Los bombardeos de la coalición han reducido la producción de crudo del Estado Islámico de 80.000 a 20.000 barriles diarios.
A medida que el Estado Islámico afianza su sistema administrativo en los territorios bajo su control, también lo hacen sus fuentes de financiación. Y en los últimos meses, la constatación de que el petróleo se había convertido en uno de los recursos más importantes de la organización hizo correr la voz de alarma.
El EI controla media docena de grandes plantas de extracción y procesamiento de crudo en Siria y el norte de Irak, y en septiembre, los expertos calculaban que el grupo obtenía entre uno y tres millones de dólares al día de beneficios derivados de su venta. Clandestina, por supuesto.
El EI obtiene beneficios del petróleo de dos formas: o bien lo venden en bruto a intermediarios sirios que lo transportan para su procesamiento a refinerías en los países vecinos, como Turquía, Irán o el Kurdistán iraquí, o lo refinan ellos mismos de forma rudimentaria, hirviendo el crudo en pequeñas instalaciones móviles en mitad del desierto. El llamado Consejo Financiero del Estado Islámico es quien se ocupa de gestionar esta riqueza.
«La salida principal para este mercado negro es el corredor sur de Turquía», asegura Luay Al Jatib, director del Instituto de Energía de Irak. «Turquía se está convirtiendo en parte de esta economía negra», insiste, aunque también se sabe de otras vías de salida de crudo más o menos refinado, como Jordania.
¿Significa esto que los contrabandistas turcos apoyan o financian conscientemente al Estado Islámico? No necesariamente, opinan algunos expertos. «El petróleo cambia de manos tan rápidamente que los compradores no saben que están adquiriendo crudo que tiene su origen en el EI», señala el periodista turco Tolga Tanis. «Prefieren creer que el Ejército Sirio Libre, no el EI, es quien se está beneficiando de la transacción», indica.
En el mismo sentido se expresa un alto funcionario turco consultado por ABC. «Muchos contrabandistas no saben que están haciendo negocios con el Estado Islámico. Además, gran parte del crudo pasa desde Siria hasta el norte de Irak, y de allí a Turquía», comenta. «Es difícil estimar las cantidades, dado que obviamente este tráfico no se hace de forma legal. Pero, aunque no tenemos cifras exactas a mano, es evidente que el contrabando de petróleo es cada vez menor. Estamos tratando de detenerlo», indica.
En los últimos meses, la coalición internacional ha dirigido frecuentemente sus bombardeos contra las instalaciones petrolíferas de los yihadistas. La Agencia Internacional de la Energía cree que estos ataques han reducido la producción del Estado Islámico a unos 20.000 barriles de crudo diario, frente a los aproximadamente 80.000 que producía en verano.
Operaciones aéreas
«Creemos que nuestros esfuerzos han sido exitosos», asegura Amos Hochstein, coordinador especial de Asuntos Energéticos del Departamento de Estado de EE.UU., quien indica que las operaciones aéreas han destruido al menos 22 de las pequeñas instalaciones petrolíferas en manos del EI. «La venta ilícita de petróleo ya no es la principal fuente de financiación del Estado Islámico», aseguró el martes pasado el Almirante John Kirby, secretario de prensa del Pentágono.
Washington está presionando mucho a Ankara para que ponga fin al contrabando. Las autoridades turcas, sin embargo, aseguran que se está exagerando la magnitud del problema, y que las cifras millonarias aportadas sobre los beneficios de este negocio son «imposibles». «Un barril de crudo se vende por unos 50 dólares en el mercado negro. Esto significa unos 40.000 barriles de crudo cruzando cada día desde Irak y Siria a Turquía. Sin embargo, es imposible transportarlos mediante los métodos tradicionales de contrabando, tales como caballos, camiones o mulas», explica un asesor presidencial a la publicación «Al Monitor». «Existe contrabando en las fronteras entre Turquía e Irak y Siria, pero ciertamente no a esos niveles», añade.
Muchos expertos, sin embargo, sospechan que es el régimen de Bashar al Assad el que está comprando gran parte del crudo del Estado Islámico, algo que ha sido expresado públicamente incluso por el ministro de Exteriores de Francia, Laurent Fabius. Una idea no tan descabellada como podría parecer, dada la abierta enemistad entre ambos bandos: presionado por las sanciones internacionales, el gobierno de Assad se enfrenta a enormes necesidades energéticas, y estaría pagando cantidades mucho más altas que las que se manejan en el mercado negro de la zona. Un negocio que beneficia a ambos.