El economista balear analizó en la 99.9 el surgimiento del wokismo como nuevo orden político global, su impacto en Europa y América, y el agotamiento de los paradigmas tradicionales de la izquierda. Advirtió que el exceso de identitarismo, las tensiones en torno al feminismo, el ambientalismo y el conflicto con Israel están generando reacciones sociales y un cambio profundo en las preferencias electorales.

El economista balear Pep Ignasi Aguiló, columnista habitual de Mallorca Diario, dialogó con la 99.9 acerca de lo que definió como una de las transformaciones políticas más relevantes del presente: la consolidación del wokismo como un nuevo eje de conflicto que atraviesa a las sociedades occidentales. Aguiló explicó que este fenómeno, originalmente asociado a la conciencia contra injusticias raciales, “derivó en un identitarismo extremo promovido por sectores de la izquierda”, generando efectos políticos inesperados.
Según describió, la izquierda global “intentó sostener una forma de lucha de clases que ya no encajaba con la realidad social”, reemplazándola por confrontaciones entre hombres y mujeres, entre identidades de género o entre grupos regionales. Sumó además “la obsesión con Israel” y un ambientalismo que, a su criterio, fue llevado a un nivel de imposición normativa difícil de sostener. “Todo esto, que tuvo un consenso inicial, terminó exagerándose y generando rechazo”, señaló.
Aguiló afirmó que este proceso se volvió evidente en episodios concretos, como el boicot a libros que abordan cuestiones sensibles —desde análisis sobre Israel hasta investigaciones sobre denuncias falsas—, lo que derivó en un “cansancio social y la sensación de que no se está diciendo la verdad”. En España, ejemplificó con la cifra de alrededor de 200.000 denuncias por violencia de género anuales, de las cuales entre el 70 y el 80 % terminan archivadas: “Es un número altísimo que provoca reacción en mucha gente”.
También criticó la aplicación de normas climáticas que considera desmedidas, como las restricciones al ingreso de vehículos a las ciudades, lo que afecta especialmente a quienes no pueden acceder a autos eléctricos. “La gente se pregunta a dónde estamos llegando”, expresó.
El economista vinculó este escenario con la decadencia de paradigmas históricos que sustentaron a los partidos tradicionales. “Ya nadie discute el voto universal o la justicia social; esos predicamentos están agotados. Ahora vienen otros”, resaltó. En ese contexto, observó que el wokismo se convirtió en un nuevo eje ordenador de la política, capaz incluso de reorganizar fuerzas separatistas, como sucede en Cataluña con el partido de Silvia Urriols, “nítidamente anti-wokista”.
Aguiló consideró “ridículo” que en el Parlamento español se utilicen pinganillos para traducir lenguas regionales cuando todos comparten un idioma común, y vinculó estas decisiones al debilitamiento del gobierno de Pedro Sánchez: “Está atrincherado y cede en cosas que luego no puede ejecutar”.
El economista comparó además la experiencia española con la argentina, señalando coincidencias en el agotamiento de los discursos tradicionales y en los comportamientos políticos resultantes. “A veces parece que ustedes van adelantados y lo sufrimos antes”, ironizó.
Para Aguiló, el avance del wokismo, su estetización global y su impacto en la vida cotidiana terminaron generando el escenario actual: un creciente rechazo ciudadano y el fortalecimiento de partidos que ponen el foco en estas tensiones culturales. “Era un fenómeno que podía tener consenso al principio, pero lo exageraron. Hoy ya se convirtió en un eje central del debate político”, concluyó.