Cambiar, para que nada cambie

En la última sesión del Concejo Deliberante quedó claro que, los fondos afectados para reparar los asfaltos de la ciudad, se están empleando para pagar gastos comunes. Salarios, básicamente.

Mientras la recaudación de las arcas municipales en 2025 se cayó como un piano —y no hay a la vista políticas pensadas para ocuparse del tema, ni ningún indicio de que algo vaya a cambiar—, la vida de la ciudad sigue: crece la fuertemente la construcción y se suman espacios públicos de capital privado en inversiones a largo plazo. Estos hechos, son innegables.

El tema, está en la cosa pública. No hay gestión en el área de salud. No hay gestión siquiera en la más básica infraestructura, como limpiar y arreglar las plazas. Tal como lo señaló en la FM 99.9 el concejal Diego García, la altura del pasto a lo largo de la ruta 226 supone un riesgo de vida. Lo mismo pasa con la ruta 11 entre Santa Clara y Mar del Plata. Sí, es un hecho que la primera es una ruta nacional y la otra, provincial, pero cuando menos, hay que levantar la voz para que estos trabajos se hagan. O, hacerlo, y pasar factura.

La administración debe entender que no todo pasa por los pocos lugares de la ciudad que reciben algo de mantenimiento. Y ya ni siquiera, basta con ver las alcantarillas llenas de tierra y los pastos que brotan de las mismas en la plaza España, a pesar de la inversión privada que puso en valor dicho lugar público.

Quien asumirá la intendencia, debería tener ante sí el desafío enorme de poner a funcionar el municipio. En cambio, asume sin poder alguno para impulsar cambios. El declamado «equipo sub 40» quedó en la nada, porque nunca existió. Las delegaciones no tienen equipos en funcionamiento para poder ocuparse del mantenimiento más básico. En algunas, ni siquiera es posible la costumbre de canibalizar algún equipo para poner en marcha otro. Todo está en desuso, y falto de mantenimiento.

En tanto, pasan otras cosas: en la designación de los jueces de faltas —que se hizo a gusto y placer de los factores de poder en la ciudad— se designó a Jorgelina Allegra, la esposa de David Vespa, conocido como «el Chuli», un actor siempre presente en diferentes hechos y acciones privadas llevadas adelante gracias al favor de lo público que han levantado mucho ruido.

Se podría decir que el de juez de faltas es un cargo menor, que es un nombre pomposo para designar al delegado administrativo del intendente que se encarga de lidiar con las infracciones, pero no deja de ser un espacio que genera cierto poder a nivel comunal. Tanto, que años ha, un letrado que ya no está entre nosotros llegó a pagar por adelantado para acceder al cargo… cosa que nunca ocurrió.

Muy cerca ya del verano, los ánimos han cambiado tras el súper fin de semana de noviembre que dejó un saldo muy positivo y reveló que, bajo el actual escenario del tipo de cambio, ya no es tan barato —baratito— ir a Brasil, aunque éste siempre será un destino que competirá con nuestra ciudad. Al respecto —a juzgar por algunos niveles de precios que se aprecian en Mar del Plata— aún parece que no hay plena conciencia.

Algunos no se enteran de que, competir, es el desafío de esta hora.