Triple crimen de Florencio Varela: nada es casual

El asesinato aberrante de las tres niñas de Florencio Varela es un eslabón más en una serie de hechos criminales oscuros que tienen como ámbito el conurbano bonaerense.

Crímenes que se dan en medio de una mezcla de espantosas condiciones sociales, laxitud ante las leyes y permisividad política. En el plano local, Mar del Plata enfrenta un fenómeno de conurbanización creciente con barrios alejados del ejido central de la ciudad en donde los asesinatos y las venganzas criminales son una constante de la crónica policial. Recientemente, en un hecho de fuertes características criminales, dos individuos con extenso prontuario murieron luego de una serie de hechos que involucraron a terceros en lo que aún no está claro si fue o no una toma de rehenes. La ciudad sufre el delito y los cambios en la Departamental, o en las seccionales, no modifican nada.

Como todo pasa, ya nadie parece recordar el asesinato aún no resuelto de Josué de 14 años y Paloma de 16, también en Florencio Varela. Este brutal doble crimen sigue impune, pero al respecto de la muerte de estos niños, nadie parece recordar nada. Hay una línea directa entre estos crímenes, y los negocios y complicidades de la droga. Como todo se evanece rápidamente, a un hecho aberrante le sigue otro y prima la impunidad. Los negocios de la droga son multimillonarios y se abastecen por líneas que nadie parece capaz de detener al punto que la administración norteamericana ha decidido dar un giro y determinó que las organizaciones narcos son organizaciones terroristas a las que se debe combatir con toda la fuerza del Estado.

El abogado de la familia de Josué, Carlos Diéguez, decía en la 99.9 que «hay dos hipótesis. La que nos pone en la vidriera la comisaría, es que fue un robo para sustraerle los dos celulares y una mochila con $7000. Ahora bien, para darse cuenta de esto no hace falta ser abogado licenciado, basta con haber cursado primer grado inferior. Uno se da cuenta que cuando hay un robo celular, máxime cuando son menores, que no se defienden porque son pequeños de corta edad, ¿a quién se le ocurre sustraerle los elementos, hacer desaparecer cosas en la escena de crimen, volver, incendiar el lugar, agarrar un pedazo de cordón de cemento; una piedra como de 20 o 30 kilos, destrozarle el cráneo a ambos y después prender fuego la zona por las dudas para borrar evidencia? La verdad que yo esa versión no la compro, por lo menos por toda la prueba que se va colectando en la investigación penal preparatoria».

Cada día más, en la provincia de Buenos Aires, cuesta creer en la palabra oficial.