
Los graves incidentes que se dieron en torno a lo ocurrido en la Escuela Nº 21 evidencian lo que docentes y padres vienen denunciando hace rato: que en el sistema educativo provincial, está todo roto.
Y por supuesto que no hablamos —solamente— del calamitoso estado en el que están los edificios dedicados al servicio educativo, ni de la falta de inversión: tras años y años de una destrucción sistemática, en la que los métodos de enseñanza se han vuelto laxos e inefectivos, la sociedad marplatense ve, cada vez más, a adolescentes que, a pesar de haber terminado formalmente sus estudios, no son capaces de comprender lo que leen. Todo concepto de autoridad se ha desvanecido, dejando al personal educativo sin herramientas para reforzar las normas e imponer orden. En muchas ocasiones, los padres, muy lejos de colaborar con los educadores, intentan intervenir en favor de lo que creen mejor para sus hijos, enfrentándose a los mismos. En casos extremos, recurriendo a la violencia.
El rol de la Justicia
Lo sucedido en la Escuela Nº 21 se enmarca en este contexto calamitoso y es quizás la expresión más extrema de este tipo de fenómenos de la que se tenga memoria en Mar del Plata: ante la sospecha de que un alumno de unos diez u once años había tocado de manera inapropiada a dos niñas de unos seis o siete años dentro del establecimiento, padres, familiares y vecinos pertenecientes a dicha comunidad educativa atacaron en primer lugar el edificio y al personal que trabajaba en el mismo, provocaron destrozos y, luego de haber sido repelidos por la policía, se desplazaron hacia la casa del menor acusado, a la cual prendieron fuego. Según trascendidos, en medio de la violencia, también mataron a dos perros, que eran las mascotas de la familia. El personal del comedor que se encuentra adjunto a la vivienda incendiada también fue amenazado. El caos fue tal, que ni la Escuela Nº 21, ni la Escuela Nº 54, que comparten edificio, han podido retomar sus actividades con normalidad.
Ahora, el fiscal Pellegrinelli, junto a la DDI, se encuentran ante la tarea de reconstruir la secuencia de hechos e identificar a los responsables. Como los notamos un tanto perdidos, aportamos a continuación este material generado por la propia comunidad educativa, que puede llegar a ser de su interés.
Incidentes en las Escuela Nº 21












Incendio en la casa del menor acusado















Finalmente, hace sólo unas horas, se anunció la próxima realización de una jornada en la Asociación Judicial Bonaerense con la intención de «mapear» las redes de contención existentes en la ciudad e identificar cuáles son los mecanismos que están fallando o que, directamente, faltan. Mediante este mecanismo, desde el Consejo Local de la Niñez y actores del Poder Judicial buscan «plantearle a las autoridades municipales y provinciales que se pongan de acuerdo, dejen de lado sus diferencias políticas y destinen recursos reales».
Autoridad destruida
Quien también se refirió a este tema, es el concejal radical Daniel Núñez, quien brindó una entrevista a la FM 99.9 luego de haber conversado con algunos docentes no agremiados que se acercaron al HCD para expresarse.
«Lo que nosotros venimos viendo es que estas situaciones de violencia son cada vez más frecuentes», dijo. «A estos hechos de la Escuela 21, le antecedieron hechos donde hay una directora que terminó en terapia intensiva hace pocas semanas, lugares en donde los docentes viven con botones antipánico y con restricción de acercamiento de las familias al colegio. Se dan prácticamente en forma semanal en diferentes establecimientos, donde no se discrimina si es municipal, si es provincial, o es del ámbito privado. Es algo que está afectando transversalmente a todas las instituciones educativas y que nosotros entendemos que debe ser puesto en discusión. En una posición más personal, o más propia del radicalismo, también queremos poner en discusión el rol docente, de la autoridad docente. En los últimos tiempos, los paradigmas de estas nuevas épocas han sacado del plano del colegio muchas de estas situaciones.»
