La realidad aumentada llega al quirófano: el desarrollo argentino que revoluciona la neurocirugía

Pablo Salmón, cofundador de Navian, explicó en la 99.9 cómo un equipo de bioingenieros argentinos trabaja junto al FLENI en una plataforma que permite a los cirujanos “ver dentro del cuerpo humano” y planificar intervenciones con precisión milimétrica.

El avance de la tecnología aplicada a la medicina vuelve a tener sello argentino. Pablo Salmón, cofundador de Navian, explicó en diálogo con la 99.9 que la plataforma desarrollada por su equipo permite a los cirujanos utilizar realidad aumentada para planificar y ejecutar operaciones, principalmente en el campo de la neurocirugía. “Navian es una herramienta que ayuda a los cirujanos a planificar y realizar procedimientos a través de cascos de realidad aumentada, que les permiten ver estructuras internas como el cerebro, venas, arterias o tumores, como si tuvieran visión de rayos X”, detalló.

El proyecto, que nació como una tesis de grado en el ITBA, hoy se convirtió en una startup argentina que trabaja junto al FLENI, el centro de referencia en neurología y neurocirugía del país. “Queríamos que la tesis trascendiera lo académico y sirviera para resolver un problema real. A través del ITBA llegamos al doctor Andrés Cervio, jefe del departamento de Neurocirugía del FLENI, y con ellos comenzamos a desarrollar esta herramienta para planificación de craneotomías”, explicó.

Además de la realidad aumentada, Navian incorpora inteligencia artificial para procesar imágenes médicas. “Nuestro algoritmo detecta automáticamente tumores y estructuras en resonancias o tomografías. En el caso de los glioblastomas, que son tumores muy agresivos, esto permite actuar más rápido y preparar las imágenes directamente en las gafas del cirujano”, destacó Salmón.

Actualmente, el equipo se encuentra en la etapa de validaciones clínicas, pero las perspectivas son amplias. “Queremos avanzar hacia la navegación quirúrgica, para que el médico pueda saber exactamente dónde intervenir y dónde no. En el futuro pensamos en otras áreas además de la neurocirugía, como columna, mastología o cardiología”, adelantó.

El desarrollo, que comenzó con recursos propios y largas horas de procesamiento —“perdimos dos laptops por tenerlas trabajando 72 horas seguidas”, recordó entre risas—, representa un ejemplo del potencial que tienen los bioingenieros argentinos para integrar ciencia, tecnología y salud con una mirada innovadora y aplicada.