De los 21.000 millones de ajuste para 2015, 9.600 serán en sanidad o ayudas familiares.
Francia va esta vez en serio. Uno de los últimos países de la UE en emprender reformas ha plasmado ya las suyas en los proyectos de presupuestos financiero y de la seguridad social para 2015. Y son duras. El Gobierno prevé reducir en 21.000 millones el gasto público el año que viene. Es el primer tajo de los 50.000 anunciados para tres años. Pero la partida más castigada es la de la protección social, muy mimada en el país hasta ahora. El año que viene, el recorte en ese capítulo será de 9.600 millones y de 20.000 en total de aquí a 2017. “No hay plan de ahorro que sea indoloro”, había avisado el martes el presidente, François Hollande. Sin embargo, incumplirá su compromiso con Bruselas para reducir el déficit.
Los otros dos grandes capítulos a recortar de aquí a 2017 son los gastos del Estado (19.000 millones) y los de las colectividades locales (11.000). En 2016, el ajuste global será de 14.500 millones y otros tantos para 2017 hasta llegar a esos 50.000 previstos en el Pacto de Responsabilidad lanzado por Hollande y ejecutado por su primer ministro, Manuel Valls.
Los proyectos presentados ahora son el arranque real de las reformas. De los 9.600 millones de recorte en gasto social para 2015, el Estado pretende conseguir 3.900 de un ajuste a los presupuestos de la Seguridad Social, que tiene un déficit superior a los 10.000 millones. Las rebajas en las ayudas familiares, por ejemplo, supondrán al menos 700 millones. Así, las ayudas por cada hijo nacido se reducirán a un tercio (308 euros en lugar de 923).
Otros 3.200 millones procederán de nuevas tarifas que los seguros médicos cobran al Estado por cada servicio que prestan o de una rebaja del precio de los medicamentos. Y otros 500, de una mejora en la gestión. Asimismo, el ahorro procederá de la congelación de las pensiones (ya aprobada en verano) salvo las inferiores a 1.200 euros mensuales. Pese a todo, el Gobierno asegura que la calidad de la sanidad pública no se verá afectada.
Junto a la protección social, los otros dos capítulos que experimentarán mayores recortes en 2015 son los gastos de funcionamiento del Estado (7.700 millones) y las partidas destinadas a las colectividades locales, en su mayor parte ayuntamientos (3.700 millones). En 2015, los ministerios gastarán 1.800 millones menos que este año.
Una excepción brilla ante tanto ajuste. El presupuesto de enseñanza crece un 2,4% y se crearán 9.400 nuevos puestos de trabajo, la mayoría maestros, pese a que en 2015 habrá 1.200 funcionarios menos al no reponer las bajas.
A pesar de los recortes, París no cumplirá sus compromisos con Bruselas, como ya había anunciado en las últimas semanas. Sus cuentas públicas seguirán desequilibradas por el débil crecimiento: 0,4% previsto este año y 1% el que viene. El actual ejercicio se cerrará con un déficit público del 4,4% (4,1% el año pasado) y en 2015 solo descenderá una décima. Francia, por tanto, está obligada a pedir una tercera prórroga a Bruselas porque incumplirá su obligación de dejar el déficit por debajo del 3% en 2015. No lo logrará al menos hasta 2017.
“Francia ya ha ejercido su responsabilidad. Ahora también debe hacerlo Europa”, comentó el miércoles el ministro de Finanzas, Michel Sapin. El Gobierno entiende que con estos presupuestos ya ha adoptado las “reformas creíbles” que reclaman Bruselas y Berlín y, por lo tanto, sostiene que ahora corresponde a la UE ser más flexible en la reducción del déficit y acometer políticas de estímulo para fomentar el crecimiento en lugar de practicar la austeridad.
El gasto público y la deuda también seguirán disparados pese a los sacrificios. Este año, Francia destina el equivalente al 56,5% de su PIB a ese gasto público, uno de los mayores porcentajes del mundo, y solo rebajará cuatro décimas el año que viene. La deuda, que se ha doblado en una década, acaba de superar la emblemática cifra de dos billones (95,6% del PIB) y París tiene que dedicar unos 45.000 millones al año para pagar los intereses. Si subieran los tipos, la situación sería dramática.
En el capítulo fiscal, los presupuestos incluyen una subida de dos céntimos en el impuesto sobre el gasóleo, para dedicar los ingresos a grandes infraestructuras. Por el contrario, se prevé rebajar el impuesto sobre la renta. Nueve millones de personas se beneficiarán al suprimirse un primer tramo del 5,5% para ingresos inferiores a 9.600 euros al año. Quedan exentos quienes ganen menos. La merma para la caja estatal será de 3.000 millones. En los últimos cuatro años, las subidas fiscales han sido sistemáticas.
A su vez, el Gobierno está aplicando rebajas de impuestos y cotizaciones a las empresas, que ascenderán a 40.000 millones en tres años.
Por encima de cifras y datos, el marco presupuestario presentado ahora demuestra que, pese a todas las resistencias, incluidas las internas entre los socialistas, François Hollande y Manuel Valls están decididos a mantener sus reformas pese a los disgustos que les supondrá su tramitación parlamentaria. “No hay otra alternativa”, repite estos días el primer ministro.
Las alternativas las enuncian globalmente el principal partido de la oposición, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), y el ascendente Frente Nacional (FN). Para la UMP, la reducción de gasto debiera ser al menos el doble. Para el FN, la solución pasa por salir del euro.
Este miércoles, el Elíseo comentó así los proyectos presupuestarios: “Francia necesita preparar el futuro, superar sus dificultades económicas, lo que llegará manteniendo con firmeza el rumbo fijado. Estos textos financieros le aportan los medios”.