Un estudio del Centro Reina Sofía señala que los adolescentes reconocen que Internet puede aislarlos de su entorno cercano.
Para los jóvenes españoles de 16 a 26 años, la comunicación a través de redes y aplicaciones se ha convertido en algo fundamental. Admiten, según un estudio del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventudpresentado, que sin las tecnologías de la información y la comunicación (TICS) se sentirían aislados, en riesgo de exclusión y marginación por parte de sus iguales. Sienten que deben estar permanentemente conectados porque todo pasa en las redes sociales o se gestiona en las mismas. Y reconocen que, aunque Internet les permite mantener contacto con personas físicamente alejadas, también puede aislarlos de su entorno más cercano.
Según el informe, quienes señalan que las nuevas tecnologías facilitan la posibilidad de hacer nuevas amistades representan un número similar a aquellos que creen que favorecen el aislamiento de la gente. En ambos casos, el porcentaje supera el 70% de las respuestas. “Para la mayoría de los jóvenes, las redes sociales son un espacio para integrarse”, explica el director técnico de la Fundación de Ayuda a la Drogadicción, Eusebio Megías, “por tanto, los jóvenes que no tengan ordenador en casa o smartphone tienen mayor riesgo de quedar aislados. La brecha social en función de la clase social puede profundizarse por este motivo”.
Los adolescentes asumen con naturalidad los riesgos que supone el uso de la tecnología, como la pérdida de intimidad, porque consideran que los beneficios que obtienen compensan los peligros. “Las redes sociales facilitan que las personas más tímidas o inseguras entren en juego”, expone Megías. “Eliminan la vergüenza y democratizan el flirteo. En las redes sociales pueden transmitir de forma eficaz diferentes caras de su personalidad, de la misma manera que en el mundo real. El yo online no es menos real que el offline”, concluye.
“Ambos yoes no actúan uno en detrimento del otro, sino como elementos complementarios”, continúa Megías, “los jóvenes no se relacionan menos por pasar más tiempo en las redes sociales, sino que se relacionan de otra manera”. El lenguaje escrito online (con ayuda del audiovisual y los emoticonos) genera una comunicación más flexible, tendiente a la intrascendencia y a la anécdota pero, paradójicamente, también permite la revisión y corrección del mensaje, proyectando una imagen más pausada y consciente de uno mismo, señala el estudio.
Con las redes sociales, las relaciones se hacen más complejas y los jóvenes deben encontrar el equilibrio entre estar siempre presentes y que esa exposición no traspase los límites deseables de uso normalizado, razona el texto. “Los adolescentes aceptan que las redes pueden hacer que uno se sienta más dependiente. Pero es una dependencia que no les preocupa excesivamente porque la consideran propia del tiempo en el que se vive”, sentencia Megías.