El 56% de las personas que ‘para’ para cachear la policía son negros y el 28% hispanos. Datos elocuentes del racismo en las Fuerzas de Seguridad estadounidenses.
En las marchas y concentraciones que recorren la ciudad de Nueva York, es frecuente leer pancartas el mensaje: fin al ‘stop&frisk’ (‘detención y cacheo’). No es casual. Según los datos del Departamento de Policía, el 56% de los parados en 2013 eran negros, seguidos de los latinos con un 27,99%. Estos dos grupos étnicos también son los ‘sospechosos más habituales’ de haber cometido un delito violento: los negros representaron el 65,2% y los hispanos, el 27,1%.
No es de extrañar que esta práctica policial levante ampollas en la comunidad afroamericana y latina, que aprecia en estas cifras una cuestión racial. El Comisionado de Policía William Bratton ha anunciado una reforma que no termina de llegar. Según la Unión de Derechos Civiles de NYC, en el primer trimestre de 2014, un 81% de los sujetos objeto de la “detención y cacheo” fueron encontrados inocentes (11.572 personas de las 14.261 paradas); más de la mitad era de color.
Las tensiones raciales con la policía se sienten en todo el país y provocan casos sorprendentes como el de Earl Sampson, de 28 años, que fue parado en 258 ocasiones y arrestado en 56 ocasiones en los últimos cuatro años en Miami Garden. La mayoría de las veces por posesión de marihuana, pero en varias decenas por entrar a su trabajo en la tienda Quickstop 207. El propietario del establecimiento denunció la situación y en diciembre de 2013, el jefe de policía renunció.
Harlem, una ciudad distinta
La práctica “detención y cacheo’ no es nueva por aquí. En los años 60 ya mostró su oposición-cuando fue aprobada la ley que le confería legalidad- el activista por los derechos de los afroamericanos en EEUU, Malcom X. Desde el corazón de Harlem, en la calle 165 con Broadway, en el centro levantado en su nombre tras su asesinato en 1964, Malcom X denunciaba entonces los excesos policiales con vehemencia. “La policía está bien. Sólo digo que los hay buenos y malos y siempre envían los malos a Harlem”, subrayaba.
Hoy Harlem ha dejado de ser el barrio ‘negro’ por excelencia de Nueva York. A la zona alta de Manhattan, desde la calle 100 a la 160 en el lado Este y Oeste, llega cada vez más población blanca, empujada por la imposibilidad de pagar la altas rentas del centro de la ciudad. Un desplazamiento que también se está dando en Brooklyn y en Queens.
De los excesos policiales da cuenta hoy -y lo retransmite para el mundo- el director de cine Spike Lee, que habla abiertamente de racismo y de la persecución “sistemática”, que sufren los afroamericanos cada día. “No se iba a acabar porque Obama llegase a la Casa Blanca”, decía durante los incidentes en Ferguson el pasado mes de agosto.
El cinesasta y defensor de los derechos de los afroamericanos, que viajó hasta la ciudad y asistió al funeral del joven, ha convertido el cuartel general de su productora 40 acres y una mula en el barrio de Greenpoint (Brooklyn), en un memorial. En su ventana luce un póster que reza “todos somos Mike Brown”. Hace unos meses, hubo otro por Eric Garner y en su cuenta de Twitter, Lee deja constancia de cada uno de los afroamericanos muertos a manos de la policía: Ezell Ford, John Crawford Emmett Till. Desde su ‘República de Brooklyn’ se ha propuesto denunciar la discriminación que perdura en el país.