El hombre negro de 43 años murió por asfixia tras ser estrangulado por un agente.
La indignación recorrió este miércoles las calles de Nueva York después de que un gran jurado de Staten Island decidiera no plantear cargos criminales contra Daniel Pantaleo, de 29 años, el policía que mató al afroamericano Eric Garner, de 43 años, el pasado mes de julio al aplicarle una llave de estrangulamiento prohibida en una detención en plena calle. La decisión provocó manifestaciones de diversa consideración en varios puntos de la ciudad. Las autoridades mantuvieron activo un gran despliegue de seguridad a lo largo de la noche por temor a brotes de violencia como los acaecidos hace apenas una semana en Ferguson (Misuri), cuando otro gran jurado absolvió al agente Darren Wilson, de 28 años, de la muerte a tiros del adolescente negro Michael Brown.
El caso no se cierra con lo decidido en Staten Island. El fiscal general, Eric Holder, anunció que su departamento investigará lo sucedido con Garner como una posible violación de sus derechos civiles. “Nuestros fiscales van a llevar a cabo una investigación independiente, exhaustiva, justa y rápida”, declaró. El departamento de asuntos internos de la policía de Nueva York tiene abierto su propio expediente. Los familiares de Garner también podrían iniciar un procedimiento civil.
La noticia provocó una avalancha de protestas entre la clase política y en la ciudadanía, vehiculadas la mayoría a través de las redes sociales. Poco después de la decisión del jurado, cientos de personas se congregaron en lugares como Times Square, Union Square y el Rockefeller Center, donde se celebraba la tradicional iluminación del árbol de Navidad. “No puedo respirar”, la fatídica letanía pronunciada por Garner antes de morir, fue la consigna más coreada. Hubo algunos detenidos que intentaron derribar las vallas de la policía. En la estación de trenes de Grand Central, un grupo de personas se tumbó pacíficamente en el suelo. Más tarde, bien entrada la noche, varios cientos ocuparon la autovía que circula a lo largo del río Hudson, en el oeste de Manhattan, lo que motivo más arrestos.
El presidente Barack Obama expresó su contrariedad por el fallo judicial durante un acto celebrado con líderes indios en la Casa Blanca: “Cuando alguien no es tratado igual por la justicia, este país tiene un problema y yo, como presidente, tengo el deber de resolverlo”. El líder demócrata no valoró los detalles de la muerte de Garner, pero sí afirmó que hay “demasiadas ocasiones en que los ciudadanos no confían en que todas las personas están siendo tratadas igual”.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, consciente de la gravedad de la situación, suspendió su presencia en la multitudinaria fiesta en el Rockefeller Center de Manhattan y se trasladó a Staten Island para reunirse con cargos electos, representantes de organizaciones ciudadanas, líderes religiosos y activistas en un intento de calmar los ánimos. En un acto previo por la mañana, durante la presentación de las nuevas cámaras que portarán los agentes de policía de la ciudad, De Blasio se mostró respetuoso con la posibilidad de que la gente se manifestara tras la decisión del gran jurado, pero expresó su confianza en que dichas protestas fueran pacíficas.
Por la noche, en Staten Island, el alcalde señaló: “Hay mucho dolor y frustración en este lugar esta noche. Al mismo tiempo, hay muchos buenos sentimientos. Este es un día muy emotivo para la familia Garner y todos los neoyorquinos. Su muerte fue una tragedia terrible que ninguna familia debería tener que soportar. La muerte de Eric Garner puso el foco en las relaciones entre la policía y la comunidad y los derechos civiles, problemas críticos que enfrenta nuestra nación hoy”, declaró el regidor. “La decisión del gran jurado no es la que muchos en nuestra ciudad querían, pero Nueva York posee una larga tradición en expresarse a través de la protesta, no de la violencia”, añadió.
El alcalde reforzó sus argumentos con las palabras pronunciadas 24 horas antes por uno de los seis hijos de Eric Garner, Eric Snipes, quien hizo votos para que, fuera cual fuera la decisión del jurado, no hubiera disturbios. “No va a ser como en Ferguson porque todo el mundo sabe que mi padre no era una persona violenta y van a respetar su memoria”, declaró. Por la noche, en el mismo lugar de Staten Island donde murió Garner, Benjamin, su padrastro, abogó por la paz ante todos los que se acercaron a saludarle.
