Repudiadas por los hombres, que prefieren chicas más jóvenes, las mujeres chinas tienen tan difícil casarse después de los treinta que las llaman las «sobras».
Por muy guapa e interesante que sea, para una mujer china es muy difícil casarse si ya ha cumplido los 30 años. A los 35 es casi imposible y a los 40 ha perdido todas las esperanzas. Así de amargamente se queja Kelly Gao, una funcionaria del Gobierno que ya va por las 41 primaveras y lleva una década sin novio. «Como todos mis compañeros están casados, me siento muy sola, pero intento mantenerme ocupada yendo al yoga o al gimnasio», se lamenta en un encuentro para solteros de Pekín al que ha acudido con el anhelo de encontrar a su «media naranja».
Además de la masificación de sus ciudades, la superpoblación que sufre China ha traído otro problema que afecta a las mujeres que no han podido casarse antes de los 30 años. Por razones culturales y el machismo imperante en esta sociedad, se trata de una edad que los hombres consideran excesiva, lo que les lleva a buscarse novias mucho más jóvenes que ellos. Que un hombre sea hasta diez años mayor que su pareja no se ve raro en China, pero esa preferencia por la juventud condena a muchas mujeres a la maldición de las solteronas treintañeras. De hecho, ya ha surgido hasta un durísimo término en mandarín para definirlas: las «sobras» («sheng nu»).
Junto a este estigma, las solteras treintañeras sufren una fuerte presión familiar para casarse y tener hijos. Desesperados, sus padres y parientes les buscan pretendientes y organizan citas a ciegas entre amigos y conocidos. «Mis padres me agobian desde hace diez años porque yo quiero tener un hijo por mí misma, no adoptado, pero exijo un hombre con formación, responsable y honesto», enumera Kelly Gao los requisitos de su «príncipe azul».
Difícil encaje
Muy tradicionales, las familias chinas hasta se reúnen en los parques con las fotos de sus hijos para emparejarlos con los de los vecinos o asisten a ferias maritales especializadas en sectores concretos de la población, por ejemplo militares o funcionarios estatales, para encontrar a alguien de semejantes características.
Cuando todo falla, a las solteras no les queda más remedio que acudir a las agencias de contactos que están proliferando por el país y organizan fiestas para presentar a las parejas. «En un bar puedes encontrar una aventura de una noche, pero aquí es mejor para conocer a alguien en quien puedas confiar», explica Yang Xiaojun, una treintañera que trabaja para Mitsubishi. Con el número 23 en un corazón pegado al pecho, ha pagado 300 yuanes (38 euros) para venir al guateque montado por la empresa Miral Circle, al que han acudido 50 mujeres y unos 20 hombres.
«Ellas, que suelen ganar un buen sueldo y hasta tener una casa, buscan al marido perfecto, pero el problema es que ellos prefieren chicas más jóvenes», resume la directora de la compañía, Wang Min. Además de conocerse en un ambiente distendido con comida y bebida, las parejas aprenden a bailar salsa e incluso a declararse con un ramo de flores.
«Ahora es más difícil confiar en las mujeres porque muchas solo buscan a alguien con dinero», advierte Chen Tieli, un programador informático de 41 años que se divorció hace tres. Tras probar suerte con páginas «web» de contactos, donde se encontró «dinosaurios» (mujeres con fotos falsas), busca una novia que tenga «entre 25 y 40 años, pero mejor mientras más joven».