Los vecinos temían que el paciente psiquiátrico matara a su madre

El paciente psiquiátrico que asesinó a la productora radial se había vuelto muy violento, dicen. Pero nadie previó su trágico accionar.

municipalidad de san carlosHasta hace unos cuatro años, Ezequiel Palleres (24) era considerado por sus vecinos como un chico “guapo”, simpático y “buen alumno” de la escuela Fuerte de San Carlos. Hijo único de una casa humilde y una madre soltera que se “desvivió trabajando para pagar su sustento”. Entonces, algo cambió. El joven se volvió muy violento y con un humor muy inestable.
El temor de la gente que vive en la calle Maestri, de la villa de San Carlos, era que “un día terminaría matando a su mamá”.
“Yo tuve que mediar a veces para defenderla y sabíamos que ella solía dormir con llave en su habitación”, relató un comerciante de la zona, que dijo haber tenido que salir de testigo en un allanamiento que la Policía realizó el año pasado, tras una denuncia efectuada por la propia madre en la Comisaría 18.
Pese al temor y los malos presentimientos, ninguno imaginó nunca el desenlace del miércoles. El joven ingresó al hall del edificio municipal sancarlino y mató de cinco puñaladas a María Paula Giglio, una productora radial de 33 años que estaba realizando trámites en el lugar y que fue tomada como víctima fortuita por este paciente psiquiátrico.
En las últimas horas, los cuestionamientos se centraron en el tratamiento ambulatorio que recibía Palleres por su enfermedad psíquica, que no hizo prever un episodio de estas características.
Al contrario de lo que expusieron las autoridades de Salud de la provincia, su madre asegura que el joven tomaba la medicación asignada (al menos, ella se la daba) y llevaba cinco meses viajando hasta Tunuyán para ser controlado por el equipo del Centro Preventivo Asistencial de Adicciones del Valle de Uco.
Carina Stehlik, directora del Plan Provincial de Adicciones, dijo que hoy las historias clínicas están bajo secreto de sumario, pero en adelante -cuando se pueda dialogar con el paciente- la tarea será “aclarar por qué no se pudo prever este episodio”.
“Tenía la dosis de medicación adecuada, la madre tenía el hábito de llamar para avisar cualquier situación, el paciente no mostró síntomas de alteración desde que entró en enero”, expuso la funcionaria.
En la mañana de ayer, Mary -su madre- se hallaba en la casa de la calle Maestri al 265. Se disculpó por no dar declaraciones debido a su estado de conmoción. En su lugar, hablaron las amigas que estaban allí para contener a esta mujer, que es “muy querida en la zona”. “Él tenía conciencia de su enfermedad, por eso iba a las consultas y hacía todo el trámite para los medicamentos. Su mamá seguía al pie de la letra el tratamiento”, contó angustiada Griselda.
Según las mujeres, Ezequiel retiró los medicamentos semanas atrás y los perdió en el micro cuando regresaba a San Carlos. Entonces, “Mary y su patrón reunieron el dinero para comprar otros de nuevo”, apuntaron.
La mujer trabaja en una fábrica en época de temporada, el resto del año realiza planchados y limpieza a domicilio. Junto a su hijo, participa de la iglesia Asamblea de Dios, cuyo templo fue construido en el terreno aledaño, el cual donó para tal fin.
“El chico andaba siempre por acá. Incluso pasaba por una escuela cercana, pero nunca pasó nada. Hacía changas. En las últimas semanas, participó de algunos incidentes”, comentaron Juan y Raúl, dos hermanos que llevan décadas viviendo en el lugar. Apenas recibieron la trágica noticia, los allegados pensaron que Ezequiel había atacado a alguien del municipio. Años atrás, trabajó con un plan social allí por dos meses y no se fue en buenos términos.
En general, los vecinos hacen hincapié en que el joven había empezado a consumir alcohol y sustancias hace tiempo, lo que habría complejizado su cuadro. Incluso, algunos ya están promoviendo una juntada de firmas para que no lo dejen volver “por un tiempo al barrio”.
Esa mañana, Mary no percibió actitudes extrañas, tampoco en los días previos. Ezequiel se levantó para ir a un trabajo nuevo que había conseguido, estuvo una hora allí y luego se dirigió hacia el municipio. Sin embargo, para los vecinos hubo algunos indicios. “Esa noche se la pasó con la luz prendida. Una vecina lo vio caminando por el patio antes de las 6 de la mañana”, comentó el comerciante.
Los vecinos refieren a tres denuncias previas que existían contra el joven por hechos violentos, una labrada por su propia madre el año pasado. Sin embargo, desde la Policía no pudieron corroborar, por el momento, tal información.
“Hay que ver si quedó radicada. Antes, la Policía recibía estas denuncias por insanía, pero desde hace más de una década en estas intervienen directamente los Juzgados de Familia”, explicó el jefe de la departamental Valle de Uco, Rafael Salinas.