El agente Pantaleo emitió un comunicado de condolencia para la familia Garner. “Me convertí en un oficial de policía para ayudar a las personas y para proteger a los que no pueden protegerse a sí mismos”, dijo. “Nunca fue mi intención hacer daño a nadie, y me siento muy mal por la muerte del señor Garner. Espero que su familia acepte mis condolencias personales por su pérdida”. La viuda de la víctima, Esaw Garner, rechazó las palabras del agente. “No significan nada para mí”, dijo. Pantaleo seguirá suspendido mientras esté viva la investigación interna de la policía. En su declaración de la semana pasada ante el gran jurado argumentó que en ningún momento pensó que Garner corría peligro de morir por su llave, que calificó como maniobra de reducción y no de estrangulamiento.
La decisión del gran jurado llega en un momento en que tanto el presidente Barack Obama como las autoridades de Nueva York habían hecho considerables esfuerzos y adoptado medidas para conciliar a las fuerzas policiales con la ciudadanía y rebajar la tensión racial que recorrió el país tras los sucesos de Ferguson.
Al contrario que allí, los hechos acaecidos en Staten Island no dejan lugar para la duda, ya que todo fue grabado en vídeo. Un grupo de policías, en aplicación de la política contra el pequeño delito seguida durante años en Nueva York bajo el mandato de los alcaldes conservadores Rudolph Giuliani y Michael Bloomberg, quiso detener a Garner por venta ilegal de cigarrillos sueltos. El hombre, de más de 100 kilos de peso, se resistió. Fue reducido en el suelo, pero uno de los agentes le aplicó una llave de estrangulamiento prohibida por las ordenanzas del cuerpo. Garner, que padecía asma, diabetes y otras dolencias, gritó “no puedo respirar” hasta en once ocasiones antes de morir. La difusión del vídeo y el dictamen médico, que determinó que se había producido un homicidio, provocaron manifestaciones en Nueva York en agosto, un mes después del suceso.
El reverendo Al Sharpton, líder de la National Action Network, la principal organización de derechos civiles de la comunidad negra de Nueva York, había caldeado el ambiente esta semana al iniciar su particular “cuenta atrás” de la decisión del gran jurado. “Quiero que la gente sepa que esto no es un asunto solo de Ferguson. También lo tenemos aquí y vamos a estar muy pendientes de lo que decida este gran jurado”, proclamó Sharpton en un acto con la madre y la esposa de Garner. Anoche, en una convocatoria similar, proclamó: “Cuánta gente tiene que morir para que veamos que los que nos pasa no es una ilusión, sino una triste realidad que este país debe afrontar de una vez por todas”.
El reverendo anunció una marcha nacional de protesta en Washington para el próximo 13 de diciembre. Una marcha, dijo, pacífica, pero contundente. Pese al tono a veces encendido de sus discursos, Sharpton había pedido calma en los días previos si el gran jurado decidía no actuar contra el agente Pantaleo, como así ha sido. “¿Podemos demostrar que Nueva York es diferente? No vamos a tener violencia, pero queremos justicia”, dijo. Sus palabras se produjeron en un contexto muy determinado. Nueva York había registrado la semana pasada las manifestaciones más numerosas por el caso Brown. El pasado lunes todavía decenas de personas volvieron a manifestarse con una sentada pacífica en Times Square al grito de “¡manos arriba, no dispares!”. Durante las celebraciones de Acción de Gracias y el viernes de rebajas también hubo protestas.
Otro incidente relativo a una actuación desproporcionada de la policía había enrarecido el ambiente. El pasado 21 de noviembre murió tiroteado por un policía novato un joven afroamericano, Akai Gurley, de 28 años, en un edificio de viviendas protegidas de Brooklyn. El agente, Peter Liang, estaba realizando una inspección rutinaria con un compañero. Al darse de bruces con Gurley y su novia en una escalera poco iluminada, el policía, que llevaba su arma en la mano,disparó. El joven afroamericano estaba desarmado. Este asunto también tendrá que ser visto por un gran jurado, lo que sin duda aumentará al tensión.
Las leyes del Estado de Nueva York establecen que todos los delitos graves deben ser presentados ante un gran jurado, compuesto por 23 ciudadanos. Este órgano puede revisar las pruebas del caso, oír a los testigos e incluso realizar sus propias indagaciones antes de presentar una acusación formal o desestimar el asunto.