En los últimos años, la esquina de Córdoba y Alvarado se ha puesto de moda entre quienes buscan algún tipo de diversión nocturna en la ciudad. Locales bailables, restaurantes, cervecerías y bares se agolpan en esa esquina que, todas las noches de la semana, ofrece a marplatenses y turistas posibilidades de recreación y esparcimiento. Pero todo tiene su lado malo, y esta situación también.
Que en la esquina de Córdoba y Alvarado se reune mucha gente lo sabemos todos. Que se reunen para tomar, bailar y divertirse, también. Y que en ese escenario pueden darse escenas de descontrol, es una verdad de Perogrullo. Sin embargo, en esa esquina, no existe ningún tipo de control policial ni municipal.
Esto es lo que denuncia Ana, una vecina que vive en esa esquina desde hace 40 años. Las escenas cotidianas son más que molestas: motos rugiendo a todo lo que da frente a la ventana de uno a cualquier hora de la noche, gritos, corridas, música estridente. En esa esquina no existe la posibilidad de dormir con la ventana abierta, y mucho menos una noche de tranquilidad. Escenas molestas, pero dentro de todo soportables, hasta que algún desubicado decide pasarse de la raya.
La vecina dormía cuando sucedió. Lo que la despertó fue un ruido parecido a una explosión, un tremendo estruendo, y el inconfundible sonido de cristales rotos. Alguien, no se sabe quién, decidió que sería divertido tirar un proyectil de metal al enorme ventanal que esta vecina tiene en el cerramiento de un balcón.
El día que le espera hoy, es para no deseárselo a nadie. El costo del cristal roto, las gestiones para lograr la reparación y la continua preocupación de que los restos de algún vidrio puedan llegar a lastimar a algún transeúnte o a las personas que esperan en esa esquina el colectivo para poder irse a trabajar.
¿Cuál es el reclamo de esta vecina, y de todos los que viven en la zona? Uno que parece tan obvio que jamás debería haber sido formulado: control. Todos sabemos lo que sucede en esa esquina, y es la segunda vez que la vecina sufre los mismos daños en su vivienda. ¿Tan difícil es estacionar un patrullero en la esquina y poner un par de inspectores municipales a controlar? Pareciera que sí, y ahora la que paga es la vecina. Una absoluta injusticia.
Todos queremos que Mar del Plata sea una ciudad turística donde uno puede salir de noche a divertirse. Poner un par de policías en medio de esa diversión para que disuadan a los idiotas que creen que es gracioso dañar la propiedad ajena no sólo es una buena idea: es algo básico, y evidente.