Una empresa argentina ha logrado hacer punta a nivel internacional con la nanotecnología.
Faltan sesenta segundos. Desde el centro de control del cosmódromo de Yasni, en Rusia, un grupo de voces -en ruso- se cruzan instrucciones en el tono sorprendentemente monocorde que caracteriza a los minutos que anteceden a todos los lanzamientos espaciales. Pero en un departamento de Buenos Aires, a metros de la Avenida del Libertador, un grupo de jóvenes están pendientes de la cadencia de ese parloteo.
¡Ignición! Un ex misil intercontinental reconvertido sale despedido de su silo subterráneo rumbo a las alturas. Unos 960 segundos más tarde, cuando son las cuatro y dieciséis de la tarde en el país, entra en órbita el tercer microsatélite argentino, Tita (en honor a Tita Merello), un aparato de 25 kilos diseñado para tomar fotos y videos de alta resolución. Lo construyeron en Palermo, con materiales que pueden comprarse en la ferretería del barrio o pedirse por Internet.
Desarrollado por Satellogic , una compañía tecnológica local fundada por Emiliano Kargieman, Tita (o, más formalmente, el BugSat-1) es el tercer microsatélite argentino, pero el primero de una nueva serie que ofrecerá servicios comerciales en el espacio, desde la toma de imágenes hasta la geolocalización, la transmisión de TV o la detección de parámetros ambientales.
“Tita es diferente a los dos anteriores, que pesaban dos kilos -explica Kargieman, mientras sigue cada una de las alternativas de la puesta en órbita del nuevo «bebe» de Satellogic, concebido en apenas ¡seis meses!-. Aunque también es un prototipo, y seguimos las mismas estrategias de diseño y fabricación con componentes de uso comercial (resortes de ferretería, electrónica de teléfonos celulares y computadoras personales), éste permite tomar imágenes y videos de dos metros de resolución. Esencialmente, estamos haciendo lo mismo que hace un satélite convencional, pero a un precio entre cien y mil veces menor.”
El nuevo pase de magia de Satellogic, capaz de poner tres satélites en órbita en menos de dos años, fue posible gracias a la creatividad de 27 físicos, ingenieros y especialistas en ciencias de la computación cuyo promedio de edad no llega a los treinta años.
Contaron con la colaboraron del equipo de Julio Durán, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (para el desarrollo de los paneles solares) y del Grupo de Ensayos Mecánicos Aplicados de la Universidad Nacional de La Plata, que hicieron las pruebas de resistencia.
Además de la óptica, la telemetría y otros subsistemas propios del aparato, el satélite lleva un experimento científico: una plaqueta de 250 gramos desarrollada por Pablo Levy y su equipo del INTI.
“Son «memorias resistivas» -explica Levy-: dos placas de metal con un óxido entre medio, con propiedades de resistencia eléctrica que pueden guardar un bit de memoria. Una de las ventajas que tienen estos dispositivos es que son muy factibles de miniaturizar y poseen gran robustez, por eso se los está probando para aplicaciones satelitales.”
“Durante este año armamos una plataforma de trabajo para que se pueda poner las memorias en un satélite”, agrega Federico Golmar, investigador del Conicet en el INTI.
Gracias a esta novedosa estrategia de desarrollo, Kargieman y su grupo están en condiciones de construir muchos satélites, mucho más rápido.
Para el desarrollo de sus plataformas de prueba y demostración, Capitán Beto y Manolito, Satellogic contó con el apoyo del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación (que aportó más de seis millones de dólares), de Invap y de inversores privados. Pero hoy la compañía ya vuela sola y apunta alto.
“Después de éste, tenemos planeado hacer otro de prueba -dice el osado emprendedor-. Pero para el segundo semestre de 2015 queremos lanzar la primera constelación de 15 satélites ya operativos en tres lanzadores diferentes. Van a estar separados en tres planos distintos y nos permitirán tomar imágenes de cualquier lugar del mundo en una hora y media. Ésta es una capacidad que hoy no existe. No la tiene nadie. Pero nuestro objetivo real es lanzar 300 satélites antes de fines de la década. Será una verdadera red orbital de sensores que permitirá «ver» lo que está pasando en la Tierra prácticamente en tiempo real.”
En principio, la idea detrás del proyecto es monitorear producción de alimentos, producción, generación y distribución de energía, y generación de recursos naturales escasos, como el agua, entre otros. “Para poder tomar decisiones informadas por parte de empresas, de gobiernos, de individuos… -subraya Kargieman-. Durante mucho tiempo, esto de los nanosatélites fue algo que se hizo en las universidades. Todos pensaban que eran juguetes que no tenían mucha utilidad, pero de a poco algunos nos fuimos dando cuenta de que si uno los arma bien, los puede usar para cosas serias.”
La semana última Google compró la compañía Skybox, que desarrolla satélites con una visión similar, pero diez o veinte veces más caros. Y Facebook está entrando en el mismo negocio . Sin embargo, si todo funciona como está previsto, Satellogic podría adelantarse con un enjambre de microsatélites rodeando la Tierra, todos de pura estirpe celeste y blanca.