El terror en primera persona

Decenas de mujeres y chicas secuestradas por el grupo terrorista Boko Haram relatan su calvario.

Mujeres-Boko-HaramTrabajos forzosos, conversiones al Islam, matrimonios con milicianos o violaciones son algunos de los abusos más frecuentes que las mujeres y chicas secuestradas por Boko Haram sufren mientras están en cautividad. Human Rights Watch (HRW) recoge en su último informe los testimonios de medio centenar de víctimas que lograron escapar de los campamentos que el grupo islamista tiene repartidos en varias áreas remotas del noreste de Nigeria.
Muchas de las chicas entrevistadas por HRW denuncian que cuando estaban retenidas no solo tenían que cocinar, limpiar y hacer otras tareas del hogar, sino que algunas también participaban en los ataques. “Me dijeron que tenía que cargar con las balas y permanecer tumbada en el suelo mientras ellos luchaban”, comenta una de las chicas.
Otra relata cómo la obligaron a tender una emboscada. “Tenía que acercarme a un grupo de cinco hombres en una aldea cercana y luego llevarlos a donde los milicianos estaban escondidos. Estaba aterrada por lo que había visto y les dije que necesitaba su ayuda”. Poco después los jóvenes estaban atados de pies y manos y uno a uno fueron degollados sin piedad.
También es habitual que las mujeres y chicas en cautividad sean utilizadas como mulas de carga para transportar el botín que los milicianos saquean durante sus ataques. Una de las chicas explica cómo tuvo que andar durante horas con un fardo en la cabeza. “No dejaban de añadir más y más cosas y al final creí que me iba a desmayar”, confiesa. “Me sentí aliviada cuando trajeron a otras dos chichas que acaban de secuestrar y cogieron algunas de las cosas que yo llevaba”.
Muchas de las jóvenes que regresan a casa están traumatizadas por lo que han visto durante su secuestro, pero pocas o casi ninguna recibe tratamiento psicológico. HRW denuncia que el Gobierno nigeriano se ha desentendido de estas chicas y que solo algunas de las estudiantes de Chibok que lograron escapar han recibido atención profesional que las ayude a reinsertarse en la sociedad.

Secuestros como represalia

En los últimos años Boko Haram ha secuestrado a unas 500 mujeres y chicas, aunque esta práctica se ha intensificado desde que en mayo de 2013 el Gobierno nigeriano impusiera el estado de emergencia en Borno, Yobe y Adamawa, las zonas de mayor actividad de los insurgentes.
Al principio los secuestros eran una represalia por las detenciones masivas de familiares de milicianos y altos cargos de Boko Haram. “Nadie podrá gozar [de la compañía] de sus mujeres e hijos”, advertía el líder del grupo, Abubakar Shekau, en un comunicado difundido nada más conocerse las primeras detenciones de esposas e hijos de miembros del grupo.
Sin embargo, la facilidad con la que llevaban a cabo estos ataques, sobre todo en zonas aisladas y con poca presencia de las fuerzas de seguridad, hizo que Boko Haram se planteara utilizar los secuestros masivos como una forma de ganar atención mediática y al mismo tiempo imponer su rechazo a la escolarización de las mujeres.
“Había unos 40 hombres en un puesto de control”, explica una chica de 19 años secuestrada en Konduga, en el estado de Borno. “Cuando vieron que éramos estudiantes uno de los milicianos gritó: «¡Ajá! Estas [chicas] son lo que estamos buscando. Así que vosotras sois de las que insistís en ir a clase a pesar de que hemos dicho que la educación [de estilo Occidental] es pecado. Hoy os vamos a matar»”.
El secuestro de 276 estudiantes en una escuela de Chibok a mediados de abril de este año, de las que 219 aun están retenidas, dio una nueva dimensión a Boko Haram y a sus reivindicaciones. “La educación de estilo Occidental es pecado, está prohibida [por el Islam] y las mujeres deben dejarla y casarse”, amenazaba Shekau tres semanas después de un secuestro que dio la vuelta al mundo.
A pesar de que la campaña #BringBackOurGirls fue un fenómeno viral en Internet y que recientemente el Gobierno anunció un principio de acuerdo para su liberación, su futuro sigue siendo incierto.