El vecino y letrista del sur de Mar del Plata relató en la 99.9 que los pasacalles contra la delincuencia surgieron por pedido de vecinos hartos de entraderas y miedo a denunciar. Denunció falta de presencia policial, la existencia de puntos de venta de drogas y explicó que muchos residentes optaron por comprar armas para protegerse.

Rubén Alonso, vecino y letrista del sur de Mar del Plata, explicó en la 99.9 el origen y significado de los pasacalles que vienen colocándose en distintos barrios y que han generado polémica y preocupación pública. Según contó, los carteles no provienen de una institución ni de una organización formal, sino de peticiones directas de vecinos de Cerrito Sur, Juramento, San Salvador, San Martín y otras zonas del sur de la ciudad.
“Son vecinos particulares los que me piden que pinte estos pasacalles”, relató Alonso. “Están hostigados y tomados por la delincuencia; la gente solo quiere trabajar tranquilo, vivir en familia y poder comer un asado el domingo. Pero esto se excedió”. Para el letrista, la violencia criminal cambió su forma de actuar en los últimos años y eso empujó a los vecinos a buscar maneras de visibilizar su hartazgo.

Alonso describió además una fuerte desconfianza en la actuación policial y en las instituciones: “La policía no tiene recursos, los móviles están rotos y la gente denuncia y no siente que haya respuesta. Muchos creen que la zona está liberada”. Denunció también que, según relatos de los propios vecinos, bicicletas y otros bienes robados terminan en puntos de venta ligados a la venta de estupefacientes, lo que alimenta la sensación de impunidad.
Sobre la posibilidad real de que los vecinos usen armas para defenderse, Alonso fue explícito: contó que él mismo fue víctima de una entradera —relató que lo despertaron con un cuchillo en la garganta— y que, tras ese episodio, compró armas legalmente para protegerse. “No es cuestión de uno dejarse matar y robar”, afirmó, y aseguró que muchos en el barrio han tomado la misma decisión ante la sensación de abandono.
El vecino también lanzó un mensaje a las autoridades: cuestionó a funcionarios municipales y provinciales por la falta de respuestas y se preguntó “¿qué es lo que hacen, para dónde miran?”. Para Alonso, la escalada de violencia es consecuencia de “años de desidia social” y advirtió que, si no hay cambios, la convivencia seguirá deteriorándose.
Los pasacalles que él pinta cumplen, dijo, una doble función: expresar el hartazgo vecinal y alertar sobre la situación de inseguridad que atraviesan a diario. Al mismo tiempo, su testimonio ratifica la preocupación por la fragilidad institucional y la transformación social que, según muchos residentes, está volcando a la gente hacia la autodefensa.