Brasil tendrá una fuerza especial para el Mundial

Tendrá actuación en las 12 ciudades en que se desarrollará el evento deportivo que comenzará en junio próximo. Será entrenada por la Fuerza Nacional de Seguridad y estará especializada en el combate a la violencia urbana.

fuerza-de-elite-BrasilEl gobierno brasileño anunció ayer la creación de una tropa de élite de más de 10 mil agentes para garantizar la seguridad durante el Mundial de Fútbol que se celebrará entre junio y julio de este año. Los efectivos, que actuarán en las 12 sedes dispuestas para el evento deportivo, se encargarán especialmente de reprimir eventuales protestas como las que hubo en junio del año pasado durante la Copa de las Confederaciones.
Los más de 10 mil policías convocados para integrar la tropa serán entrenados por la Fuerza Nacional de Seguridad (FNS), un batallón de élite vinculado al Ministerio de Justicia y especializado en el combate a la violencia urbana. Su objetivo será “garantizar el orden público y el derecho a la manifestación”, según comentó ayer el jefe de la FNS, el coronel Alexandre Aragon, quien también explicó que la fuerza está realizando ejercicios de preparación desde 2011 por orden de la presidenta brasileña Dilma Rousseff.
“Por la calidad de esta tropa, ésta deberá actuar en todas las sedes. En algunas como fuerza de contingencia, que es cuando permanece de guardia en los cuarteles. En otras tendrá una función definida de antemano, como apoyar el patrullaje ostensivo, el bloqueo de las inmediaciones de los estadios, el control de las calles donde habrá protestas. Cada estado definirá eso”, afirmó Aragon al ser consultado sobre las características de la flamante tropa.
Según reconocieron diversos funcionarios, su creación está directamente vinculada con la llamada “primavera brasileña”, ocurrida durante la Copa de las Confederaciones, en la que millones de personas salieron a las calles para cuestionar los cuantiosos gastos destinados a la organización del Mundial y de los Juegos Olímpicos, en detrimento de servicios como Educación, Salud y Transporte (ver aparte).
“Ya estábamos preocupados con esto aún antes de los eventos de 2013, pero la violencia de las protestas recientes es lo que nos asustó. Tuvimos muchos policías heridos en Río. Eso generó ajustes”, aseguró el coronel Aragon, quien agregó que la preparación de la nueva tropa de élite fue intensificada y perfeccionada durante las protestas del año pasado, cuando la policía desató una feroz represión contra los manifestantes.
La formación de esta fuerza de choque será reforzada, además, con la adquisición de un robot espía que vigilará a los activistas que integran el grupo anarquista Bloque Negro, quienes actuaron durante las protestas de junio pasado enfrentándose a los efectivos policiales.
El pequeño robot será de goma y actuará infiltrándose entre los manifestantes para filmar eventuales actos de violencia. Las imágenes servirán para identificar a los responsables.
Por su parte, el titular de la Secretaría de Grandes Eventos del Ministerio de Justicia, Andrei Augusto Passos, informó que el Estado brasileño ya invirtió 1170 millones de reales (unos 490 millones de dólares) en la compra de equipos y tecnologías de seguridad, y otros 3,4 millones de reales (1,4 millones de dólares) en la capacitación de agentes. El funcionario comparó la realización de la Copa de las Confederaciones con el Mundial de Fútbol y aclaró que este último será un “desafío mucho mayor”, ya que contará con 32 selecciones, 12 subsedes –en lugar de seis– y con alrededor de 3,5 millones de hinchas viajando entre ellas.

Más de un millón en las calles

Durante el desarrollo de la Copa de las Confederaciones, celebrada en junio del año pasado en Brasil, una pequeña movilización de algunos miles de manifestantes que se quejaban por el aumento del transporte público en San Pablo se convirtió en una avalancha de 1 millón de ciudadanos en las calles de todo el país.
El punto más álgido ocurrió el 20 de junio, cuando más de un millón de personas se plegaron en unas 100 ciudades. Los movilizados reclamaban mayores inversiones en Educación, Salud y Transporte, así como también mayor transparencia para disminuir los altos niveles de corrupción existentes. Al mismo tiempo, se quejaban por los desorbitados gastos que ocasionaba –y continúa ocasionando– la organización del Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, para los que el Estado brasileño destinó millones de dólares para construir estadios, villas olímpicas y reforzar la seguridad de cada sede.
Las protestas fueron reprimidas por las policías estaduales y se registraron al menos dos muertos y decenas de heridos. El clima de tensión obligó a que la presidenta Dilma Rousseff prometiera una reforma política que, hasta hoy no mostró avances.