El economista inglés John Williamson es más conocido por ser autor del Consenso de Washington, un conjunto de medidas económicas que se convirtieron en el símbolo de las políticas neoliberales. En una entrevista, habló sobre la tendencia de la economía mundial y, particularmente, la de nuestro país.
Retirado como director del Instituto Peterson para Economía Internacional, Williamson mantuvo un diálogo con Ámbito Financiero acerca de cómo ve el nuevo orden económico y qué opina sobre las secuelas que dejó la crisis internacional, el riesgo de nuevas burbujas financieras, el rol de China y el futuro de la Argentina.
Periodista: De acuerdo con el último Panorama Económico Mundial del Fondo Monetario Internacional, el mundo se recupera a un ritmo lento. Según su opinión, ¿esa recuperación es sólida? ¿Qué riesgos puede enfrentar?
John Williamson: Las recuperaciones no son seguras, pero ésta parece inusualmente insegura. La lista de los riesgos hacia la baja (del crecimiento) es interminable.
P: Tras la crisis de las hipotecas en los Estados Unidos, según su punto de vista, ¿se están gestando nuevas burbujas? Si es así, ¿en dónde? Y, ¿qué deberían hacer los gobiernos para enfrentarlas?
J.W.: No veo evidencia en el sentido de que estemos ante la presencia de nuevas burbujas, aunque el mercado inmobiliario chino parecería ser la más cercana.
P.: El mundo avanzó en la regulación tras la crisis financiera de 2008. ¿Son suficientes como para descartar razonablemente una futura crisis? Si no es así, ¿qué medidas deberían introducirse para evitar nuevos colapsos?
J.W.: El riesgo (de otra crisis) permanecerá por 50 años. La política sensata ahora es concentrarse en la recuperación.
P.: La crisis financiera de 2008 también dio lugar a políticas monetarias tremendamente expansivas y a una mayor intervención de los Estados en la economía. ¿Cuál es su opinión sobre el resultado de estas políticas? ¿Será posible retirar de los mercados esa enorme masa de recursos monetarios de manera ordenada?
J.W.: Gran parte de esta intervención era necesaria, pero ahora es el tiempo de la privatización. Y, sí, creo que será posible (retirar los recursos monetarios para) volver a comprar la mayor parte de la deuda.
P.: ¿Qué opinión le merecen las corrientes económicas post keynesianas, que parecen haber resurgido minimizando cuestiones que antes se consideraban claves, como por ejemplo, que la inflación no tiene nada que ver con la emisión monetaria, o que el financiamiento con emisión del gasto público no es inflacionario o que la expansión fiscal no sube la tasa de interés?
J.W.: Las propuestas son válidas, pero no constituyen en sí mismas toda la verdad. Por ejemplo, no creo que la emisión no genere inflación.
P.: Hoy, los mercados emergentes están creciendo casi 3 puntos menos que en 2010. ¿Cómo cree que será la trayectoria futura?
J.W.: Uno no debe estar demasiado impresionado por los cambios que se dan año a año. Cabe señalar que 2010 fue un año superior a la media.
P.: Los mercados esperan un endurecimiento de la política monetaria de los Estados Unidos, pero existe incertidumbre en cuanto a la intensidad y los tiempos. ¿Cómo cree que va a actuar la FED y qué consecuencias tendrá para los mercados?
J.W.: Espero que la FED actúe de la manera que dijo que lo haría, ajustando en el momento oportuno. Respecto de los mercados emergentes, cosas peores les han sucedido en el pasado.
P.: ¿Considera que China será la primera economía mundial? Las previsiones son hacia un menor crecimiento de la economía china. ¿Cómo evalúa su situación? ¿Qué riesgos enfrenta? ¿Logrará rebalancear su economía estimulando un mayor consumo interno?
J.W.: Dudo que la economía china ya supere a la de los EE.UU., incluso tomando como base la Paridad de Poder Adquisitivo (PPP), y menos aún tomando como base el tipo de cambio. La teoría de la convergencia nos lleva a esperar que el crecimiento de China sea más lento en el futuro, aunque un 7% sigue siendo bastante bueno. Es de suponer que con el tiempo eventualmente rebalanceen su economía (estimulando el consumo interno), pero aún no lo han hecho.
