‘Químico’, la droga que convierte a los jóvenes cubanos en zombis

Esta sustancia sintética barata y altamente adictiva se ha extendido por todo el país debido a su bajo precio (una dosis cuesta unos 25 centavos de dólar).

En un parque de La Habana, a plena luz del día, un joven avanza como un zombi. Errático, arrastra los pies, con la mirada perdida. Está bajo los efectos del ‘químico’, una droga sintética que en los últimos años se ha extendido en Cuba y que preocupa a las autoridades.

En un país con tradición de bajos índices de consumo de estupefacientes, esta sustancia barata, altamente adictiva y más potente que la marihuana, se ha abierto paso primero en la capital y después en las provincias de país centroamericano.

Josué Ángel Espinosa, de 21 años, conoce bien la dependencia de esta droga. Hasta hace tres meses no podía comer ni dormir sin consumir ‘químico’. Llegaba a fumar hasta 15 cigarrillos impregnados cada día. Hoy forma parte de un pequeño grupo de cinco jóvenes en rehabilitación en un centro fundado hace un año por el pastor evangélico Rotyam Castro, en las afueras de La Habana.

«No hay cifras oficiales, pero la situación se ha vuelto incontrolable», advierte Castro. «Me he encontrado con jóvenes de barrios marginales, pero también con artistas, músicos y profesionales atrapados por esta droga».

El religioso atribuye su expansión a la combinación de dos factores: la profunda crisis económica que vive la isla y el bajo costo de la sustancia. Una dosis cuesta alrededor de 100 pesos (unos 25 centavos de dólar), tres veces menos que un paquete de cigarrillos barato.

Un cóctel peligroso
El ‘químico’ se elabora con medicamentos psicotrópicos como carbamazepina, benzodiacepinas y fenobarbital, además de anestésicos para animales, formol e incluso fentanilo, según explicó en la televisión nacional Héctor Ernesto González, especialista militar en la lucha antidrogas.

En laboratorios clandestinos, los preparadores diluyen la mezcla y la aplican con espray sobre hierbas o pequeños trozos de papel. De ahí derivan sus nombres populares: ‘químico’ o ‘papelito’.

«Una dosis puede ser entre 50 y 100 veces más potente que el THC, el componente psicoactivo del cannabis», advierte González.

En redes sociales circulan videos de jóvenes desorientados, deambulando por las calles, hablando solos, colapsando o convulsionando tras una sobredosis.

El efecto zombi
Los síntomas incluyen euforia, somnolencia, náuseas, convulsiones, taquicardia, hipertensión, arritmias y pérdida de coordinación. «Por eso muchos adoptan posturas rígidas y una marcha típica de zombi», explica Elizabeth Céspedes, directora del Centro de Desintoxicación de Adolescentes del Ministerio de Salud.

Gabriel Chéscoles, fontanero de 30 años, llegó al centro «destrozado», con el pelo largo, mal afeitado y sin higiene. Hoy, tras semanas de abstinencia, explica con calma cómo se fuma la sustancia: un cigarrillo de papel de liar con el «papelito» colocado en la punta para intensificar la inhalación.

Luis Yankiel Zambrano, cocinero de 33 años, también pasó una década esclavizado por la droga. «Últimamente lloraba y le decía a mi madre que no podía seguir así», recuerda.

Respuesta oficial
Frente a esta crisis, el gobierno ha endurecido las sanciones contra los traficantes y lanzó en diciembre una campaña preventiva en barrios considerados vulnerables. Sin embargo, la prensa extranjera no ha recibido autorización para asistir a las actividades comunitarias conocidas como barriodebates.

En el centro de acogida del pastor Castro, la rehabilitación se realiza sin fármacos: se basa en oraciones, lecturas de salmos, talleres de conducta y trabajo colectivo.

Tras tres meses de abstinencia, Josué y Luis sueñan con montar un negocio propio para sostenerse y, de paso, apoyar al centro que los ayudó a salir del abismo. Gabriel, por su parte, reconoce que todavía no está listo, pero celebra sus avances: «Mi madre ha cambiado de actitud, mi padre me apoya. He recuperado la confianza y el cariño de todos».