Es una tentación importante de este tiempo político dar a toda acción de Estado el carácter de histórica o fundacional. La actitud se repite ante la visita del líder chino Xi Jinping, y estuvo plasmada en el discurso de Cristina Fernández al momento de hacerse públicos los acuerdos que llevan 11.000 millones de dólares a las arcas del BCRA en un “swap” (pase, en inglés) por parte del Banco Central chino más 4.500 millones en inversiones directas en represas y estructura ferroviaria.
¿Qué implican estos acuerdos, y qué busca cada uno de los socios? China quiere tener asegurado el alimento para su población, ya que ese drama forma parte de la conciencia colectiva china. La Gran Hambruna China, oficialmente conocida como los Tres Años de Desastres Naturales, fue el período de la República Popular de China entre 1958 y 1961, caracterizado por una hambruna generalizada. Según las estadísticas del Gobierno, provocó 15 millones de muertos en este período. Las estimaciones no oficiales varían, pero son a menudo bastante más altas. Yang Jisheng, un ex reportero de la Xinhua News Agency que pasó más de diez años reuniendo información de la que no disponían otros investigadores, estima un balance de 36 millones de vidas. Las autoridades chinas también usan las frases “Tres Años de Dificultad Económica” y “Tres Años Amargos” para describir este período. Esta situación fue la consecuencia de acciones políticas del gobierno de Mao Zedong. Durante el Gran Salto Adelante, la agricultura fue organizada en comuna y se prohibió el cultivo privado. Esta colectivización forzada redujo considerablemente los incentivos para que los campesinos trabajasen eficientemente. La producción de hierro y de acero fue identificada como una exigencia clave para el progreso económico. Se ordenó a millones de campesinos abandonar el trabajo agrícola para incorporar ese personal a la producción de hierro y de acero, pero sin dotarlo de una formación básica ni de las tecnologías necesarias para ello, de modo que las aleaciones obtenidas eran de pésima calidad y generalmente inservibles. Mientras tanto, una inconmensurable cantidad de cosechas se pudrían por falta de mano de obra. El hambre fue un drama nacional reprimido por el Ejército Rojo ante cada manifestación popular.
China posee sólo un 14% de su superficie territorial apta para cultivos. Una población de 1.400 millones coloca el sustento alimentario en un lugar clave y esencial. Argentina, con sólo 40 millones de habitantes, tiene el potencial de producir alimentos para 500 millones de personas, y obtendría acceso privilegiado a un mercado en crecimiento en cuanto a su capacidad de consumo, cuyo techo es absolutamente imposible de determinar en la actualidad. El cruce de necesidades y expectativas es crucial para los intereses de ambas naciones.
La foto de ambos presidentes, Jinping/Fernández, no es sólo un mensaje positivo hacia el futuro, sino un poderoso mensaje enviado a Washington, que ya debe estar tomando debida nota del mismo.