P.: ¿Estamos yendo hacia un nuevo mundo bipolar donde el control se lo repartirán los Estados Unidos y China? Si es así, ¿qué consecuencias tendrá para la economía mundial? Si no es así, ¿cómo vislumbra el futuro del poder económico mundial y sus implicancias?
J.W.: Espero ver a China incrementando su rol (en el mundo). Esto no será bueno para la democracia, probablemente no para los derechos humanos, pero no será perjudicial para el crecimiento.
P.: ¿Considera que la recuperación económica de Europa es sostenida? ¿Qué riesgos enfrenta? ¿Qué políticas deberían introducir para consolidar el crecimiento?
J.W.: La recuperación de Europa, hasta el momento, es poco importante. No creo en los trucos de magia (en respuesta a diferentes políticas a introducir para consolidar el crecimiento).
P.: ¿Cómo vislumbra el futuro de los precios de los commodities? ¿Se acabó el superciclo de crecimiento? En particular, ¿cómo cree que evolucionará el precio del petróleo?
J.W.: Los precios de las materias primas probablemente sean más bajos que en la última década. Respecto del precio del petróleo, éste es una incógnita.
Argentina: “Es urgente la austeridad”
P.: La Argentina a comienzos del siglo XX se encontraba entre las diez primeras naciones del mundo por su ingreso per cápita. Hoy es uno de los casos más terribles de retroceso relativo con relación a sus recursos naturales, su población y otros factores. ¿A qué atribuye esta pérdida de posiciones?
J.W.: A las políticas populistas (que fueron bien recibidas por los argentinos).
P.: La Argentina sigue discutiendo con sus acreedores por la deuda externa impaga. ¿Qué debería hacer el país para normalizar su situación? ¿Considera necesaria una norma internacional que regule la quiebra de los Estados? De ser así, ¿qué características debería tener?
J.W.: Sí, estoy muy a favor de un código internacional de quiebras. Pero los ciudadanos de los países en desarrollo tendrán que aceptar que las sentencias pueden eventualmente ir en contra de los ciudadanos y de sus gobiernos, y que significará renunciar a la soberanía.
P.: ¿Cómo ve en el nuevo orden económico mundial la inserción de la Argentina, dado que es un país que integra el Grupo de los 20?
J.W.: La Argentina tiene suerte de formar parte del G-20. Tendrá que empezar a pensar como una potencia mundial si quiere seguir siendo un miembro.
P.: Dado que usted considera válido el crawling peg (mini devaluaciones sucesivas), ¿está de acuerdo con lo que hace el Gobierno argentino acelerando la devaluación? ¿No considera que dado que hay atraso cambiario, este crawling peg va detrás de los sucesos?
J.W.: Estoy de acuerdo con la decisión del Gobierno argentino de acelerar la devaluación. Respecto de la segunda parte de su pregunta, nadie imagina que el crawling peg pueda resolver todos los problemas.
P.: ¿No debería la Argentina reconocer la situación con un salto devaluatorio a la vez que se ataca la inflación que sigue deteriorando la competitividad?
J.W.: No estoy a favor de una maxi devaluación, pero sin duda parece urgente aplicar políticas antiinflacionarias.
P.: ¿Cuál es su opinión del deterioro fiscal de la Argentina?
J.W.: Está claro que la restricción de los gastos está pendiente. Pero sospecho que todavía hay espacio para la suba de impuestos.
P.: La Argentina aumentó su gasto público consolidado del 29% del PBI en 2004 a más de 45% en la actualidad, llegando a un nivel equivalente al de Alemania. ¿Cree que puede ser sostenible? O, ¿cómo se hace para bajar el gasto público?
J.W.: Desconozco la estructura de gastos de la Argentina, pero insisto con que está pendiente efectuar recortes al gasto.
P.: El gasto se financia con una mayor presión impositiva y con emisión monetaria creciente. ¿Esta situación, a su juicio, puede derivar en una crisis?
J.W.: Probablemente aún hay tiempo para evitar otra crisis, pero es urgente la austeridad.