Los baches de su historia clínica y su última consulta

Palleres realizó su primera consulta el 2 de junio de 2013 en el hospital Tagarelli de Eugenio Bustos. Los profesionales que lo atendieron decidieron derivarlo al neuropsiquiátrico El Sauce, donde permaneció internado 20 días entre fines de julio y principios de agosto.
“En ese momento, tuvo una crisis y se fue de alta acompañado por su mamá a continuar tratamiento ambulatorio con medicación en San Carlos”, señaló en declaraciones periodísticas María Gorra, directora de El Sauce.
Las autoridades sanitarias aducen que el joven fue derivado al Tagarelli. Sin embargo, en este nosocomio aseguran que el paciente nunca llegó con una derivación o un tratamiento asignado por los profesionales del neuropsiquiátrico.
Marcela Bianchetti, gerente asistencial del hospital sancarlino, explicó que Palleres “era un paciente que realizaba consultas esporádicas por consumo, básicamente de alcohol”.
Las autoridades del Tagarelli refieren a estas consultas como “pedidos de auxilio” de la madre. El último encuentro con el equipo de Salud Mental del lugar fue el 22 de enero y un familiar solicitó un turno para el 6 de abril, pero el joven nunca asistió.
Tampoco tiene historial clínico en el regional Scaravelli. Dado su problema de consumo, los especialistas decidieron que siguiera su tratamiento con el equipo asistencial de Adicciones de Tunuyán.
La distancia y el no contar con un seguimiento especializado en su lugar de origen siempre constituyeron obstáculos para el tratamiento. Incluso, el 12 de junio tenía un turno en el centro tunuyanino, pero no se presentó. “Intentamos comunicarnos para ver las causas de la ausencia, pero no pudimos dar con el paciente ni la madre”, dijo Stehlik.

Por qué no estaba internado

¿Si era peligroso, no debía Palleres tener prohibido salir a la calle? Sucede que la nueva Ley de Salud Mental, sancionada en 2010, ordena no abrir más neuropsiquiátricos, manicomios o instituciones de internación monovalentes.
Es decir, prioriza la atención ambulatoria de los pacientes psiquiátricos, que deben ser tratados en sus casas al menos que exista la orden de un juez. Y por lo general, esas órdenes llegan cuando ya se perpetró un delito.
“En el caso de los (psiquiátricos) ya existentes se deben adaptar a los objetivos y principios expuestos, hasta su sustitución definitiva por los dispositivos alternativos”, asegura uno de los artículos de la ley, que tiene como objetivo reducir las internaciones. Además, ordena tratar a estos pacientes en “hospitales generales”.
Pero los psiquiatras advierten que este modo de tratamiento se implementó en otros países y luego se tuvo que dar marcha atrás. “El cierre de los hospitales monovalentes se implementó en Italia, y con el paso de los años tuvieron que volver a abrirlos”, afirmó Juan Carlos Bacha al suplemento salud.com de Los Andes.
Bacha se mostró en contra del paradigma que apunta al cierre de los manicomios. “Son pocos, pero hay pacientes que tienen que estar internados de por vida”, consideró el médico. “No hay que creer que cualquier paciente psiquiátrico es un criminal, no es así, pero cada persona requiere de un tratamiento específico”, afirmó.
Bacha evitó ahondar en los motivos que habrían llevado a Palleres a cometer el asesinato, aunque se mostró contrariado ante la versión oficial que apuntó a que el joven no había tomado su medicación.
“Hay que investigar en profundidad. Si bien no hay elementos suficientes aún para sacar conclusiones, es muy raro que ante la falta de medicación un paciente reaccione de una forma tan violenta -manifestó el psiquiatra-. Estos casos no son comunes”.
La Ley también restringe las internaciones a menos que el paciente quiera. Y las prohíbe si el hospital no está donde vive el paciente. Ezequiel vivía en San Carlos y el El Sauce está en Guaymallén.
Allí está hoy el joven, tras una orden judicial que llegó luego de que cometiera el crimen.