Cuando atendió su teléfono ayer al mediodía, la voz del otro lado le resultó familiar. “Soy Cristina”, le dijo. Y la emoción fue inmediata. “Casi me muero”, confesó a Crónica de la Costa el librero marplatense que puso freno a los “aprietes” de una fábrica líder en venta de útiles escolares que quería obligarlo a aumentar sus precios. Como había comprado más barato en octubre, se negó.
“Fue realmente maravilloso. La charla se dio como si fuésemos amigos. La sencillez para hablar, una cosa increíble”, contó Juan, desbordado de alegría.
La Presidenta lo felicitó por su respuesta ante el representante de esta fábrica líder en el país. “Me dijo que estaba contenta por no permitir que ellos impongan los precios”, señaló Juan.
El llamado presidencial fue rondando las 13 horas de ayer. Dos horas antes, también se había comunicado el secretario de Comercio Interior, Augusto Costa, para felicitarlo por su acción. Cuando le consultó el nombre de la empresa, la respuesta fue la misma que había brindado a la prensa: prefería no revelarlo porque conocía a los vendedores y tenía miedo de que haya represalias hacia ellos. “El que actuó mal fue el jefe”, reparó.
La Presidenta sabía también de Hazmereir, la ONG que armó Juan Rey a partir del fallecimiento de uno de sus hijos. Desafiando a la vida, decidió transformar el dolor en alegría, compromiso y solidaridad. Así es que organizó un Festival de Circo que luego se transformaría en una organización no gubernamental que, a través del espectáculo circense, apuesta a la inclusión social. Ellos están detrás de la construcción de un comedor en un barrio de Mar del Plata, de la colaboración con 30 comunidades aborígenes de todo el país y de actuaciones benéficas allí donde la necesidad aprieta.
“Charlamos de eso y me dijo que le mande de manera urgente una remera de Hazmereir”, señaló Juan, quien se cruzó al ANSES ubicado sobre la avenida Independencia, frente a su librería, para hacer la gestión lo antes posible, por indicación de la Mandataria.
“¿Tenés azul?”, le preguntó ella. Y enseguida llegó la explicación: “yo me casé de azul”. Y Juan fue más allá: “aparte sos hincha de Gimnasia”, le dijo. Y las risas continuaron.
Así, sin más, se despidieron, no sin antes aceptar la invitación para ver alguna vez una función de Hazmereir y comer juntos en algún viaje a Mar del Plata. “Le dije que preparo unas mollejas riquísimas”, reveló Juan. Y Cristina reclamó también chorizo y morcilla.