales en ese tipo de eventos internacionales, pero en este caso —cuando se trata de un agresor responsable de la muerte de millones de personas— no debería haber ocurrido» le expresó a la BBC María Drachova, de 40 años, quien trabaja como abogada en la capital de Ucrania, Kyiv.
Drachova, quien se despertó y vio las imágenes mientras tomaba el desayuno, cuenta que parecía como si «todo el evento hubiera sido montado para complacer a Putin». «El mundo racional se está comportando de forma irracional al darle esta bienvenida», apuntó.
Los líderes europeos quedaron tan mal impresionados, que se reunieron para apañar a Zelenski frente a su reunión con Trump en la Casa Blanca. De allí, nada surgió salvo una cita de Trump afirmando que Putin estaría dispuesto a reunirse con Zelenski y con él mismo. Horas después, el criminal de guerra Serguei Labrov —quien llegó a Anchorage con una remera que lucía en cirílico la siglas de la ex URSS— lo desmintió y afirmó que nada ha cambiado.
Así, el presidente de la unión americana queda en ridículo internacionalmente una vez más, agregando interrogantes al respecto de las razones que se ocultan detrás de su peculiar relación con Vladimir Putin. Como hábil vendedor, Trump está impulsando un relato sustituto, moviendo barcos, portaaviones y marines hacia el Caribe al tiempo que criminaliza a Maduro, y hace ver que éste podría terminar como el ex hombre fuerte de Panamá, Manuel Noriega: como un reo común en una cárcel federal de Estados Unidos.
Lo cierto es que la guerra en Ucrania sigue y, en tanto, los medios —de Europa, en particular— publican la dinámica de relatos de Rusia: en el terreno, los rusos siguen enviando personas a un matadero inmenso con tropas sin preparación y apelando a —por caso— norcoreanos como tropa de relevo. Ucrania resiste y contra ataca destruyendo objetivos militares y fábricas que minan el esfuerzo de guerra del zarato ruso.
Esta semana, Vladimir Zelenski anunció que un nuevo misil con capacidad de impactar a tres mil kilómetros dentro de la federación rusa estará disponible en octubre. En tanto, la OTAN estrecha el cerco sobre Rusia: tropas de los distintos países están ya en la zona del báltico, y las tropas de Países Bajos entrenan para desplazarse hacia Polonia; hoy, en términos militares, la nación más poderosa de Europa.
Finalmente, en un nuevo giro de posiciones, Donald Trump ha planteado que Ucrania necesita «jugar al ataque» si quiere tener alguna posibilidad de victoria frente a Rusia, en un mensaje que contrasta con la voluntad diplomática que ha llevado al magnate norteamericano a plantear un cara a cara entre los principales líderes políticos de Ucrania y de Rusia, Volodímir Zelenski y Vladímir Putin, respectivamente.
«Es muy difícil, si no imposible, ganar una guerra sin atacar a un país de invasores», ha dicho Trump, que en Truth Social ha comparado el contexto militar de Ucrania con «un gran equipo que tiene una defensa fantástica, pero al que no se le permite jugar al ataque». «¡No hay posibilidad de ganar!» ha sentenciado. El hombre con el poder bélico más grande del mundo, no luce muy confiable.