Continuó: «Los docentes las advierten, pero no tienen herramientas para tomar medidas: no pueden molestar, no pueden hacer absolutamente nada, ni siquiera denunciar, porque muchas veces la bajada de los gremios, de las autoridades escolares, o de los Consejos Escolares es “No digamos nada, veamos cómo lo resolvemos. No podemos hacer nada, porque el chico tiene que estar en el colegio”. Así es como se dan esta realidad de escuelas en donde se han estado dando situaciones de violencia, en donde muchas veces los padres han denunciado en reiteradas ocasiones y nunca pasó nada. Hay que poner en discusión todo aquí. Esto no es una cuestión de seguridad solamente, sino que hay otras cuestiones que queremos poner en debate.»
Daniel Núñez también analizó por qué, tanto en los hechos ocurridos en torno a la Escuela Nº 21, como en otras situaciones similares, la gente terminó recurriendo a la violencia: «Hay un contexto social que hace que ante cualquier cosa de estas características la gente, sobre todo porque ya no cree en la Justicia —esto es un dato la realidad— intenta resolver por mano propia, porque no espera los tiempos judiciales. Y también es cierto que, muchas veces, la justicia no resuelve porque tampoco le llegan los casos, no le llegan las denuncias, y en otros casos porque no se animan a tomar las decisiones que tienen que tomar. No se resuelve el conflicto. Entonces, la gente muchas veces, cuando sobre todo como en este caso, en donde lo que se pone en juego es la salud y la integridad física de sus hijos, termina resolviendo como terminó. No es que lo justifique, pero es un caldo de cultivo que atraviesa a toda la sociedad. Sí, hay que tomar cartas en el asunto, buscar respuestas, tomar medidas de seguridad, pero también es cierto que, por más que pongamos un policía en cada escuela, e incluso dentro de la de las aulas, no lo vamos a resolver de esta manera.»
Núñez también se refirió al estado en que se encuentra hoy por hoy el sistema educativo: «Hoy la escuela es mucho peor que la escuela a la que fuimos nosotros y seguramente es peor que la que fueron nuestros padres. Pero, particularmente, en los últimos quince o veinte años, se ha establecido un paradigma donde no hay sanción. No repiten. Hay un montón de cuestiones que también agravan las situaciones de los colegios. Me parece que eso hay que ponerlo en discusión nuevamente. Lo voy a decir coloquialmente: antes, el que se mandaba una macana, una cagada en el colegio, afrontaba consecuencias. A mí me amonestaban y, cuando iba a mi casa, mi viejo me retaba a mí, no iba a preguntarle al docente qué había pasado.»
El edil también comentó que, el día del paro y de la marcha que organizó SUTEBA, hubo docentes que no se sienten representados por los gremios que pidieron hablar con los concejales: «Uno de ellos nos cuenta de una madre que todo el colegio está con botón antipánico porque vino ya tres veces a agredir de forma muy violenta, ha golpeado a docentes, ha golpeado a alumnos y que no pueden hacer nada: “Cada vez que hemos querido decir algo nos dicen ‘no denuncien’ y si denunciamos nos persiguen a nosotros.”»
Daniel Núñez también hizo hincapié que, lo que está sucediendo en las escuelas, ya supera toda cuestión que tenga que ver con las ideologías: «Las estadísticas lo muestran, no es una cuestión subjetiva, algo que nosotros estamos pensando. Las estadísticas están mostrando lo que está pasando con nuestros alumnos. Obviamente que falta capacitación docente, y los contextos en donde hoy se educa son muy diferentes a otras épocas pero, en principio, que mantengan esa autoridad, es fundamental, porque muchas veces esa manzana podrida que que está en el aula es la situación que no deja a todos sus compañeros estudiar y que implica que el docente le dedique mucho tiempo de una clase a a resolver ese conflicto hace que el resto del curso se atrase y demás. Yo tuve problemas con mi hija en una escuela privada y no lo resolvieron, porque no saben cómo resolverlo: no tienen herramientas, saben que no pueden denunciar, saben que no pueden tomar medidas.»
Continuó: «La otra vez escuchaba a Mónica Lence que decía que hay que sacarse la careta y yo coincido mucho en eso: ponen en debate una parte del conflicto, no todo el problema. Hay mucha responsabilidad de los gremios, mucha responsabilidad sobre los que se han dedicado durante muchos años a discutir otras cuestiones y no cuestiones pedagógicas hacia adentro de las aulas.»
