Apenas tiene doce años, pero el extraordinario ejemplo de Paloma Noyola Bueno ha merecido el enésimo bautizo mediático dedicado a un sucesor intelectual de Steve Jobs. En esta ocasión, la historia de la pequeña mexicana contaba con todos los ingredientes para llamar la atención del mundo. Una niña prodigio de las matemáticas que vive en un hogar humilde de una de las regiones más pobres y olvidadas de México, Tamaulipas, Estado asolado por la violencia y el narcotáfrico, en la fontera con Estados Unidos.Protagonizar la portada de la revista Wired, una de las biblias de la tecnología de nuestra época, les cuesta a los principales gurúes del sector sangre, sudor y lágrimas, además de un buen puñado de años y trabajo a sus espaldas. Por su cubierta han pasado todos los referentes contemporáneos de las nuevas tecnologías, desde Mark Zuckerberg a Jeff Bezos.
A la pequeña le ha costado menos tiempo, aunque no es el primer niño prodigio que aparece en la tapa de la revista norteamericana. Es uno de sus nichos. De hecho, el que fuera editor de Wired durante una década, Chris Anderson, también encontró en México a otro pequeño genio, en este caso de la fabricación de drones. Los experimentos y el talento de Jordi Muñoz llamaron tanto su atención que Anderson terminó por financiar sus proyectos y convertirse en su socio en una startup de nombre 3D Robotics.
Un prodigio de las matemáticas
Paloma Noyola empezó a conocerse a nivel local cuando, apoyada por el profesor de su escuela, Sergio Suárez, su principal valedor, la niña obtuvo resultados excepcionales, fuera de los común, en concurso nacional de matemáticas: Enlace. En la prueba, alcanzó la máxima puntuación del país, 921 puntos.
El maestro ya había detectado en el aula la altísima capacidad de la niña para resolver problemas matemáticos casi al instante; desde entonces, se esforzó por potenciar en la escuela su talento, aplicando métodos de enseñanza alejados de la ortodoxia del sistema educativo.
“El modelo dominante de la educación pública está fundamentalmente arraigado en la revolución industrial, donde valoran la puntualidad, la regularidad, la atención y el silencio sobre todo lo demás”, explica el propio Suárez.
La comparación con el fundador de Apple es tangencial: tiene que ver con el talento de Steve Jobs, a quien se le atribuía un coeficiente intelectual muy por encima de la media, con las matemáticas. Noyola no lo conocía, pero desde que su nombre se asoció al de Jobs ha empezado a leer su biografía; le gusta. Con la imprudencia de su edad, incluso ha hablado de superarlo. “No seré la próxima Steve Jobs, seré más grande que el genio fundador de Apple, porque voy a perfeccionar y hacer más fácil la técnica de la educación en el país”, afirmó.
¿Demasiada presión?
Después de que el rostro de la pequeña trascendiese las fronteras de México, la localidad donde vive, Matamoros, comenzó a llenarse de periodistas en busca de nuevos titulares. Por supuesto, también llegaron pronto los políticos con múltiples obsequios, desde un ordenador a una bicicleta, ansiosos por salir en la foto con una niña llamada a convertirse en un nuevo fenómeno de la tecnología y también en el ejemplo perfecto sobre cómo el genio más brillante puede emerger en las condiciones más desfavorables.
Paloma es la menor de ocho hermanos de una familia de chatarreros que emigró a la frontera hace veinticinco años en busca de un futuro mejor. Huérfana de padre, la pequeña acude a la escuela pública José Urbina López, ubicada en una zona de basureros. Actualmente, su madre encuentra dificultades para seguir enviándola al colegio debido a la retirada de una beca mensual de 500 pesos que recibía del Estado.
Quizás, la presión mediática a la que ha sido sometida la niña le ha jugado el primer disgusto. En noviembre, no pudo superar en México el corte en el V Concurso Nacional de Cálculo Mental, en una prueba que consistía en responder sesenta preguntas en veinte minutos. Paloma Noyola obtuvo 1.480 puntos, mientras que el ganador del certamen llegó a alcanzar los 3.151 puntos.
Igual que en el cine y en el mundo del ajedrez, estamos acostumbrados a encontrarnos con historias de juguetes rotos en el ámbito de la ciencia y de la tecnología; también con la irresponsabilidad de la sociedad, que siempre anhela nuevos mitos y puede engendrar monstruos. No obstante, parece que la pequeña está en centrada en su camino. Su vocación es inspirar y motivar a otros niños: “si tienen la oportunidad de estudiar, que la aprovechen”.