La “guerra civil” en Río ha dejado 80 policías muertos

Con ocho años de experiencia como policía militar brasileño, Jairo Barbosa cree que algo grave está ocurriendo en las calles de Río de Janeiro. “Hoy vivimos una guerra civil en la ciudad”, afirma.
Guerra-civil-RioBarbosa relata a BBC Mundo que cuatro colegas con los que trabajó directamente fueron muertos a tiros en los últimos días. Uno de ellos ni siquiera cumplía servicio cuando fue atacado: lavaba su auto frente a su casa.
Esos casos alimentan una estadística que dice que 288 policías del estado de Río han sido atacados a tiros en lo que va del año, un aumento de 43% respecto a todo 2013. Más de 80 murieron.
Los expertos creen que las cifras reflejan un deterioro de la seguridad en Río, con un incremento en los robos y homicidios en general, contrario a la tendencia a la mejora que hubo entre 2009 y 2012.
Pero Barbosa, que tiene 33 años, una esposa y dos hijos, sostiene como varios colegas que existe una “cacería” específica de policías en algunos barrios.
El domingo asistió a una manifestación de cientos de policías y familiares en la playa de Copacabana para reclamar penas más duras para esos ataques y más apoyo gubernamental.
Ese mismo día a la noche murió violentamente otro policía militar en la Bajada Fluminense, una región de la periferia de Río que engloba barrios pobres y marcados por la violencia, donde trabaja Barbosa.
Entonces, ¿hay realmente una “guerra” contra la policía de la ciudad que recibirá los Juegos Olímpicos de 2016?

“Preocupante”

Las estadísticas de policías baleados en Río que lleva a cabo la periodista brasileña Roberta Trindade, con apoyo de funcionarios policiales, incluyen datos llamativos.
Por ejemplo, señalan que del total de casos registrados este año, 161 cumplían servicio pero 98 estaban en su día de descanso cuando fueron atacados, a menudo al reaccionar a asaltos y a veces al ser reconocidos como policías.
La tendencia al alza es más pronunciada si se compara con lo que ocurría hace apenas dos años: el número de policías baleados aumentó 112% respecto a 2012, cuando Trindade registró 136 casos.
Según la misma fuente, los ataques fatales también aumentaron, aunque menos: en 2012 hubo 71 policías muertos en Río, el año pasado 81 y este año van 83, sin contar el del domingo.
Nada indica que el fenómeno amaine: en noviembre hubo 31 policías baleados (10 de ellos asesinados), a un promedio superior a uno por día. Sólo en la última semana de ese mes ocurrieron 14 casos.
Algunos policías sospechan que estos números responden a una decisión de grupos criminales locales de atacar a colegas, pero las autoridades y los expertos niegan que existan pruebas de eso.
“Si hay alguna estrategia o particularidad por detrás de eso, no lo sabemos”, señala Ignacio Cano, un sociólogo del laboratorio de análisis de la violencia en la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ).
“Pero no hay dudas de que es un hecho extremadamente preocupante y que puede desencadenar una actitud más violenta por parte de la policía también y acelerar el ciclo de la violencia de los dos lados”, agrega en diálogo con BBC Mundo.

Efecto UPP

Un informe reciente señaló que Río tiene la fuerza policial más letal de Brasil, un país donde las fuerzas de seguridad matan en promedio seis personas por día y en cinco años mataron casi 11.200, más que la policía de Estados Unidos en tres décadas.
Sin embargo, el informe del Foro Brasileño de Seguridad Pública mostró que el año pasado los muertos por la policía de Río (416) fueron menos de la mitad que en 2009 (1.048 registros).
Ese dato es atribuido por expertos a la instalación de unidades de policía “pacificadora” (UPPs) en favelas que eran controladas por grupos de narcos armados, una estrategia que contribuyó a reducir la violencia en Río de 2010 a 2012.
Sin embargo, el panorama cambió con un incremento de 17% en los homicidios en el estado el año pasado.
Este año, la violencia antes de las elecciones nacionales de octubre llevó a las autoridades a movilizar cientos de militares reforzando la seguridad en el complejo de favelas de Maré.
En esa zona cerca del aeropuerto internacional de Río murió de un tiro en la cabeza un cabo del Ejército que patrullaba las calles a fines de noviembre. Fue la primera baja de un militar en Río desde el comienzo de la “pacificación” de la ciudad en 2008.
Barbosa cree que varios ataques recientes a policías en Río provienen de narcos que huyeron de zonas donde se instalaron UPPs. “Quedaron acorralados, no tienen lugares para actuar, están migrando para lugares donde los propios policías vivimos y en esos lugares no hay espacio para que haya policías y bandidos”, sostiene.
El sargento Carlos Antonio Aquino, un policía militar con 27 años de servicio, asegura que “las UPPs son nada menos que un acuerdo de caballeros entre gobernantes y marginales”.
“Puede observar que ni bien acabaron las elecciones, aumentó el número de crímenes contra policías”, dice a BBC Mundo este oficial, que pronunció un discurso reclamando apoyo estatal durante la manifestación del domingo.
Sin embargo, Cano sostuvo que suena “un poco simplista” atribuir a las UPPs las causas de la violencia.

“Sangre en el ojo”

En los últimos meses también hubo oficiales y mandos de la Policía Militar de Río detenidos por denuncias de corrupción, que incluyen negocios con narcos y extorsiones a comerciantes.
Aquino admite que en la fuerza “hay muchos corruptos”, pero sostiene que son los menos dentro de la institución y asegura que la prensa da mas atención a los abusos que se cometen que a las vidas que se salvan.
En la protesta por la ola de violencia contra policías hubo reclamos de más apoyo financiero a las familias de víctimas, mejores equipamientos para los efectivos y penas más severas para quienes los ataquen.
El gobierno de Río ha propuesto clasificar como crimen “hediondo” los ataques a policías y militares.
El secretario estatal de Seguridad, José Mariano Beltrame, sugirió recientemente que algunos policías pueden haber muerto por el “ímpetu” de reaccionar a intentos de asalto y negó que haya una acción orquestada de criminales.
Sin embargo, en declaraciones a la red Globo admitió que “históricamente en Río de Janeiro matar un policía es un trofeo para el bandido” y advirtió: “No podemos actuar con la sangre en el ojo”.
BBC Mundo intentó obtener información de la secretaría de Beltrame sobre este asunto, pero la solicitud no tuvo respuesta hasta la publicación de este artículo.