Estudios científicos confirman un extraño proceso neurológico que se produce mientras dormimos: perdemos la conciencia del lado izquierdo.
Uno de los más curiosos desórdenes neurológicos descritos en la literatura médica es la “negligencia hemiespacial”. Les ocurre a pacientes que, tras una lesión en el lóbulo parietal, dejan de prestar atención al lado izquierdo de la realidad. En casos extremos, pueden dejar de comer del lado izquierdo del plato, se afeitan una sola mejilla o se peinan una sola mitad de la cabeza.
“Para ellos, el lado izquierdo no existe, ni siquiera pueden imaginarlo“, explica desde Cambridge, Gran Bretaña, Tristán Bekinschtein , joven investigador argentino que acaba de ser nombrado senior lecturer de esa señorial universidad de 800 años de antigüedad.
Pero si esta patología merece ser incluida en un catálogo de misterios neurológicos, más sorprendente aún es el hallazgo que acaban de realizar Bekinschtein y su equipo del MRC Cognition and Brain Sciences Unit. En un experimento con 26 individuos sanos, los investigadores mostraron que en el momento de transición entre la vigilia y el sueño, 22 de ellos experimentaban el mismo tipo de negligencia que se da en aquellos pacientes: perdían la conciencia del lado izquierdo.
“Ya había estudios previos del segundo autor del trabajo (Tom Manly), que sugerían que cuando hacemos tareas de atención continua se producen más errores de un lado que del otro de la pantalla, pero no se sabía si era por un cansancio general -explica el científico-. Como desde hace cuatro años venimos desarrollando herramientas para poder hacer experimentos cuando las personas se van quedando dormidas, empezamos a jugar con la idea de que las cosas [en esa frontera de la conciencia] no se ‘apagan’ de golpe, sino que uno va perdiendo capacidades cognitivas de a poco. Y decidimos probarlo”.
De modo que invitaron a los sujetos a relajarse en un cuarto oscuro. Les hicieron escuchar sonidos que se emitían desde muy a la izquierda o muy a la derecha, o un poquito a la izquierda y a la derecha, y les pedían que apretaran un botón en cada caso. Mientras tanto, registraban sus ondas cerebrales por medio de electrodos conectados a un electroencefalógrafo para determinar exactamente cuándo estaban por quedarse dormidos.
“Al principio, no cometían demasiados errores, pero cuando estaban casi por dejar de responder, hacían el doble de errores a la izquierda que a la derecha”, detalla el científico. Es decir, ubicaban a la derecha los sonidos originados a la izquierda.
El trabajo, que atrajo el interés de medios internacionales, como The Guardian , ofrece claves acerca de algunos mecanismos de la heminegligencia espacial: “muestra que las personas no necesariamente desconocen los estímulos que vienen de la izquierda, sino que responden como si vinieran desde la derecha”, dijo al diario inglés Masud Husain, neurólogo clínico de la Universidad de Oxford.
Un dato singular: Bekinschtein, que fue el primero en hacer la prueba, es zurdo, y comprobó que en ellos no se registra este fenómeno.